Llull asoma en el recital de Rudy y Ayón ante el Maccabi
Los blancos sacan de rueda al equipo israelí. El base, que no anotó hasta la segunda parte, acabó con 11 puntos y 10 asistencias. Ayón valoró 31 (18+9) y Rudy, 21.
Al Maccabi se le ve bien trabajado como equipo desde la llegada de Sfairopoulos al banquillo, se le intuye potencial (incluso sin Tarik Black y con Wilbekin extraviado), aunque para tumbar al Madrid en el Palacio necesita algo más. Puede presentarle batalla a rachas, incluso puede plantarle cara en ataque y en defensa durante muchos minutos, pero no puede pelearle de tú a tú en todo el campo todo el partido. Esa era la sensación en una primera parte igualada, con ligeras ventajas visitantes (7-12, 38-41…), y eso fue lo que ocurrió en la segunda, donde los de Laso, a fuerza de rotación, de su habitual labor de desgaste y de apilar manos para la causa, sacaron de rueda a su rival en plena exhibición de Rudy y Ayón.
“Rebote y ritmo”, reclamaba Laso en el descanso. Y es justo lo que encontró en la reanudación, cuando asomó Llull después de haberse marchado al vestuario con 0 de 6 en el lanzamiento y -2 de valoración. Como ante el Fenerbahçe, empezó el tercer cuarto en pista junto a Campazzo. Había estado mal en el tiro y mejor en la dirección y entonces afinó puntería para terminar con 11 puntos. Ocho en seis minutos para el primer gran arreón blanco: 64-50. Campazzo le daba ritmo al juego, Tavares intimidaba y machacaba y Llull no dejaba de repartir pases de canasta (10 al final).
Pero el Maccabi no estaba muerto, no aún. No hasta que Michael Roll, ex del Zaragoza, entregara la cuchara (6 de 7 de tres, 23 puntos y 5 asistencias). Tyus era el otro pilar macabeo, aguantó el tipo ante Tavares y contribuyó decisivamente a un parcial de 2-10 (66-60) tras la cuarta personal del gigante blanco (falta en ataque y técnica por levantar los brazos).
Quedaba un último demarraje, el definitivo, el que descabalgó a los amarillos ya en el acto final: 87-69. Recital de Rudy y Ayón y gran conexión entre ambos. El mexicano, que empezó fuerte en ataque tras los problemas de faltas de Tavares en el primer cuarto (dos muy rápidas), remataba colgándose del aro los alley-oops servidos por el mallorquín. El pívot terminó con 18 puntos (9 de 10 en tiros de campo), 9 rebotes, 3 asistencias, 2 robos y 31 de valoración. El alero acumuló 13 tantos, 5 rechaces, 2 recuperados y 21 créditos. Amenaza permanente atrás por sus manos rápidas y su lectura de la defensa, brillante su colocación y movilidad en el lado débil (el opuesto al balón). El Maccabi, otrora campeón de Europa, hincó la rodilla ante su enemigo más íntimo, al que más se ha enfrentado en el Viejo Continente y con el que más ha perdido: 35 veces ya en 58 partidos. El Madrid cerró el duelo desde una atalaya, inalcanzable.