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Kerr, Horry, Fisher... 20 grandes momentos de héroes inesperados

Las grandes estrellas no siempre han resuelto los campeonatos, y muchas veces han sido actores inesperados los que aparecieron en el momento oportuno.

Arriba y de izquierda a derecha, Michael Jordan saluda a Steve Kerr y Saquille O´Nral y Rick Fox hacen lo propio con Robert Horry; abajo y en el mismo orden, Kobe Bryant felicita a Derek Fisher y Ray Allen se dispone a anotar un triple en el sexto partido de las Finales de la NBA 2013

La NBA es ese lugar en el que todo es posible. Cualquiera puede triunfar, todos pueden ganar y las hazañas, los tiros imposibles, las acrobacias de videojuego y las remontadas históricas pueden tener lugar cualquier noche. Y también, y esto es innegable, aparecen de cuando en cuando actores secundarios que deciden partidos, eliminatorias de playoffs o incluso, en ocasiones, campeonatos. Es ahí dónde no siempre han sido las estrellas las protagonistas, en esas pequeñas (o más bien grandes) hazañas que han permitido a baloncestistas no tan talentosos entrar en una historia que da oportunidades a todos pero en la que no todos tienen sitio.

A continuación, vamos a nombrar 20 grandes nombres que acompañan a 20 grandes momentos en los que la estrella del equipo ha sido rescatada por un secundario de lujo o por alguien que ha aparecido de manera inopinada para sentenciar una serie de playoffs o poner la directa hacia el anillo. Muchos de ellos son conocidos, pero otros no lo son tanto y sin embargo, han sido claves para decantar la balanza en momentos determinados. Advertimos, eso sí, que no todos estos grandes momentos han acabado en anillos y que pertenecen, como cualquiera de estas clasificaciones, a la subjetividad de la que es imposible desprenderse en estos casos. Habrá más seguro, algunos incluso más importantes. Pero aquí están los que hemos seleccionado.

Robert Horry (cuarto partido de las finales del Oeste, 2002)

Es el hombre por excelencia en este tipo de ránkings y uno de los mayores ejemplos de la historia que han sabido estar en el momento y lugar adecuados. 7 anillos en total, el que más en la NBA moderna por encima de Michael Jordan (6) y solo por debajo de esos Celtics de Bill Russell, allá por la prehistoria de la Liga. 2 con los Rockets, 3 con los Lakers y 2 más con los Spurs en unos movimientos en el mercado medidos y estratégicos que le permitían siempre optar al anillo. Eso sí, Horry ha sido esencial en los playoffs en numerosas ocasiones. Era uno de esos jugadores convencidos de que tenía que justificar su contrato en esos momentos. Si fue clave en el séptimo del 2000 contra los Blazers y en el tercer partido de las Finales de 2001 contra los Sixers, su momento clave fue en 2002. Los Lakers caían por 40-20 en el primer periodo del cuarto partido de la eliminatoria, y remontaban para tener balón y forzar la prórroga evitando así un 3-1 camino a Sacramento (los Kings eran sus rivales) que habría sentenciado prácticamente la eliminatoria. Con 97-99 en el marcador y tras tiempo muerto de Phil Jackson, Kobe falló una bandeja, O'Neal no pudo concretar con el rebote y Vlade Divac, pívot visitante, palmeó el balón para alejarlo de la canasta. Ahí estaba Horry, en la parte frontal de la línea de tres, para anotar sobre la bocina un triple que rescataba a los Lakers de una situación ignominiosa y empataba la eliminatoria. El Staples, siempre tan calmado, estalló. "Ha sido suerte", dijo Divac después. "Debería leer los periódicos, no es la primera vez que hago esto", respondió Horry. Los Lakers ganaron la serie, una de las mejores de la historia, en el séptimo con 11 puntos, 11 rebotes y 4 asistencias de Horry y pusieron camino al three peat y la confirmación de su dinastía. Y el ala-pívot, ya con los Spurs, todavía tuvo tiempo de hacer otra de las suyas en las Finales de 2005 ante los Pistons... aunque eso es otra historia. Increíble lo del siete veces campeón, que apenas promedió 7 puntos y 5 rebotes en una carrera profesional en la que fue muchas veces protagonista.

