REAL MADRID-ESTUDIANTES

La leyenda del derbi madrileño

En 1963 el Estudiantes le gana tres veces al Madrid y se lleva la final de Copa, su primer gran título. Y en 1967 le quita a Ferrándiz la Liga con polémica, la única que no ganó el técnico blanco.

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El madridista Wayne Brabender, ante el Estudiantes, en un derbi de finales de los sesenta.
Diario As

La gran rivalidad entre el Real Madrid y el Estudiantes parece eterna, pero también tiene su origen, créanselo. Ambos estuvieron en 1957 en la línea de salida de la primera Liga. Se les sumaron el Barcelona, el Joventut, el Orillo Verde y el Aismalíbar, los cuatro de la provincia de Barcelona. Solo seis clubes, no había jugadores de élite para más. Ahora, 62 años después, el Madrid, el Estu y el Joventut son los únicos que han disputado todas las ediciones ligueras desde aquella inicial. El Barcelona, no, porque en 1961 su presidente, Enric Llaudet, disolvió la sección alegando apuros económicos. La decisión duró solo una temporada. Luego, en 1964, bajó a Segunda para subir rápidamente al año siguiente.

Pero volvamos a los dos clubes madrileños, codo con codo desde el inicio, aunque no sería hasta la desaparición del baloncesto azulgrana, en el curso 61-62, cuando el Estudiantes asomó de verdad la cabeza. Aquella temporada acabó tercero en la Liga y perdió la final de Copa, la primera de su historia, ante el Madrid, que no cedió un solo encuentro en las competiciones nacionales. Arrancaba una rivalidad que se iba disparar en la campaña siguiente, nacía la leyenda del derbi. El Madrid repetía como campeón de Liga, pero esta vez no acabó invicto. Dos derrotas, las dos ante el Estu. Se volverían a ver las caras en la final de Copa el 19 de mayo en San Sebastián.

El torneo del KO había adoptado en 1963 un formato que nos resulta familiar. Ocho equipos en una sede, San Sebastián, con la colaboración de dos poblaciones cercanas, Tolosa y Bergara. El Madrid había perdido a su torre, a Wayne Hightower, pero acababa de fichar a Bob Burgess y Clifford Luyk. Daba igual, ninguno de los dos jugaría porque los extranjeros estaban prohibidos en la Copa. Al Estudiantes lo dirigía Jaime Bolea y el corazón del equipo era un trío de bajitos combativos: José Ramón Ramos (hermano mayor de Vicente, los dos acabarían en el Madrid), Jesús Codina (su hermano Javier también presente) y el genial Juan Martínez Arroyo. Entre los tres acumularon 69 puntos en la final y Baby Mimoun añadió 15. Su táctica era clara: jugar por fuera, utilizar un solo pívot y abrir espacios para sus bases. El Madrid mandaba de inicio en parte por los legendarios Emiliano Rodríguez (21 puntos) y Lolo Sainz (27), más Carlos Sevillano y la fortaleza de Lorenzo Alocén (célebre por la autocanasta, aquella ocurrencia de Ferrándiz), pero Emi se lesionó y Sevillano y Alocén eran eliminados por faltas.

Un vendaval azul borró a los blancos de la pista. El Estudiantes ganaba 94-90 y conquistaba el primer título de su historia, la primera Copa de las tres que tiene en sus vitrinas (1963, 1992 y 2000). ¡Y de paso tumbaba al Madrid tres veces en una misma temporada!

El Estu le arrebata la Liga al Madrid y se la da al Joventut

Nacía la leyenda del derbi madrileño, que, poco después, en 1967 viviría otro momento álgido, cuando los estudiantiles tumbaban a su ya eterno adversario en la última jornada de Liga y le arrebataban el título. Y no para quedárselo, sino para entregárselo al Joventut en bandeja de plata. Para que se hagan una idea de la magnitud de la gesta, aquella fue la única Liga de trece disputadas que perdió Pedro Ferrándiz en el banquillo.

El héroe colegial fue Emilio Segura, con dos canastas en los últimos segundos. La penúltima forma ya parte del imaginario estudiantil: Segura encesta por encima de Luyk y cae sobre este. El árbitro, el histórico Ángel Sancha, señala falta en ataque y con sus gestos parece decir que no vale la canasta. La Nevera, junto al actual pabellón Antonio Magariños, ruge y Sancha se dirige a la mesa. Ese gesto de invalidar la canasta lo acompaña ahora con una frase: “¡Fuera, fuera todo el mundo!”. O se le había entendido mal o había cambiado de opinión, falta de ataque pero… la canasta era válida. Luyk erraba desde la personal y Segura culminaría en una última acción un robo providencial: 77-75. El Madrid de Ferrándiz perdía por primera y única vez una la Liga, era humano, y el Estu disparaba la rivalidad vecinal. Los prometedores primeros capítulos de un derbi que medio siglo después aún tiene mucho que decir.