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Los Rockets vuelven a desafiar a la dinastía de los Warriors

Gordon se come a Thompson, Harden sube el nivel en casa, Tucker defiende como nunca... todos los motivos por los que Houston ha vuelto a poner en jaque a Golden State.

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Houston Rockets, Golden Satate Warriors, NBA
Tim Warner AFP

Un año después de ser eliminados en el séptimo partido de la final de la Conferencia Oeste por los Warriors, parecía imposible que los Rockets pudieran volver a estar tan cerca de poner fin a la dinastía de Golden State. Daba la sensación de que la oportunidad había pasado. Que la lesión de Chris Paul, unida a ese último encuentro lleno de decisiones arbitrales cuestionables y a una pájara tremenda en ataque de los locales, le quitaba a Houston la oportunidad del anillo. Al menos en lo que se refiere al proyecto de D'Antoni y Harden. Daba la sensación

Esa sensación aumentaba de manera exponencial con el flojo comienzo de campaña de la franquicia de Texas, que necesitó una temporada sobrehumana de Harden (36 puntos por partido en la regular season) para paliar las lesiones y que incluso tuvo que recuperar a su entrenador defensivo del año pasado, Jeff Bzdelik, para, con mucho sufrimiento, poder llegar a las 53 victorias (65 el año pasado) y tener ventaja de campo (solo) en primera ronda de los playoffs.

Tras superar a los Jazz, se encontraron a los Warriors en segunda ronda. Una reedición de la final de Conferencia de hace una temporada y que para Golden State suponía enfrentarse al equipo que más cerca ha estado de acabar con una de las mayores dinastías de la historia. Eso sí, las cosas en esta ocasión eran bien diferentes. Es verdad que los de Steve Kerr parecían estar en su peor momento de los últimos 5 años, pero también es cierto que los Rockets eran, a priori, una sombra del equipo que arrasaba un año antes y que el esfuerzo de la temporada regular, muy dependientes siempre de Harden, les pasaría factura. Y además, en esta ocasión, la ventaja de campo sería para los actuales campeones.

En los dos primeros partidos los Rockets estuvieron cerca, pero los locales se llevaron al gato al agua en ambas ocasiones. Con ganar un partido en Houston tendrían la eliminatoria encarrilada. La cosa se ponía muy de cara para los de Steve Kerr, y parecía que seguirían con una racha que les ha llevado a estar imbatidos en las eliminatorias del Oeste desde 2014. De nuevo, daba la sensación. Pero las cosas han cambiado. El conjunto entrenado por Mike D'Antoni se ha hecho fuerte en Texas y se han comportado como el conjunto campeón que espera llegar a ser para llevarse dos partidos muy sufridos e igualar una eliminatoria que les deja, una vez más, con la posibilidad de acabar con una dinastía que ha tenido en las últimas cuatro temporadas media fisura (que costó un título, eso sí). 

Harden sube el nivel en casa

El primer gran motivo que ha permitido a los texanos igualar la eliminatoria ha sido el nivel de su gran estrella. Harden promedia en la serie 36 puntos, 8 rebotes y 5 asistencias, pero ha subido el nivel en casa y ha sido el mejor de los suyos en las dos victorias de los Rockets. En Oakland estuvo en 32+6+5, pero con un 38% en tiros de campo y un 30% en triples. En los dos partidos en Texas se ha ido casi hasta los 40 puntos por partido (41 y 38 respectivamente) y ha subido hasta el 45% en tiros con un 37% desde la línea de tres. También mejora sus estadísticas respecto al año pasado, donde estuvo en 29+6+6 (con solo el 24% en triples) y desapareció en esa famosa segunda mitad del séptimo partido (al igual que el resto del equipo). 

Del nivel de Harden va a depender el devenir de esta serie. De momento, y en especial en los dos últimos encuentros, ni siquiera Iguodala ha conseguido pararle. Si el escolta, que parece encontrarse en el cénit de su carrera deportiva (los números de la regular season son de otra época), mantiene el tipo y aparece en los instantes decisivos, los Rockets pueden llevarse la eliminatoria.