John Paxson (sexto partido de las Finales, 1993)

Michael Jordan no ganó solo, eso es una obviedad. Pero le debe mucho a John Paxson, un base seguro y entregado al juego colectivo y a lo que Phil Jackson tanta atención prestaba, la abnegación. 7 puntos por partido fue lo que promedió durante su carrera y apenas 4 en la 1992-93, en la que los Bulls alcanzaban sus terceras Finales consecutivas. Paxson, que fue titular solo en 8 de los 59 partidos que disputó esa campaña, sería clave para el devenir del anillo cuando, a escasos segundos del final del sexto partido en Phoenix, recibió un pase de Horace Grant para anotar el triple que ponía el 99-98 y daba el anillo a Chicago, liberándolo de tener que jugar un séptimo en campo ajeno en el que los Suns de Charles Barkley, que ganó el MVP ese año, tendrían una ligera ventaja. El tercer anillo seguido elevaba a Jordan al olimpo, aunque todavía le quedaba mucho por subir tras su partida, después de ese año, y regreso en 1995. Para el recuerdo quedará ese tiro de Paxson, natural de Ohio, que cerró una serie en la que por cierto, Jordan promedió 41 puntos por partido. Casi nada.

Sean Elliot (segundo partido de las finales del Oeste, 1999)

Había llegado a ser All Star (en dos ocasiones) y era de esa camada de los Spurs que se crió con David Robinson y ganó el primer anillo de la dinastía que iniciaba, en 1999, Tim Duncan. Elliot tuvo su mejor partido ante los Blazers en esa última ronda del Oeste, con 22 puntos (8 de 10 en tiros de campo y 6 de 7 en triples) y un triple ganador que hacía estallar a la afición texana y encarrilaba la eliminatoria, que acabaría con un sweep (4-0). La 1998-99 coronó a San Antonio, ese equipo nacido en la ABA, por primera vez en la historia en el año del lockout. La temporada del asterisco, como la definiría Phil Jackson. Gregg Popovich nunca le perdonó esa expresión.

P.J Brown (séptimo partido de las semifinales del Este, 2008)

Muchos se acordarán de este jugador, que estuvo en los Heat de Riley y Alonzo Mourning a finales de los 90 y fue incluido en tres ocasiones en el segundo mejor quinteto defensivo (1997, 1999, 2001). Gran defensor, se ganó a finales de esa década e inicios de siglo XXI la merecida fama de ser uno de los más sucios de la NBA y pasó por Nets, los ya mencionados Heat, Hornets y Bulls antes de llegar a los Celtics como uno de esos hombres veteranos y con experiencia que Doc Rivers, con su big three (Allen, Garnett y Pierce) consolidado tras una fase regular tremenda (66-16) quería para los playoffs junto a Sam Cassell. Los Celtics no tuvieron tantas facilidades en la post temporada como en el resto del año, y tras superar en siete partidos a los Hawks se verían también abocados al séptimo contra los Cavaliers de LeBron. Allí, entre un duelo tremendo entre Pierce (41) y El Rey (45), emergió un Brown que disputó 20 minutos y se fue a 10 puntos (máximo de toda la temporada) y 6 rebotes con una gran defensa. Cuando anotó un tiro en suspensión dentro de los últimos 5 minutos, Mike Breen, comentarista de la TNT, le definió como "the unlikely hero". El héroe inesperado. Justo lo que fue en ese partido, en el que los Celtics sobrevivieron y pusieron la directa a su primer campeonato en los últimos 22 años. Una larguísima espera...

