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NBA | ALL-STAR 2020

Chicago y el All Star Weekend, mucho más que baloncesto

Las organizaciones benéficas por las que jugaron el Team LeBron y el Team Giannis alaban su unión con la NBA: "Los jóvenes ven que su trabajo importa".

Chicago
Chicago y el All Star Weekend, mucho más que baloncesto

En 2017, las autoridades de Chicago reconocieron que apenas podían resolver el 17% de los crímenes que se producían en la ciudad, un dato que se alejaba drásticamente del 59,4% que marcaba la media de Estados Unidos. Durante los tres años anteriores, la policía había requisado unas 7.000 armas ilegales, el doble que en Los Ángeles y seis veces que en Nueva York. El crimen organizado, con la irrupción (por si faltaba algo) de la violencia narco del cartel de Sinaloa, muerde los tobillos de una de las grandes ciudades del mundo, el tercer mayor mercado de EE UU (después de, otra vez, L.A. y Nueva York), un área metropolitana (Chicagoland) de más de 10 millones de personas que se expande a partir del Loop, el downtown de un núcleo urbano que se volvió a levantar, literalmente, tras el espantoso incendio de 1837 y que es la segunda más visitada del país: 58 millones de turistas en 2018 por los 65 de la Gran Manzana.

La economía de Chicago ha florecido en los últimos años, con las menores tasas de paro (en torno al 3,8%) de todo EE UU y casi un tercio de los sueldos en un mínimo de 100.000 dólares anuales. El problema, y casi siempre es ese el problema, es el reparto de la bonanza: el salario medio en 2016 era de 44.758 entre la población blanca (casi un 45%) y de 20.727 en la negra (un 33%). Casi una quinta parte de la ciudad vive en situación de pobreza o en riesgo de ella, y esos barrios concentran más del 50% de una actividad criminal que perpetúa la depresión de esas zonas más desfavorecidas. La desigualdad estrangula las oportunidades y abona la semilla de la violencia. Las bandas gobiernan los barrios en los que la segregación, la injusticia económica, la ley del arma de fuego y la alta tasa de mortalidad siguen siendo puntos cardinales inevitables.

En el barrio de Austin (West Side), se concentran el 12% de todos los tiroteos que se contabilizan en la ciudad. Allí a cualquier sueldo hay que quitarle unos 20.000 dólares anuales con respecto a lo que sería en otra zona y, según los estudios (no es simple palabrería), los jóvenes salen a la calle con miedo verdadero a no regresar a sus casas por la noche. Más del 34% de la gente que vive en los barrios más pobres de Chicago es de raza negra. En ellos es difícil salir de ese bucle de segregación y violencia porque es difícil cambiar, casi hasta visualizar, futuros que parecen escritos, vidas con las cartas marcadas. Es el estigma, la roca que muchas veces parece imposible de mover, que reconocía como enemigo Colleen Daley, directora del comité de Illinois contra la violencia armada: “Nada detiene una bala como una oportunidad”.

Un trabajo recompensado por la NBA

La base de nuestro trabajo es que la vida de nadie debería estar condicionada por el lugar en el que ha nacido ni las condiciones en las que ha crecido”. Oportunidades: Brett Slezak es el director de comunicación y marketing de Chicago Scholars, un programa que ya ha ayudado a más de 3.500 estudiantes de barrios desfavorecidos de Chicago, y sin nadie en sus familias con estudios superiores, a acceder a la universidad, navegar esos años de formación y prepararse después para encontrar su lugar en el mercado laboral. “Si nos limitamos a que lleguen a la universidad y no les guiamos más allá, no habremos hecho nuestro trabajo”, le cuenta Slezak en su oficina a As, “para ellos es muy difícil no solo llegar a la universidad sino también elegir la más adecuada. Los estudios universitarios en Estados Unidos son carísimos así que si eres de una familia pobre, sin recursos, sin tradición universitaria... Tenemos que ayudarles pero también hacer que sientan que estamos ahí y trabajar para que el título universitario no sea la línea de meta. Ellos pueden ser referentes de sus comunidades en el futuro”.

