LeBron James choca con la realidad del Oeste
Tras 8 finales consecutivas y 13 apariciones en playoffs ininterrumpidas, LeBron James pierde la corona justo el año que cambia el Este por el Oeste.
Tras quince temporadas en la NBA, LeBron James decidía el pasado verano poner rumbo a la Conferencia Oeste por primera vez en su carrera. Convencido por Magic Johnson en persona, el alero, que venía de cuajar unos históricos playoffs y jugar su octava final consecutiva, aceptaba un nuevo reto en una nueva ciudad y se erigía camino de los 34 años como el líder de una plantilla joven y talentosa que llevaba creciendo a las órdenes de Luke Walton desde la retirada de Kobe Bryant y cuyo objetivo era alcanzar la post temporada por primera vez desde 2013.
Sin embargo, las cosas no han salido como se esperaban en Holywood. Las lesiones acecharon al equipo cuando se encontraban en cuarta posición y tras ganar a los Warriors en Oackland. Desde entonces, de mal en peor. La lesión de la estrella, unida a la de otros miembros de la plantilla, alejaba a los Lakers de playoffs, y los rumores en el mercado de fichajes acababan con la química del grupo. El regreso de LeBron tras el All Star se las prometía felices, pero el equipo tampoco ha dado con la tecla en los últimos meses con él en pista y se van a quedar fuera, otra vez, de una fase final que esta campaña parecía un objetivo real.
El 'salvaje' Oeste hace mella en LeBron
Los 'haters' de James siempre han sido muy ruidosos. La NBA levanta pasiones y odios a partes iguales y la gente siempre ha sido más consecuente con lo segundo que con lo primero. Al 3 veces campeón se le criticaba al principio su falta de tiro, que parecía un robot en pista o que fallaba en los momentos claves, como le pasó en las Finales de 2007 contra San Antonio o en las de 2011 contra Dallas, cuando estuvo desaparecido. Exhibiciones como las que realizó en Detroit en la finales del Este de 2007, en la que anotó los últimos 25 puntos de su equipo, no eran tenidas en cuenta para un jugador que no tenía ni un anillo de campeón.
Cuando empezó a ganar siguió sin librarse de las críticas. El partido ante los Celtics en 2012 en las Finales del Este de 45 puntos y 15 rebotes en el Garden cuando su su equipo se enfrentaba a un 'win or go home' tampoco le valió, y en la consecución de finales (y de títulos) la gente empezó a hablar del súper equipo que formaba en Miami (y luego en Cleveland) o del bajo nivel del Este, que le permitía disputar la última ronda de las eliminatorias por el título habiéndose enfrentado previamente a equipos de muy poco nivel.
Hay que remontarse a los Celtics de 2012 o a los Pacers de 2013 para ver una verdadera oposición a un LeBron que ha tenido en su equipo en las últimas 8 finales a jugadores de primer nivel como Dwayne Wade, Chris Bosh, Ray Allen, Kyrie Irving y Kevin Love o a secundarios como Shane Battier, Mike Miller, Chris Andersen, Tristan Thompson o JR Smith. Eso sin contar a baloncestistas como Mike Bibby en 2011, Deron Williams en 2017 y George Hill o Kyle Korver el año pasado, todos ellos cuando estaban ya muy lejos de su mejor nivel.
Este año en Lakers LeBron no ha podido sacar el año adelante. Se ha tenido que enfrentar a su propia humanidad (ha pasado más tiempo lesionado que nunca) y a una edad que hace mella en cualquier jugador, incluido James. El alero ha vuelto a ser criticado por asumir mucho balón, no dejar que los jóvenes se desarrollen o por su actitud defensiva. El hecho de que haya parecido, una vez más, que influía en decisiones trascendentales del equipo, como el 'caso de Anthony Davis' no ha ayudado a mantener su reputación a flote.
La NBA es muy dada a comparaciones entre diferentes épocas, y en este caso también podríamos tirar de una. El últimos jugador franquicia de los Lakers, Kobe Bryant (como le echan de menos en LA) clasificó a la franquicia a playoffs en 2006 (y 2007) con una plantilla cuyo base titular era Smush Parker y que contaba con Chris Mihm, Kwane Brown, Luke Walton o Sasha Vujacic como hombres importantes en la rotación, más allá de un Lamar Odom que actuaba como segunda espada. Ese año, con Phil Jackson en el banquillo estuvieron a punto de ganar a los Suns en primera ronda.
En la presente campaña, los Lakers se quedan fuera con una platilla sensiblemente superior. Las lesiones pueden valer de excusa para la primera parte de la temporada, pero con el retorno de LeBron han seguido perdiendo. Y van a jugar la post temporada unos Clippers sin Tobias Harris y unos Spurs en los que Popovich suple la falta de talento de años pasados y mejores. La bajada de competitividad no ha permitido tampoco a la franquicia jugar playoffs. Y sí, las comparaciones son odiosas. Pero ahí están y nadie puede evitar que se hagan.
¿Y ahora qué?
Esta es la gran pregunta. James va camino de los 35 años y tras una temporada de despropósitos los angelinos deberán moverse. No parece que Luke Walton vaya a seguir contando con el respaldo de una directiva también muy cuestionada, pero tampoco parece que haya muchos agentes libres dispuestos a ir a Hollywood, ya sea por 'El Rey' o porque tienen planes mejores.
De una manera u otra, poco a poco se va acabando una era en la NBA. Tras 13 años jugando playoffs y 8 finales consecutivas, LeBron pierde su corona y da paso a una nueva generación y a un nuevo baloncesto que ya se ha asentado definitivamente y al que, todo hay que decirlo, el 4 veces MVP se ha adaptado de manera magistral. Solo falta por ver si 'El Rey' volverá para recuperar su trono y si conseguirá encontrar la fórmula para triunfar en una Conferencia Oeste en la que necesitas una gran dosis de suerte y de talento para triunfar. Un Oeste que representa una realidad con la que LeBron, uno de los mejores jugadores de la historia, ha chocado.