Steve Kerr (sexto partido de las Finales, 1997)

Fue el gran momento de una de las mentes más brillantes de la historia de este deporte. Un hombre que apenas pasó de los 25 minutos de promedio en temporada regular ni de los 8,6 puntos por partido, su máxima. Un jugador que disputó casi 910 partidos en su carrera pero que solo fue titular... en 30. Y solo en uno de los 701 últimos que jugó. Estadísticas que dejan a cualquiera con la boca abierta. Seguramente y en esta lista, estemos hablando del que más éxito alcanzó teniendo menos protagonismo. La máxima en su carrera fueron los 21 puntos alcanzados durante la 1997-98. Eso sí, Kerr era alguien seguro, que defendía decentemente y que mejoraba en playoffs, siendo un seguro en los instantes finales de partido y con un gran tiro exterior, llegando a promediar en la fase final 2002-03 con los Spurs, última que disputó, un 83% (¡¡!!) en triples. Sin palabras. Tuvo su momento de gloria en las Finales de 1997, cuando ya habían pasado meses del episodio en el que recibió un uñetazo de Jordan, su compañero de equipo, en un entrenamiento. Tras el flu game (partido de la fiebre) en Salt Lake City, los Jazz mostraron una inopinada resistencia y llegaban empate a los segundos finales del sexto encuentro. Allí, Jordan doblaba para Kerr, que anotaba en suspensión y daba la victoria a Chicago (con un postrero mate de Kukoc tras robo en la última jugada). Fue el momento álgido como jugador de alguien que comprende la NBA como nadie (a pesar de sus escasos 6 puntos por partido de su etapa como jugador), algo que ha demostrado con sus declaraciones, en los despachos de los Suns y, de manera definitiva, como entrenador de la dinastía de los Warriors.

Derek Fisher (cuarto partido de las Finales, 2009)

Otro clásico de este selecto grupo y del que se podrían sacar varios momentos. Los 15 puntos por partido de los playoffs del 2001 y sobre todo el tiro ganador con esas famosas 4 décimas del quinto partido de las semifinales del Oeste en 2004 ante los Spurs ya forman parte de la carrera de este base, compañero inseparable de Kobe Bryant y con un promedio de 8 puntos por partido durante su carrera. Podríamos quedarnos, en lo que se refiere a momentos, con ese 2+1 del tercer partido de las Finales del 2010 contra los Celtics, uno después de encajar los 8 triples de un Ray Allen al que defendía y un encuentro en el que a la conclusión y según reveló Phil Jackson, no pudo contener las lágrimas. Pero vamos a irnos al cuarto del 2009 contra los Magic. Ahí, Fisher primero forzó la prórroga con un triple inapelable ante Jameer Nelson y luego sentenció con otro tras recibir el pase de un Kobe que bien pudo cometer falta ante el propio Nelson. Fisher se coronó en un anillo de vital importancia para él, Jackson y Kobe, que se quitaban la tortura china, sobre todo ambos jugadores, de que no podían ganar sin O'Neal y conseguían su primer campeonato desde el 2002. Gracias a esa exhibición de Fisher 12 puntos en ese partido y 13 más en el quinto, en el que los Lakers sentenciaron con Kobe como MVP de las Finales (32+6+7).

Ron Artest (séptimo partido de las Finales, 2010)

Con una carrera superior a sus antecesores en esta lista, el hoy bautizado como Metta World Peace explotó en el séptimo partido de las Finales del 2010, en la que fue la venganza de los Lakers antes esos Celtics que les ganaron dos años antes. Artest, que había llegado el verano anterior tras la marcha de Trevor Ariza, algo que inicialmente no gustó a Jackson, apenas estaba promediando 9 puntos con un 35% en tiro durante los seis duelos anteriores, pero apareció en el decisivo ante las caprichosas series de tiro de Kobe (6 de 24 para 23 puntos y 15 rebotes) y Pau (6 de 16 con 19+18). El alero se fue a los 20 puntos (7 de 18), 5 rebotes y 5 robos, maniantando a Pierce en el último cuarto (4 puntos con 1 de 5 en tiros) y anotando un triple que arrancó el júbli del Staples y el "Bang!" de Mike Breen en el que es la mejor y más recordada canasta de su carrera. Su imagen besándose los dedos y mirando al cielo con ambas manos extendidas queda para el recuerdo de los Lakers.

