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NBA | LAKERS 112 - 103 CLIPPERS

Los Lakers dan miedo: LeBron reclama su corona ante Kawhi

Partidazo de los Lakers en el Staples con un LeBron imperial y primera derrota de los Clippers con su plantilla al completo. Davis, Bradley y Rondo, claves.

LeBron James, ante Kawhi Leonard durante el partido de la NBA que ha enfrentado a Los Ángeles Clippers y a Los Ángeles Lakers
LeBron James, ante Kawhi Leonard durante el partido de la NBA que ha enfrentado a Los Ángeles Clippers y a Los Ángeles LakersKirby LeeUSA TODAY Sports

La fiebre amarilla. Así definía Andrés Montes al fenómeno originado por los Lakers de principios de siglo. Esos que ganaron tres anillos consecutivos, sobrevivieron a todos y a todo y escaparon de situaciones imposibles para dominar la NBA con Shaquille O'Neal, Kobe Bryant y Phil Jackson a la cabeza. Un capítulo más dentro de la que puede ser la franquicia más importante de la historia de la competición norteamericana. Una entidad que ha superado fronteras y ha llegado a todos los rincones del mundo, pasando a ser la protagonista absoluta de la NBA moderna, esa que inició David Stern en los 80 y que dejó atrás a los ya prehistóricos Celtics de Bill Russell para encontrar nuevos héroes (Magic, Bird y compañía) y alcanzar una nueva dimensión. Desde entonces, los angelinos han logrado 10 campeonatos, cinco con Magic y otros tanto con Kobe. Los bostonianos, que siguen teniendo más anillos que nadie (17 por 16 de los de púrpura y oro) han ganado cuatro, uno desde 1986. Y los Clippers, en las antípodas de sus compañeros de ciudad, han ido a los playoffs en apenas 11 ocasiones, 14 en total en sus 50 años de historia. No hay sitio para todos y Los Ángeles tenían dueño. 

Es posible que los últimos cursos hayan hecho olvidar que una parte importante de la historia del baloncesto pertenece a los Lakers. Del pasado no se vive y quizá, la dinastía forjada por los Golden State Warriors unidas al triunfo de los Cavs en 2016 remontando un 3-1 en unas Finales por primera vez en la historia y al de los Raptors, primeros canadienses en conseguirlo, hace unos meses, haya hecho pensar al aficionado medio que toda revolución es posible. Al fin y al cabo, el juego ha cambiado, se tiran más triples que nunca, los pívots dominantes son una especie en peligro de extinción y los jugadores están más empoderados de lo que han estado jamás. Quizá, solo quizá, entre tanto aire de cambio, alguien pensó que en la ciudad más carismática de los Estados Unidos podrían reinar el hermano malo de los Lakers. Que los Clippers, esa franquicia que otrora fue el hazmerreír de la Liga, podía dominar una ciudad que es casi más difícil de conquistar que la propia NBA. Porque en Los Ángeles no vale solo con ganar. En Los Ángeles hay que hacer mucho más. Y es posible que los Clippers acaben ganando el anillo. Tienen plantilla y talento suficiente para ello. Pero, después de lo visto esta noche, tendrán que sudar y mucho si quieren acabar en una serie a siete partidos con LeBron, los Lakers, todo lo que ello supone y la idiosincrasia y la historia de una ciudad que, por muchos aires de cambio que soplen, siempre añora lo imperecedero. En este caso, la fiebre amarilla

Los Lakers se han impuesto a los Clippers en una victoria que tiene un valor más grande que las demás. Ocurre tan solo dos días después de vencer a los Bucks en el Staples, por lo que en apenas 72 horas, los angelinos han ganado a un equipo que hace unos días aspiraba a llegar a la 70 victorias y a su máximo rival en el Oeste. Uno que, además, les había ganado en los dos encuentros anteriores y que estaba imbatido con su plantilla sana (10-0 hasta ahora). Casi nada para los de púrpura y oro, que llevan un camino ascendente que disipa las pocas dudas que venían generando en una temporada que, acabe como acabe, está siendo increíble para ellos. Y con LeBron, sus 35 años y sus 17 temporadas, a un nivel excelso en un intento, quizá el último, de recuperar su corona. Una que ha brillado como ninguna en la cabeza de El Rey, que vio como su dominio de la competición desaparecía la temporada pasada, en la que se perdió los playoffs por primera vez desde 2005 y acabó con su racha de 8 Finales disputadas de manera consecutiva. LeBron no está dispuesto a ceder ante nadie; y mucho menos ante Kawhi Leonard, ese hombre llamado a sustituirle y al que han llegado (incluso) a poner a su altura tras los playoffs del año pasado, impresionantes (todo hay que decirlo) para el alero.

