La nueva normalidad en el baloncesto ya está aquí
La fase final de la Liga Endesa dio comienzo en Valencia con un derbi catalán, Barça-Joventut, con todas las medidas sanitarias en una Fonteta vacía.
La Fonteta vivió el primer partido de baloncesto en la era post-covid. Barcelona y Joventut vivieron en primera persona la nueva normalidad en el baloncesto europeo, un baloncesto muy similar al que conocíamos en lo que acontece dentro del 28x15 pero muy diferente en lo que sucede fuera de la pista. Para empezar, todo el mundo que entra el pabellón tiene que pasar un estricto control de desinfección y temperatura. Y durante los encuentros, cualquier persona que está dentro del recinto excepto los miembros de los dos equipos, tienen que llevar mascarilla en todo momento.
Es un baloncesto sin alma en el que solo los miembros del banquillo celebran las canastas, no hay presión arbitral y los miembros de la mesa están metidos en una especie de pecera desde donde se comunican con los árbitros a través del metraquilato. Los sonidos de las zapatillas frenando y acelerando sobre el parqué es lo que más resuena en el pabellón. Incluso por encima de los gritos de los entrenadores a los que se les escucha absolutamente todo: ánimos, correcciones, broncas y también tacos.
Lo que más se echa en falta es, obviamente, los gritos de los aficionados aunque hay otras cosas habituales en un partido de baloncesto de ACB que ya no existen en la nueva normalidad. No hay hojas de estadísticas en papel, los narradores de radio están en cabinas, con lo que sus narraciones no llegan a la pista y las barras de comida y bebida están con la persiana bajada.