Rex Chapman (cuarto partido de la primera ronda del Oeste, 1997)

Chapman fue un buen jugador algo perdido en los Bullets y que llegó a los Suns cuando Barkley ya se había ido. Aterrizar en el momento adecuada, esa rara habilidad que tenía Horry muy acompañada a veces de cierta fortuna no era una cualidad de este hombre, que cuajó unas series fantásticas ante los Sonics en primera ronda. Solo había promediado 14 puntos en regular season, pero en esa serie se fue a los 24 con un 46% en triples... y lanzando 9 por partido. 42 puntos en el primer duelo y 22 en el cuarto, donde los Suns pudieron sentenciar en la prórroga tras una triple sobre una pierna de Chapman. Sin embargo, Kempt y Payton, finalistas el año anterior, mantuvieron la cabeza fría y consiguieron sacar el partido adelante para sentenciar en el quinto en Seattle. Un mal final para una jugada icónica.

Ray Allen (sexto partido de las Finales, 2013)

No habría sido un héroe inesperado años antes, pero en 2013, después de llegar a los Heat traición mediante (o eso pensaron Garnett y sus Celtics) fue esencial para ganar el anillo. Allen es el mejor jugador de esta lista y promedió 19 puntos por partido en su carrera, 11 en esa campaña en la que fue suplente en los 79 partidos que disputó. Venía de anotar 21 puntos en el quinto encuentro con derrota en San Antonio, pero su momento álgido llegó en el sexto, cuando LeBron y compañía estaban prácticamente sentenciados. Tras los errores texanos en el tiro libre (Ginóbili falló uno y Kawhi otro), Miami tenía la oportunidad de empatar. Falló LeBron, pero Chris Bosh aprovechó la ausencia de Dunca en la pintura, que estaba en el banquillo (¿el mayor error de la carrera de Popovich?) para atrapar el rebote, dársela a Allen en la esquina y que este empatara el partido. El resto es historia: victoria en la prórroga y en el séptimo partido en el que por cierto, el escolta se quedó en 0 puntos. Allen es buenísimo, pero a esas alturas de su carrera nadie pensaba que fuera a ser el protagonista de una de las canastas clutch más importantes de la historia de la NBA. O la que más.

Kenny Smith (primer partido de las Finales, 1995)

Un buen jugador que pasó la parte central de su carrera en los Rockets, donde consiguió los anillos de 1994 y de 1995. Se quedó en 10 puntos y 4 asistencias durante la temporada regular y en los playoffs tuvo luces y sombras hasta hundirse en los dos partidos que los Rockets ganaron a los Spurs en las finales del Oeste sin apenas protagonismo del base (0 y 6 puntos respectivamente). Sin embargo, su momento álgido llegó en el estreno de las Finales, cuando anotó 23 puntos y repartió 9 asistencias con un espectacular 7 de 11 en triples, récord por ese momento en la última ronde de los playoffs. El más importante de ellos, el que forzó la prórroga, en la que Houston recuperó el factor cancha. Los jóvenes Magics se hundieron tras ese duelo (26+16+9 de O'Neal) que fue el principio del inapenable 4-0 que recibieron de ese quinteto histórico que ese día anotó 114 de los 120 puntos de su equipo. Horry, Cassell, Drexler, Smith... y Olajuwon claro, que palmeó el tiro ganador de ese primer duelo. La joya de la corona.

Nate Robinson/Glenn Davis (cuarto partido de las Finales, 2010)

Rescataron a Boston de las Finales y les permitieron llegar a un séptimo partido... que perdieron. Antes, en el cuarto, la acción conjunta de ambos hombres impidió que los Lakers ganaran sus segundo partido consecutivo en el Garden y pusieras la serie muy cuesta arriba para los bostonianos. Entre los dos anotaron 30 puntos en el partido, 15 de ellos en el último cuarto en el que el parcial (36-27) fue clave para llevarse el encuentro. Antes de eso, Davis ya tuvo su momento de gloria en el cuarto partido de las semifinales del año anterior, cuando, ausencia de Garnett mediante, anotó el tiro ganador en Orlando que habría evitado el 3-1 para los Magic en unas series en la que los Celtics cayeron en el séptimo. Robinson también tuvo el suyo en 2013, cuando militaba en los Bulls y endosó 34 puntos, 23 en el último cuarto, en el cuarto partido de la primera ronda ante los Nets. Uno con tres prórrogas.