El encuentro en el Staples, tras dos victorias consecutivas de los Clippers ante los Lakers, se antojaba vital para ver donde se encontraban de verdad ambos equipos. Y si unos han demostrado que llegan a los playoffs en una forma excelente, otro andan en terreno pantanoso y siguen con unas dudas inversamente proporcionales a la plantilla que tienen. El inicio del encuentro fue igualado y los Clippers tomaron la iniciativa antes del descanso, cuando amenazaron con romper el partido, pero los de púrpura y oro, anoche de blanco, resistieron y se fueron con una desventaja de tan solo 4 puntos (53-49) que llegó a ser peligrosa minutos antes (47-38). En este punto del partido se pusieron varias cosas en evidencia. Primero, que Marcus Morris todavía no ha encontrado su encaje en su nuevo equipo; el alero estaba con un 0 de 5 en tiros en el intermedio y no anotó su primer punto hasta el último periodo y desde la línea de tiros libres. Llevaba 27 minutos en pista y un ignominioso 0 de 9 en su duelo con Markieff, su gemelo, la persona con la que llegó al estadio y con menos responsabilidad y mejor adaptación a su nuevo equipo. Y segundo, que entre tanto aires de cambio, los dos equipos de la ciudad de Los Ángeles representan la oposición a la revolución. O la revolución dentro de la misma revolución. Llevaban un idéntico 2 de 14 en triples y la ausencia de tiro exterior (sobre todo de los Lakers) unida al estilo de juego de LeBron y Kawhi (posteo y mucho mid range y tiro en la zona sin renunciar al triple) hace que la hipotética serie de playoffs que podamos ver vaya a ser más cercana al baloncesto de antes que cualquier otra. Una buena noticia para los nostálgicos

La aparición de Rondo

El tercer cuarto fue el de los Lakers. Y concretamente, el de Rajon Rondo. Vilipendiado durante todo el curso, había estado desaparecido en los pocos minutos que estuvo en pista en la primera parte, pero empezó a carburar en la segunda. Entró por LeBron (0 puntos en este cuarto) cuando quedaban 6 minutos para el final del periodo y nada más salir habilitó a Bradley para que este lanzara un triple que seguía sumando en su cuenta particular, que se fue a los 24 puntos (tope de la temporada) con un 6 de 12 desde el exterior. Esencial el escolta tanto como Rondo, que en un espacio de tiempo de algo más de 4 minutos, sumó 4 puntos, 1 rebote y 5 asistencias que desmotraron que sí tiene algo que ofrecer. Penetró de forma valiente, impuso una marcha más en el ritmo del equipo y creó espacios para sus compañeros. Aprovechó para esto la ausencia de LeBron, que amasa el balón cuando esta y relega al playmaker a una esquina, un estilo de juego que no domina. Sin embargo, los Lakers siguieron jugando muy bien en el inicio del último periodo con ambos hombres en pista y el juego colaborativo se mantuvo.

Ahí ya dominaban los Lakers, que se fueron 12 arriba (87-99) dentro de los últimos cinco minutos. Aún se acercaron los Clippers gracias a Kawhi (27 puntos pero irregular y sin respuesta ante LeBron), y se llegaron a poner a 6 (93-99), pero los angelinos no se arredaron. Habían caído en los dos encuentros anteriores contra los de Doc Rivers llegando al último cuarto en tablas (85 iguales en el choque inaugural y 86-86 en Navidad), pero en este empezaron dominando (81-85) y terminaron haciendo lo mismo. Como han hecho en los 42 encuentros a los que han llegado con ventaja a los últimos 12 minutos. Al final 100-112 con exhibición de LeBron en los últimos minutos, que incluyó asistencias tremendas a Davis (30+8 para él con un poderío tremendo en los dos lados de la pista) y una lectura excepcional de los instantes finales, penetrando cuando había que hacerlo para sacar faltas o forzando un 2+1 que celebró con una rabia inusitada. Los escarceos con Patrick Beverley, que está en todas, habían sido repetitivos y LeBron no estaba para bromas. Quiere la corona. Y sabe que está en una posición ideal para conseguirla.

Ni Anteto ni Kawhi han podido parar a LeBron en el último cuarto de sus respectivos partidos. Ninguno ha podido poner freno a uno de los mayores talentos de la historia. Un hombre que finalizó con 28 puntos, 8 rebotes y 9 asistencias y que promedia 30+8+10 desde el All Star, con un 55% en tiros de campo, 8 victorias en 9 partidos para los Lakers y habiendo acabado con el MVP de la última temporada regular y el MVP de las últimas Finales en apenas unos horas. A esa lista de víctimas podemos añadir a Paul George, 31 puntos la pasada noche antes de llegar al último cuarto y desaparecer con cero tantos y apenas dos triples frontales intentados sin suerte. Los Clippers siguen con ciertas dudas, con Lou Williams cuesta abajo después de sostener al equipo, load managment mediante, en buena parte del curso, Marcus Morris mal y ciertas carencias en una plantilla que, y esto es una obviedad, derrocha talento. Los Lakers, por su parte, sonríen. Tienen huecos por tapar, pero se han asegurado virtualmente el primer puesto del Oeste y no están lejos de unos Bucks que han bajado el pistón cuando nos acercamos al momento clave. Y, lo que es más importante, han disipado dudas y acusaciones sobre ser un equipo solo de regular season ganando a dos de las mejores franquicias de la competición. Y con LeBron volando y quién sabe si con más posibilidades que nunca de MVP. La fiebre amarilla ya está aquí.