Abucheos y paliza: Pesadilla para Butler en su vuelta a Philadelphia
Josh Richardson, ex de los Heat, fue el mejor de unos Sixers que aplastaron al equipo de Jimmy Butler en la vuelta de este a una ciudad que lo recibió con bronca.
Jimmy Butler, el número 30 del draft (2011) que se convirtió en all star (cuatro veces ya) y estrella nómada (Miami Heat es su cuarto equipo en cuatro años tras seis en los Bulls) volvía a Philadelphia, de donde salió regular y mediante un sign and trade en el que los Sixers se quedaron con Josh Richardson y él firmó por cuatro años y 142 millones en Miami, donde podría ser el Rey Sol y no un peón de lujo al servicio del Proceso (Joel Embiid, Ben Simmons...). A priori perdía poder competitivo y abrazaba su rol de malo de la película, después de su horrible salida solo unos meses antes de Minnesota y tras jugar apenas 55 partidos de Regular Season con unos Sixers 2018-19 que serán siempre un qué pudo haber pasado si...
Si, básicamente, Kawhi Leonard no hubiera metido aquel tiro lleno de suspense en el cierre del séptimo partido de una semifinal de Conferencia que lanzó a los Raptors hacia el anillo y acabó con la temporada de los Sixers.
En los días previos a su regreso a Philadelphia, Butler reconoció que seguía pensando que (los Bucks se quedaron sin gasolina, las lesiones masacraron a los Warriors), sus Sixers podrían haber sido los campeones si ese tiro de Kawhi se hubiera salido, cosa que pareció hacer un par de veces antes de acabar en el aro. Pero unas palabras poco beligerantes hacia sus ex no aplacaron la ira de la afición del Wells Fargo Center, que recibió a Butler en su primera visita con los Heat en un clima absolutamente hostil: pitada furibunda en la presentación, abucheos cada vez que entró en juego y jolgorio con cada fallo. Y falló mucho.
Y sus Heat, que llegaban por delante en la clasificación de un Este francamente interesante en su zona noble, se dejaron en South Florida su habitual competitividad y fueron barridos (113-86) en un partido en el que ya perdían por 20 en el primer cuarto (cerrado en 28-13), por 20 al descanso (55-35) y por 41 a once minutos del final (100-59). Uno de los encuentros más interesantes de la semana acabó en paliza tremenda, con los Sixers más finos, en noche que ambos equipos jugaban en segunda de back to back, y ya con cuatro victorias seguidas, un brillante 7-0 en su pista y un 11-5 total que va mejorando su discreto inicio y les deja a medio partido de Miami Heat (11-4) y de un Jimmy Butler que esta vez no estuvo cómodo como malo de la película: 11 puntos con un 4/13 en tiros y 2/8 en un primer cuarto que marcó el tono del resto del partido y en el que el equipo de Spoelstra se quedó en un miserable 5/22 ante la bestial defensa de los Sixers, que empiezan a carburar en ataque y a parecer lo que son para muchos: el gran favorito en el Este incluso por delante de los más espectaculares Bucks.
Solo Tyler Herro (20 puntos) y Goran Dragic (18) maquillaron una noche horrible de los Heat, en los que no funcionaron sin Kendrick Nunn, nin Duncan Robinson (los inventos de este curso de Spoelstra) ni el excelente Bam Adebayo (12 puntos, 5 rebotes). Los Sixers devoraron a su rival con Josh Richardson, un ex con menos morbo que Butler, llevándose esta vez los focos: tras salir de Miami después de cuatro años, ventiló a su antiguo equipo con su mejor partido en los Sixers, 32 puntos, 4 asistencias y un 6/7 en triples. Así es todo más fácil para Tobias Harris (19 puntos, 8 rebotes) y Joel Embiid (23+11). Y así los Sixers son un equipo que asusta y que está desde luego por encima de unos Heat que, en todo caso, son mucho mejores de lo que parecieron en un partido que, desde luego, no habrá debido dejar precisamente feliz al chico malo Jimmy Butler.