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Delteco GBC
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DELTECO GBC 85-OBRADOIRO 72

El Gipuzkoa obra el milagro: sale del descenso medio año después

Sumó la novena victoria y quiere emular al Joventut de 2018. El Obradoiro encadena de nuevo una racha de cuatro derrotas seguidas.

Nevels, en la piña final
Nevels, en la piña finalJavier EtxezarretaEFE

El Alicante hace muchos años provocó, con Pepe Sánchez, uno de los mayores milagros de la historia de la ACB saliendo del absoluto lodazal en la segunda vuelta. El Joventut fue el año pasado a esa misma escuela y se libró de la mano de un Duran al que lanzó por la borda el Bilbao semanas antes. Y en el actual ejercicio el Delteco Gipuzkoa, uno de los equipos con menos talento pero más orgullo de los últimos tiempos en la élite del baloncesto español, está firmando un sueño que nadie podría creer el 7 de octubre de 2018, cuando le apaleó el Baskonia y le mandó a la zona de descenso. Desde entonces, casi medio año después, el equipo donostiarra ha tenido que vivir en el infierno de la categoría, ha aguantado un pabellón desierto y ha entendido que si no cesaban al entrenador es porque no había un duro. Pero de repente, se ha levantado y se agarra con uñas y dientes a la categoría: seis triunfos ha sumado en dos meses o lo que es más inconcebible, cinco victorias en los siete últimos partidos. Con dos fichajes que no son cracks, desde luego no son McCallum ni Gentile. Zeisloft y Rebec son sólo dos buenos jugadores de equipo, dos tipos con una raza de ACB. El esloveno es tarzán, va a por los rebotes por la estratosfera y se sube a la chepa de cualquiera para lograr su propósito. Un triple suyo a 11 metros en el sorbo final acabó de mondar a un Obra que bajo la piel de equipo bien trabajado está sin alma, sin intensidad. Y Zeisloft saca el fusil con mirada telescópica que agradece el ya excolista.

Lo curioso es que el GBC sigue sin echar en falta a Van Lacke y Corbacho, los que tenían que guiar por esta senda del miedo. Los líderes son otros. Por ejemplo Burjanadze, aquel niño que estuvo a punto de quedarse inválido y se se come el parquet a bocados. O Dani Pérez, a un nivel de confianza en dirección y tiro de Selección. Sekulic estuvo también de cine esta vez en la zona defensiva. El Gipuzkoa salió de nuevo con mucho ritmo en casa y un 23-8 le permitió alcanzar un colchón (31-23) que luego supo administrar con enorme entereza. El equipo es como un reloj en el que van apareciendo piezas que completan un mecanismo bien ajustado. Por ejemplo Nevels, con esos tiros que saca desde abajo, ora en triple ora tras paso y lanzamiento. metió en el segundo tiempo tres canastas seguidas cuando su equipo pedía colaboración que reforzaron la moral general. Con el 40-30, los vascos llevaban cuatro triples desde las esquinas, ahí donde nunca llegan las ayudas. Movían la pelota con alegría y machacaban ante el pasmo de los santiagueses.

Valdeolmillos no cuenta con Salvó, un buen jugador. Prefiere tener jugadores más dinámicos. El triple es la vida para ellos. Siete jugadores anotaron desde el aro. Moncho trataba de compensar con el juego en la pintura pero su equipo fue muy irregular, jamás se creyó que podía remontar. Estuvo dormido de arranque y fue a remolque durante toda la velada. Fue clave una antideportiva (revisada) a Llovet, que se echó el equipo a la espalda en el intento final, de Bobrov, con 74-65 (-4:17). era la última oportunidad gallega. Pero sólo se solventó con un punto los libres y la banda. Burjanadze y Rebec solventaron la papeleta. El Obra suma por segunda vez este año cuatro derrotas seguidas. No tendría por qué temer, pero que más le vale sumar otra victoria por si acaso. Entregó hasta el averaje (+7). El calendario niega la ilusión al Delteco: Murcia, Baskonia, Fuenlabrada Barça y Madrid. Pero tras alcanzar el prodigio de escapar del descenso (a la espera del Manresa-Murcia) ¿quién les quita ahora este caramelo?