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LO MÁS CURIOSO DE LA NBA

Privilegios de ser Michael Jordan: abrían los supermercados para él

Brad Sellers desvela una de las anécdotas que mejor ejemplifican la fama que tenía Michael Jordan y contra la que a veces tenía que luchar.

Privilegios de ser Michael Jordan: abrían los supermercados para él
Focus On SportGETTY IMAGES

El documental The Last Dance, producido por ESPN y emitido a nivel internacional en Netflix, está poniendo de relieve una vez más la popularidad de Michael Jordan como figura pública e icono del deporte. Lo conseguido con los Bulls en sus trece años en la franquicia, una etapa que acaba con la campaña sobre la que gira el documental (1997/98), le ha hecho traspasar fronteras y ser considerado por uno de los mejores deportistas de la historia. 

Sus picos de fama explican por qué el documental está alcanzando tanto interés diecisiete años después de que se retirara de las pistas. Y es algo que iba más allá de la cancha y que le convirtió en un elemento troncal de la cultura pop de los 90.

Brad Sellers fue uno de los compañeros de Jordan en sus primeros años en los Bulls. Al hilo de la publicación del documental, el exNBA ha querido rememorar esos tiempos con el '23'. En The Undefeated ha contado una anécdota que habla a las claras del punto de popularidad al que se enfrentó Michael desde que empezó a despuntar en la Liga: 

"Yo soy de una ciudad pequeña de Ohio, Michael [Jordan] era de una ciudad pequeña de Carolina del Norte y Scottie [Pippen] era de una ciudad pequeña de Arkansas. Éramos chicos criados con el country en una gran ciudad y no sabíamos nada de nada. Estábamos en nuestros veinte, así que eso lo hacía tan especial" 

"En los primeros capítulos se ve a MJ haciendo la colada. Era así en ese momento, estaba viviendo como un chico normal. Pero todo se volvió más y más grande gracias al baloncesto y hubo un momento en el que ya no podía hacerlo" 

"Recuerdo que un día le pregunté: ¿Ey, tú cómo comes?'. Me dijo que llamaba a una cadena de supermercados, Jewel-Osco, quince minutos antes de que cerraran y les avisaba de que iría. Tenía un acuerdo con ellos. Se mantenían abiertos más tiempo para dejarle que comprara. Y en esa época no cobrara treinta millones al año, yo creo que era menos de un millón, pero ya era mucho dinero en esos años y se encargaba de dar propinas generosas a los que se lo permitían"