Rik Smits (cuarto partido de las finales del Este, 1995)

21 puntos, 7 rebotes, 7 asistencias, 1 robo y 2 tapones, incluyendo el tiro ganador. Increíble la serie del pívot, que tuvo una buena carrera (15 puntos y 8 rebotes de promedio y un All Star) pero cuyo game winner fue sorprendente si tenemos en cuenta que en ese equipo se encontraba alguien llamado Reggie Miller. Los Pacers empataban la eliminatoria a 2 en ese encuentro y ganaron todos los que se jugaron en Indiana durante la serie, pero los MAgic de Shaquille O'Neal y Penny Hardaway les eliminaron en el séptimo para poner rumbo a las Finales. La mejor generación de los Pacers solo pudo llegar a las ronda final en el 2000, cuando cayeron por 4-2 con un Smits con bastante protagonismo en el cuarto partido (24 puntos) ante Shaq (36+21 antes de ser eliminado por faltas)... aunque perdieron, con Kobe Bryant como verdugo (28) en la prórroga.

Mario Elie (séptimo partido de las semifinales del Oeste, 1995)

El beso de la muerte. Así llamó la NBA ha esa jugada. Desde la esquina., Elie anotaba un triple en el séptimo partido de las semifinales ante los Suns en Phoenix para sentenciar la serie y confirmar una remontada histórica (iban 3-1 abajo). Un momento impresionante para la franquicia, que partía como sexta del Oeste y sin ventaja de campo en ninguna ronda de playoffs y ganó su segundo anillo consecutivo con Hakeem Olajuwon a la cabeza y Elie, con menos de 9 puntos por partido de promedio durante su carrera y esa misma temporada, como inésperado héroe. Fue la última gran oportunidad de esos Suns de Barkley que quisieron pero no pudieron... Claro que, enfrente tenían a los Rockets de Rudy Tomanovich y su famosa frase: "Nunca subestimes el corazón de un campeón".

Andrew Toney (cuarto partido de las finales del Este, 1982)

No es un jugador muy conocido y tuvo una carrera corta (8 temporadas) pero en 1982 jugó unos magníficos playoffs. Los Sixers venían de anotar caer en el sexto partido y jugaban el séptimo en el Garden teniendo todas las de perder ante Bird y compañía. Pero Toney, que solo había anotado 3 puntos en el choque anterior, se fue a los 34 con 14 de 23 en tiros y Philadelphia ganó de 14 y pasó a las Finales, donde cayó ante los Lakers a pesar del buen nivel del propio escolta (26 puntos y 8 asistencias). Al año siguiente se quitó la espina con la llegada de Moses Malone (four, four, four...) y ese espectacular 15-1 en playoffs junto con Julius Erving, Maurice Cheeks, Bobby Jones y el propio Malone. Y también coincidió con Charles Barkley un par de años después. Tres jugadores (Barkleyn, Moses y el Doctor J) que estuvieron entre los 50 mejores de la historia y que no impidieron a Toney tener su momento de gloria. Ya en el cuarto encuentro se había ido a los 39, pero fue en el séptimo donde se coronó.

Vinnie Johnson (quinto partido de las Finales, 1990)

Vinnie no era titular en los Pistons de los Bad Boys. De hecho, ni siquiera lo era Dennis Rodman. Mark Aguirre, Bill Laimbeer, James Edwards, Isaiah Thomas y Joe Dumars conformaban ese cinco inicial que tenía match ball en Portland ante los Blazers de Rick Adelman y Clyde Drexler. Pero fue Johnson el que decidió el partido. Tras recibir el pase de Isaiah en la esquina, posteó a Jerome Kersey y realizó un tiro en suspensión que entró limpio y con menos de un segundo para el final. Fue el segundo campeonato consecutivo para el equipo de Chuck Daly, que triunfó en una época en la que Magic, Bird, Jordan y compañía dominaban o amenazaban con dominar la NBA. Desde luego, ya nadie practica ese tipo de baloncesto.

