LIGA ENDESA | BILBAO - MADRID (18:30)
Álex Mumbrú, el discípulo aventajado de Aíto
El entrenador del Retabet Bilbao descendió como jugador y ascendió como técnico la temporada pasada. Este curso debuta en la Liga Endesa y hoy se mide al Madrid de Laso.
Álex Mumbrú ha llegado este año a la cuarentena (Barcelona, 2 de junio de 1979), esa edad en la que los deportistas están de retirada. Él lo puso en práctica en 2018. Hoy se enfrenta al Madrid, uno de los tres equipos ACB en los que militó. Los otros son Joventut y Bilbao Basket y en todos ellos dejó huella. Disputó 21 temporadas como profesional. Como Calderón, es gente que estuvo muy cerca de la generación dorada del 80, pero se quedó al margen de aquel grupo de leyenda por muy poco. Hace un par de temporadas anunció su retirada y, por desgracia para él, llegó con el colofón de un descenso, en Miribilla. Decidió colgar las botas y se hizo con la pizarra del Bilbao Basket. Logró el ascenso desde la LEB Oro en junio y ahora está ante toros bravos: las mejores pizarras de España. Hoy se enfrenta a Laso, un reto mayúsculo. Pero él tiene un buen bagaje como jugador, con entrenadores que le han marcado y de los que ha aprendido para intentar ser uno de los mejores como cuando vestía de corto.
Alex debutó en la Liga ACB con el Joventut el 6 de septiembre de 1997, en la primera jornada, contra el Girona. "Fue con Julbe –rememora-. Debutamos varios jóvenes más. Es el típico entrenador de cantera, que entiende y se sabe manejar con los jóvenes. ¡Hasta el año pasado estaba aún con el filial del Barça!". Luego llegó el turno de Josep María Izquierdo, mano derecha de Obradovic en la colección de títulos de éste. Fue una etapa puente hasta Manel Comas, uno de sus grandes referentes. "Es el primero que me dio una confianza real para jugar al baloncesto, insistió mucho en mí, metimos muchas horas con vídeos para ver el jugador que quería que fuese, confió en mí de manera firme", sostiene el exalero.
En 2002 Mumbrú hizo las maletas camino del Madrid, algo que le granjeó muchas enemistades en Badalona. Allí se puso a las órdenes de Imbroda. "Veníamos de la selección y fue un año complicado, muy difícil. Empezamos con muchas lesiones. El Madrid seguía con el baloncesto porque tenía que seguir esa sección, pero no era lo de ahora. No éramos como este Madrid, teníamos presupuesto irrisorio comparado con los parámetros actuales", explica el técnico barcelonés. El sillón de entrenador era muy volátil por entonces en la casa blanca y al año siguiente llegó el argentino Julio César Lamas. "Jugamos una final de la Eurocup, que perdimos ante el Hapoel Jerusalén. Cuando llegué al Madrid habíamos salido de la Euroliga por malos resultados. Había que regresar. Lamas es muy buen entrenador, tenía las ideas muy claras, pero venía de un baloncesto como el argentino, diferente, y no fue un buen año".
El caso es que como decía Manel Comas, hizo como que iba a por tabaco y volvió a Badalona, en 2004, teniendo que vencer muchas reticencias. Y ahí se encontró con su gran maestro. "Aíto fue en mi carrera el que me dio el salto a ser un gran jugador. Es del que más he copiado, el profesor de muchos entrenadores. No tienes por qué ser igual en todo, luego aportas tus cosas. Demostró que es un genio. Siempre intentas copiar de los mejores y él está entre los más grandes". Allí coincidió con Sito Alonso, que era segundo, otra figura crucial en su proceso de aprendizaje de entrenador. "Siempre pensé en volver a estar con Aíto y lo pude hacer en la Selección, para seguir aprendiendo en otro ámbito".
En otro giro inesperado, regresó al Madrid. Corría el año 2006 y estuvo hasta 2009. Allí coincidió con Joan Plaza, que ya había entrenado al internacional en el cadete júnior de la Penya y segundo en el club verdinegro. "A Joan le tengo enorme respeto, he aprendido muchas cosas de él. Tenía claro cuál era su baloncesto. Es otro con el que hice un clínic". En 2007 logran la ACB y la Copa ULEB, un doblete balsámico para la sección. El salto al Bilbao, toda una sorpresa, se produjo en 2009. En ese momento trabó contacto con Txus Vidorreta, toda una institución en La Casilla. "Me empapé de cosas que me han servido muchísimo, pero por poco tiempo, por los resultados. Era un equipo muy ambicioso, pero las cosas no salieron. Cuando un entrenador lleva mucho tiempo en un sitio… es algo cíclico. Estaba acabando su etapa", refresca a modo de lección que sabe se tendrá que aplicar en algún momento de su trayectoria.
