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NBA | BLAZERS 108 - LAKERS 116 (1-2)

Un monstruoso LeBron James deja sin respuesta a los Blazers

LeBron James lideró a los Lakers con 38 puntos. Los Blazers hicieron ajustes que no sirvieron de mucho. La eliminatoria se vuelve a desigualar.

Un monstruoso LeBron James deja sin respuesta a los Blazers

Los Lakers habían recobrado la confianza en el segundo encuentro, donde apalizaron a los Blazers, y veían como el jugador más importante de la burbuja, su ahora rival Damian Lillard, era duda para este tercer encuentro, que se antojaba clave. Y Lillard jugó, y lo hizo muy bien, pero la fe de los angelinos en pasar a la siguiente ronda se redobla: con todo lo que tenía Portland y alguna dosis de innovación consiguieron neutralizar el ataque y llevarse el encuentro a su lado. LeBron James volvió a ser rey, finalizando con 38 puntos, 12 rebotes, 8 asistencias y una sensación de control que no supo refrendar el primer día y que ni apareció en el segundo.

Anthony Davis se recuperó de una mala primer mitad y volvió a ser el del encuentro, éste sí, una apisonadora cuando el equipo le requiere ante las torres de Stotts. El entrenador de los Blazers hizo un cambio en la alineación y puso primero a su pareja de pívots, Nurkic y Whiteside, echando atrás en la rotación a Wenyen Gabriel, que claramente no está preparado. Le salió bien, ya que la primera mitad fue de dominio local (si es que se puede denominar así jugándose en Lake Buena Vista). El técnico puso de su parte aunque volvió a pecar de conformismo al abrir poco el abanico a nuevos jugadores y los protagonistas, Damian Lillard, C.J. McCollum y Carmelo Anthony, también. ¿Qué falló? Que les falta algo más de equipo para poder competir. Fueron al límite más de media hora y los angelinos, con mucho más fondo de armario y con algunos que son más diferenciales que otros, se llevaron la palma. 108-116 y ventaja para los Lakers en la serie. 

El comienzo de McCollum y sobre todo de Lillard, el que venía pendiendo de un hilo, era esperanzador para el equipo de Oregón. Whiteside parecía espabilado ante McGee, que les había hecho un roto en la lucha por el rebote en la anterior cita, Carmelo Anthony empezaba tremendamente desacertado en los tiros pero defendiendo incluso a Davis, que empezó igual de fallón. El desequilibrio estaba en la zona exterior, con Caruso yendo de menos a más en el encuentro, y en esos dos primeros cuartos sólo LeBron James y alguna pincelada de Caldwell-Pope, que se está destapando como arma muy útil, salvaban los muebles para los Lakers. 

Los californianos estaban tensos y fue ese liderazgo de LeBron, que leyó el partido a la perfección, el que les llevó a soltarse en el tercer cuarto. Apareció Davis y cuando se junta con James parece difícil que los Trail Blazers puedan hacerles frente sin un Zach Collins que se operará y no volverá con toda seguridad esta temporada. Los malos porcentajes en los tiros libres eran señal de ese saber la importancia del tercer punto, el ponerse de nuevo por delante. El cejudo ala-pívot de los Lakers sacó la garra y Nurkic y Whiteside se acobardaron. El que mantuvo un poco más el suspense fue Carmelo, extraordinario en ese tercer acto también de cara al aro. Pero la acumulación de minutos era ya demasiada para algunos, Melo incluida, los Simons y Trent no ayudaban como para darles más bola. Caruso y Green aparecieron haciendo un buen trabajo sucio sobre Lillard y McCollum y ahí murió el partido, sin más recursos en la mesa y con los Lakers cerrando con tranquilidad para ponerse 2-1.