Desastre de LeBron y los Lakers, matemáticamente sin playoffs
A LeBron no le sale nada y los Nets de D'Angelo Russell, precisamente, dan la puntilla a un equipo que lleva muchas semanas sin aspiraciones.
Fue más simbólico que otra cosa, porque hace muchas semanas que el destino de los Lakers 208-19 quedó sellado y todo lo demás está siendo un inacababable languidecer al que le quedan todavía 10 partidos en los que (31-41) ya el mejor escenario posible sería llegar al 50% de victorias. Ni se va a rondar, claro. De hecho los Lakers no superarán el 35-47 de la pasada campaña cuando, es un pequeño detalle, no tenían a LeBron James. Después de cinco ausencias de playoffs entre 1948 y 2013, está será la sexta seguida, ya matemáticamente después de perder contra, más simbolismo, los Nets de D'Angelo Russell (106-111). Para LeBron James, será la primera ausencia desde 2006 y después de trece años seguidos con nueve finales jugadas, ocho de forma consecutiva. Unos playoffs sin LeBron es, desde luego, terreno desconocido para la NBA. ¿Sin los Lakers? Ya no. De hecho, se está convirtiendo en la norma.
¿Más simbolismo? Con los Lakers a tres puntos y una posesión por jugar, LeBron James se resbaló y perdió la bola por la línea de fondo. Como cuando Hezonja le puso el tapón en el último ataque en el Madison, el gran coloso de su generación pareció otra vez un jugador vencido, cansado, al que este año le ha sobrevenido su primera lesión seria y, tal vez, el primer paso atrás visibles de sus condiciones por culpa del padre tiempo. Al que nadie derrota, aunque ha llegado a parecer el primer ser humano capaz de hacerlo.
LeBron, que cumplirá 35 años en diciembre, llevará siempre esta temporada como un borrón en uno de los mejores currículums de la historia de la NBA. Negado, sin esa capacidad de imponer su voluntad que siempre le ha caracterizado, lo intentó todo sin suerte: 8/25 en tiros, 25 puntos, 9 rebotes, 14 asistencias, 8 pérdidas y la sensación de que ya ni domina los partidos en los tres primeros cuartos ni los cierra en el último. La ingle, los años, las desgracias de la temporada, la plantilla que ahora mismo le rodea... Hasta el próximo otoño no sabemos dónde está realmente LeBron James. Le esperan, quizá eso sea algo positivo para él y para su equipo, unos larguísimos meses de vacaciones después de años terminando las temporada en junio, agotado. En fin. Y a los Lakers les espera la lotería del draft, donde ahora llegaría como el décimo peor equipo de la temporada, una posición que seguramente empeore (es decir: mejore) en estas tristes últimas semanas de competición. ¿Es algo muy interesante de cara al futuro inmediato? Sí ¿Es una auténtica pesadilla que el desenlace de este curso sea ese? Absolutamente, y de la peor naturaleza. Ambas cosas son perfectamente compatibles.
Los Lakers que se equivocaron en la confección de su plantilla, en la gestión del asalto a Anthony Davis y en otro millón de cosas, han sido doblegados básicamente, y es más un hecho que una excusa, por las lesiones. La de ingle de LeBron cuando el equipo era cuarto del Oeste, en Navidad. Las de Ingram y Lonzo en sus respectivos mejores momentos de la temporada (los tres gallos del equipo solo han jugado 23 partidos juntos: 15-8 de balance en ellos). Las de Rondo cuando todavía parecía un jugador útil para el equipo, la neumonía de JaVale McGee, la rodilla que ha lastrado a un Josh Hart que ya está parado también, la espalda de Kuzma... un desastre integral culminado esta noche con la materialización de lo que ya se sabía. Fuera de playoffs en un partido en el que, como casi siempre, ni entraron los triples ni entraron los tiros libres ni el equipo tuvo un buen plan de ataque aunque realmente puso interés. Kuzma (3/11) y Caldwell-Pope (1/6) tiraron tal mal como casi toda la temporada y de repente, y ya a destiempo, JaVale McGee apareció con los mejores números de su carrera: 33 puntos, 20 rebotes, 6 tapones. Si todo parece pura confusión, es porque todo es pura confusión. Sencillamente.
En medio del funeral vikingo a una temporada de los Lakers que ha acabado siendo un desastre histórico, los Nets rebañaron un triunfo sufrido, en un último cuarto muy igualado y sin jugar a su mejor nivel. Pero en 38-36, han enlazado victorias cruciales en Sacramento y L.A., después de tres derrotas y cuando su puesto en playoffs parecía en peligro. Ahora tienen dos partidos y medio de margen, que debería bastar aunque el calendario les puede jugar una muy mala pasada: vienen Blazers, Sixers, dos veces Bucks, Celtics, Raptors, Pacers y Heat para cerrar curso. Cuidado.
Los triples de Joe Harris (6/8, 26 puntos) y la aparición a tiempo de Dinwiddie en los últimos minutos bastaron para un equipo liderado por un D'Angelo Russell (21 puntos, 13 asistencias) que estuvo ansioso en la segunda parte (acabó con un 4/11 en tiros y 6 pérdidas), con demasiadas ganas (se comprenden) de dejar su firma en este partido, de anotar el triple que se hiciera viral en las redes, de poner la puntilla al equipo que le drafteó y que le regaló como señuelo para cuadrar sus cuentas económicas. En un año en el que ha sido all star y le está discutiendo el Most Improved Player a Siakam, no dejó un partidazo pero sí se dio el gusto de ganar y comprobar, in situ, que por ahora le van a él y a sus Nets las cosas mucho, muchísimo mejor que a unos Lakers para los que el infierno del resultado final del curso ya ni parece quemar mucho si se compara con el terrible purgatorio que están suponiendo estas semanas de jugar y jugar sin ningún objetivo (12 derrotas en 14 partidos) y sin nada que ganar ni rescatar se semajante catástrofe. Un equipo que lleva demasiado tiempo pidiendo a gritos que esto se acabe. Mal, muy mal, peor o todavía peor que peor: como sea, pero que se acabe.