Mike Miller (quinto partido de las Finales, 2012)

No superó los 10 puntos de promedio en ninguna de sus últimas siete temporadas como profesional, pero anotó 23 (con 5 rebotes) en ese encuentro, que decidiría la eliminatoria. 7 de 8 en triples para sentenciar a unos Thunder que llegaban con esperanzas pero se fueron con las manos vacías. Y primer anillo para LeBron. Miller todavía tuvo tiempo de dejar una icónica canasta al año siguiente en forma de triple en ese sexto partido ante los Spurs... sin la zapatilla de su pie izquierdo, que había perdido en la jugada anterior.

Goran Dragic (tercer partido de las semifinales del Oeste, 2010)

Dragic era suplente de Nash en su año sophomore y solo llevaba 4 puntos en las semifinales que los Suns se jugaban ante los Spurs, esa bestia negra que les había eliminado ininterrumpidamente de 2005 a 2008. Los 26 puntos con 10 de 13 en tiros de campo y 5 de 5 en triples dieron el 3-0 a Phoenix, que certificó su venganza con el sweep del cuarto. Y coronó a Dragic, que tuvo destellos en las finales del Oeste ante los Lakers, esa última oportunidad de Finales que tuvieron Nash y Stoudemire (derrota por 4-2). El base es hoy un jugador consolidado que ha llegado a superar la veintena de promedio y a ser All Star en 2018. No está nada mal.

Leon Powe (segundo partido de las Finales, 2008)

Anotó 21 puntos que desmadejaron a los Lakers en el segundo partido de esas Finales. Él fue el que lideró, en su año sophomore, la reacción de los locales en la segunda mitad, en la que anotó 13 puntos, uno más de los que anotaría en el resto de la serie (12). Un inopinado protagonista que solo disputó 239 partidos en la mejor Liga del mundo con algo más de 6 puntos de promedio.

Eddie Johnson (cuarto partido de las finales del Oeste, 1997)

Eddie Johnson no superaba los 30 puntos en la NBA desde el 2 de febrero de 1994. Tras eso, se había marchado a jugar un año a Grecia antes de regresar y unirse a Barkley, Drexler y un Olajuwon cuya estrella empezaba a perder luz en 1997 en un equipo de Play Station al que llegaría dos años después Scottie Pippen. Los veteranos Rockets llegaron a las finales del Oeste ante los también veteranos Jazz, que aspiraban a sus primeras Finales y en el tercer partido, Johnson, con 38 años, se iba hasta los 31 puntos por primera vez en tres años en la mejor Liga del mundo. Sin embargo, su momento álgido llegó en el cuarto encuentro, con un triple sobre la bocina que permitía a Houston empatar la eliminatoria (2-2). Stockton se encargó del resto, pero ese triple siempre quedará en la memoria de los texanos. Y de Eddie Johnson, por supuesto.

Sleepy Floyd (cuarto partido de las semifinales del Oeste, 1987)

51 puntos. Son los que mejor Sleepy Floyd, un jugador que apenas llegó a los 13 edn su carrera, en el cuarto partido de las semifinales del Oeste de 1987, una serie en la que los Warriors se enfrentaban a los Lakers. Fue el único partido que ganaron de esa eliminatoria en la mejor temporada de la carrera de Floyd, que logró su único All Star y se fue a casi 19 puntos y 10 asistencias por partido. 16 de 22 en tiros de campo con 2 de 3 en triples y 13 de 14 en tiros libres. Y todo con 10 asistencias. Un partidazo en el que esos Warriors alcanzaron su clímax alcanzando sus primeros playoffs en una década con Geroge Karl de entrenador. Y buenos playoffs de Floyd, con 21+10 de promedio. Un buen jugador en tiempos extremadamente competitivos.