Gordon se come a Thompson y Tucker sostiene la defensa

Otro de los (grandes) motivos que han empatado la serie ha sido la evolución de Eric Gordon. O la involución de Klay Thompson, depende de cómo se mire. El escolta de los Rockets está en 23 puntos por partido (el año pasado promedió 19) con un 48% en tiros de campo (42 hace una temporada) y un 35% en triples. Y sobre todo, se come a Thompson, que está desaparecido: 15 puntos por partido para el que ha sido uno de los sostenes de la dinastía. El año pasado se fue casi hasta los 20 en las series con un 48% en tiros... y casi un 50% en triples. Este año llega a 39 y 31% respectivamente. Falla lanzamientos liberado, no puede con Gordon y aunque ha conseguido frenar a Chris Paul en determinadas ocasiones, no está siendo el jugador resolutivo del pasado. Con él nunca se sabe. Igual en el quinto choque mete 10 triples y acaba con la eliminatoria. Que se lo recuerden a los Thunder.

El nivel de Tucker también está siendo espectacular, sobre todo en defensa. D'Antoni y Harden ya alabaron al alero tras el tercer duelo y Bzdelik ha encontrado solución al emparejamiento con Durant tras la marcha de Trevor Ariza el pasado verano. Y también está aportando en ataque. En el primer partido fue una sombra, pero en los tres siguientes está en 12 puntos y 11 rebotes, con acciones clave en ambos lados de la pista y en los momentos calientes de los partidos.

Solo Durant sostiene a los Warriors

De momento, solo Durant sostiene al equipo. Y con actuaciones memorables. Está en 36+5+5 (48% en triples) por los 30 puntos que de la eliminatoria del año pasado. Y llega hasta los 35 puntos por partido en la fase final. El resto nada. El otro día hablábamos del flojísimo nivel de Curry (mejoró en el último partido, donde se fue a 30 puntos, pero con 4 de 14 en triples) y hemos mencionado como Thompson claudica ante Gordon. A Iguodala cada vez le cuesta más y acabó tocado el último partido tras una fea acción de Chris Paul (ya tiene 35 años). Green está entre luces y sombras. Mejor que ante los Clippers, pero sin ser decisivo. 

Parece que la lesión de Cousins está empezando a pesar al equipo más de lo que se pensaba en un inicio, y Bogut tampoco es una solución ante un conjunto tan físico y rápido como los Rockets. Kerr se ve obligado a jugar desde el inicio con su quinteto de la muerte, pero no puede cuando D'Antoni, que se está reivindicando en estas series, pone a cinco pequeños en pista. Ahí entra Austin Rivers, colocándose Tucker de falso cinco y perdiendo la partida táctica el técnico de los Warriors. O los de Oakland empiezan a encontrar soluciones más allá de Durant, o lo van a tener muy complicado. 

El quinto partido, decisivo

Ahora toda la presión es para Golden State. Con su dinastía en juego y con gente que acaba contrato (sobre todo Durant), puede ser su última oportunidad para conseguir el título con el proyecto que inició en su día Mark Jackson y que amarró Steve Kerr. Tienen que ganar sí o sí el quinto partido para evitar la ignominiosa situación de jugar un win or gome home en un Toyota Center donde han perdido ya dos partidos.

De momento, los Rockets han vuelto a hacerlo. Y esta vez, contra todo pronóstico. Es muy difícil ganar dos partidos seguidos a los Warriors. También hay que dar crédito al ya mencionado Mike D'Antoni, muy eclipsado estos últimos tiempos por su entrenador defensivo (Bzdelik) pero que está tomando buenas decisiones que permiten a su equipo seguir (muy) vivo. Con Chris Paul sano (16+7+6 en la serie), Gordon y Tucker involucrados y Harden siendo Harden, los Rockets tienen motivos para soñar. Los Warriors, mientras tanto, vuelven a ver desafiada su dinastía. Quizá por última vez.