Nadie quiere ver a Portland Trail Blazers en los Playoffs NBA
La franquicia Oregón se encuentra a tres partidos del octavo puesto. Damian Lillard está convencido de que ningún rival desea enfrentarse a ellos.
Portland Trail Blazers es un clásico en los playoffs de la Conferencia Oeste en la última década, donde solo ha faltado en dos ocasiones. Ha estado presente en las últimas seis fases por el título con una transformación profunda de plantilla incluida entre medias: en 2015 el quinteto era nuevo, con Lillard como único superviviente de toda una etapa en Oregón. LaMarcus Aldridge, Nicolas Batum, Wesley Matthews y Robin Lopez, poco a poco, abandonaron y Terry Sttots hizo magia con el base y CJ McCollum como estrellas de un equipo aislado en un noroeste americano que nunca ha conseguido el impacto mediático que se merece. Es un mercado difícil de vender y complicado para comprar. Algo que no ha impedido a los Blazers ser una de las organizaciones más modélicas de la NBA.
Ninguna señal advertía que esta temporada el barco no llegaría al mismo puerto. Finalista de Conferencia el pasado curso, su cota más alta desde principios de siglo, Portland era un fijo para los playoffs. Para todos. Solo la posición era la incógnita. Pero nadie le bajaba de ahí. Sin embargo, el comienzo de campaña crujió los pronósticos y de los primeros 20 partidos, solo sacó adelante 8. Y el ritmo no mejoró con el paso de los meses. Nunca ha elaborado grandes rachas positivas (cuatro triunfos seguidos es su tope). Y mientras se hundía, sus rivales avanzaban, dejándole aislado, en tierra de nadie.
Lo peor es que en ese pasar de los días, los puestos del Oeste se vendieron en casi su totalidad y solo un hueco quedó libre, el octavo, en manos de Memphis Grizzlies. Los Blazers se sitúan, en estos momentos, en la novena posición con un balance 26-33, a tres victorias de la franquicia de Tennessee y con tan solo 23 partidos por disputarse. Un reto muy grande, que si alcanzan causaría el pánico en el primer clasificado del Oeste, porque enfrentarse a Portland al mejor de siete partidos no es una ninguna tontería. Porque medirse con Damian Lillard a vida o muerte no es algo que quieras como regalo por trabajar bien durante 82 partidos.
"Somos los últimos que alguien quiere ver"
“Estoy bastante seguro de que somos el último equipo que alguien quiere ver en los playoffs”, aseguró Lillard durante las entrevistas previas al All Star Game. El base es el argumento que mantiene a los de Oregón en la pelea. Se encuentra en sus mejores números de siempre tanto en puntos (29,5) como en asistencias (7,9) y además lanza como nunca desde el perímetro: 39,3% de acierto con 10 triples por encuentro. El quinto máximo anotador de la NBA es una caja de sorpresas capaz de rachas estratosféricas como demostró a principios de año, cuando enlazó 21 partidos seguidos con 20 o más tantos. A finales de enero, superó la barrera de los 45 en cinco de los seis partidos que disputó. Asusta ver su capacidad. Asusta esa determinación que dejó fuera de la lucha por el anillo a la Oklahoma de Paul George y de Russell Westbrook el pasado año con un triple lleno de sangre fría en el último segundo.
Es un asesino que sigue complementándose perfectamente con CJ McCollum y, ahora, con Carmelo Anthony. El primero está en su mejor momento como anotador de los últimos tres años (21,8) y el segundo ha pasado de la marginalidad en el mundo del baloncesto a recuperar la sonrisa. No es el de antes, pero es Melo. Algo más centrado en defensa y con armas en ataque que dan más opciones a un equipo que antes o después debe recuperar a dos cimientos: Zach Collins y, sobre todos, Jusuf Nurkic.
Collins se encuentra fuera desde noviembre cuando se lesionó el hombro izquierdo. Se espera su vuelta en marzo. Nurkic, por su parte, es una incógnita. Después de fracturarse la tibia y el peroné en marzo de 2019 contra Brooklyn Nets, el pívot aún no ha vuelto a las canchas… y no hay una fecha clara para su retorno. El pronóstico era tras el parón del All Star, pero hubo complicaciones con su dolencia. Según Neil Olshey, mánager general de la franquicia, la idea es que regrese en algún momento de una temporada que puede colocar a los Blazers como el gran coco en los playoffs. Un rival temible que nadie quiere tener delante. Complejo, rápido y sin miedo alguno. Un púgil capaz de encajar todos los golpes posibles y contestarlos sin pestañear y sin sudor en la frente. Un combatiente que mira a directamente a los ojos de los Lakers. LeBron James y Anthony Davis van directos hacia esa roca. Una prueba de fuego complicada. Una muralla que puede dejar todo el trabajo realizado durante la temporada en nada. ¿No sería mejor quedar segundo y dejar a otro contra ese toro? Habría que meditarlo.