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Chicago Scholars comenzó a trabajar en la comunidad de Chicago en 1996, y en el pasado All Star, el tercero en la ciudad y el primero desde 1988, fue la asociación elegida por LeBron James, cuyo equipo (Team LeBron) le dio su color azul y sus puntos. El otro equipo, el Team Giannis, eligió After School Matters, una organización que está en marcha desde 1991 y que trabaja con unos 19.000 estudiantes al año con programas extraescolares que empezaron centrados en el arte y que ya se han extendido a la comunicación, la ciencia, el deporte, la tecnología... Presumen de que el 97% de sus estudiantes tiene planes firmes de futuro en una ciudad donde el 30% de los jóvenes reconocen sentimientos de tristeza y desesperanza. Y Tony Diaz, director de programas, insiste en el valor de esa formación fuera de las aulas: “Con nosotros ven qué área les gusta más, se adapta mejor a ellos. Empiezan a pensar qué quieren hacer, reciben un pequeño salario por su trabajo para que vean que se valora lo que hacen...”.

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Hace tiempo que la NBA vinculó su marca a un trabajo social al que también saca brillo en el All Star Weekend, sobre el terreno mucho más que los eventos que lucen en televisión, una cita que llena de baloncesto, y todo lo que lo rodea, la ciudad que ejerce de sede. Esta vez una gélida Chicago en la que la liga lució su programa NBA Cares (con aparición de Barack Obama), el trabajo por la inclusión y contra la injusticia de NBA Voices y el nuevo enfoque del All Star Game, donde el formato nuevo de partido va unido a las donaciones a las dos asociaciones elegidas. Cada uno de los tres primeros cuartos se resolvió con un ganador individual que dio 100.000 dólares a su asociación, mientras que el último parcial (que se jugó sin tiempo y con un número de puntos al que tenía que llegar el vencedor) puso en juego 200.000 dólares. Esta vez el Team LeBron obtuvo 400.000 dólares para Chicago Scholars y el Team Giannis 100.000 para After School Matters. Sin embargo, el alero griego y sus compañeros anunciaron que pondrían otros 100.000 dólares de sus bolsillos mientras que la NBA se asegura de que, más allá del desenlace del partido, ambas organizaciones reciban su apoyo.

Una nueva fórmula que trata de añadir alicientes al All Star Game mientras visibiliza el trabajo de la NBA y la labor de unas organizaciones que llenaron uno de los fondos del United Center. Unos estudiantes con los colores del Team LeBron, otros con los del Team Giannis. “Hay chicos que nunca han podido ir a un partido de los Bulls, que nunca han pisado el United Center. Y lo hacen para un All Star participando además en el resto de actividad del fin de semana”, recalca Slezak, que sabe que el día de fiesta es inolvidable para los estudiantes pero el mensaje es lo que verdaderamente cala: “Ver que LeBron se fija en ellos les demuestra que pueden conseguir aquello que se proponen. Pueden ser los primeros de su familia en tener un título universitario, pueden tener un buen trabajo, pueden ser líderes de la próxima generación en su comunidad... Cuando fuimos elegidos ellos decían que eso les demostraba que el trabajo da resultados, que hay gente que se preocupa por ellos. Nada que digamos sobre cómo de importante ha sido esto para nosotros y nuestros estudiantes sería una exageración”.

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Victoria Messina

Y Diaz coincide desde el bando de After School Matters: “Esto les demuestra que detrás de ellos no solo estamos nosotros, hay más. Se visibiliza nuestro trabajo, se ve lo que estamos haciendo con los jóvenes... no hay palabras para explicar lo que ha significado esta experiencia para ellos”. Ambas organizaciones siguen con su trabajo, día a día, una vez que el All Star deja Chicago y pone rumbo a Indianápolis 2021. Un evento que es fiesta y polvo de estrellas pero es también, y por suerte cada vez menos entre bastidores, mucho más que eso. Y ese es, precisamente, uno de los grandes valores de la NBA actual.