Luego llegó la etapa de Fotis Katsikaris, cuando "se junta con un gran presupuesto, llega el cambio a Miribilla, la profesionalización… los años anteriores se iba subiendo, pero él aportó el gran salto, aprendimos el día a día de la ambición, la presión de estar en finales". Tras las vacas gordas, la penuria. Rafa Pueyo, casualmente actual director deportivo y por tanto superior de Mumbrú, tuvo que lidiar con una huelga, impagos y mil miserias en Miribilla: "No conocíamos ese panorama, Rafa entró en una etapa muy difícil –se apena Álex-. Cuando se va Fotis empieza el declive, era un momento muy difícil para entrenar". Pero el Bilbao Basket renace de sus cenizas de la mano de Sito Alonso, al que le dieron la barbaridad de cinco años de contrato. "Ya le conocía de la Penya. La economía estaba más normalizada, se quería tener el mejor equipo, vienen buenos resultados. Tengo cosas de Sito, del entrenador más reciente te quedas con más. Si tuviera que definir con una palabra a los que me han marcado diría: Aíto, el genio; Sito, un innovador; y Plaza, el constante. Conseguimos entender el baloncesto de Sito y fueron buenos años". Con Duran hubo una de cal y una de arena. "Es de la escuela de Aíto, como Sito, con las ideas claras. El primer año casi entramos en playoff, aunque seguían los problemas económicos. Y el segundo acabó mal, no fue bueno para los jugadores ni para Carles", admite Mumbrú. Tomó el relevo Mrsic, que "vino a un equipo mentalmente tocado" y Lakovic fue el último técnico en su larga carrera. "Cogió un marrón. Se buscó ese último mes un milagro, competimos muy bien, por ejemplo perdimos contra Obradoiro y Baskonia en los últimos segundos. Se descendió por una dinámica muy abocada a la caída".
Pero su carrera en clubes de ACB corre a la par de la trayectoria en la Selección. Empezó periplo con Lolo "Era muy joven, no tenía claro ni lo que quería ser; luego sí que me entró el gusanillo de entrenador y estaba más atento de las cosas y preguntando". Con Pepu reconoció "la clara imagen de cómo llevar un grupo, la psicología, era capaz de que se entendiera todo". Mario Pesquera apenas trabajó con Mumbrú pero desmenuza que "tenía muy marcadas cosas del baloncesto de antes, no tanto de lo que hoy vemos". Aíto y Moncho López, este con trayectoria conjunta más en la B y su etapa casi interina arriba, también le pulieron con La Roja. Con Orenga estuvo poco, "logramos un bronce en el Eurobasket de 2013, fue una apuesta de la Federación, venía de ayudante… es una gran persona, un buen entrenador, con la dificultad de ganar una medalla sin Pau ni Navarro. Al perder en el Mundial, ya no siguió". Y luego está Scariolo: "Busca que cada movimiento sea perfecto, que fluya todo y maneja muy bien la dificultad de manejar un grupo poco tiempo y que todo el mundo entienda lo que pretende. También he copiado cosas de él". Porque lo que le fascina está en su pizarra "y lo que no me ha gustado o con lo que se fracasó, te sirve para espantarlo". Un amplio grupo que ha entrado en su cabeza a modo de coctelera para salir el técnico que es hoy.
"La Selección se acaba reinventando"
Mumbrú no se puede quitar la etiqueta de exjugador. En la ACB es mayoría esta figura. Y está muy apegado al orgullo de haber compartido con la generación del 80 los momentos más dorados del baloncesto español. "Antes y después de la irrupción de esa gente hemos estado unos jugadores que nos hemos beneficiado de ellos. No pertenezco, estoy cerca, y es de oro –admite-. Decían que cuando se acabe, nos quedan Pau y Felipe, todo se iría al traste y han salido Llull, Chacho, Claver, los Hernangómez… la Selección se acaba reinventando". Explica el técnico del Bilbao Basket que todo este torrente de talento abrió las puertas a la NBA, "y ahora las actuales generaciones en seguida se van y no podemos disfrutar de ellas en la ACB". "Bueno la puerta la abrió Martín, pero realmente hay que citar a Pau, Calderón, Raúl, y después Sergio Rodríguez, Rudy, los Hernangómez… enseguida se han ido".
Calderón lo ha dejado y a su íntimo amigo Felipe Reyes le queda muy poco. "Dos gotas más que se extinguen. Hay que disfrutar mientras estén, acaban y es ley de vida, lo que toca, han dado increíbles momentos y Felipe sigue. Se han juntado la generación del Chacho, los Hernangómez, Rudy, Llull… pero todos aquellos, los Júniors de Oro, del mismo año… no creo que lo volvamos a ver. Cuando fueron campeones del mundo nos avisaron de que venía algo muy grande".