Los Thunder son un equipo cada vez más engrasado. Lo demuestra la clasificación, pero sobre todo el juego. El año pasado consiguieron una posición aceptable, pero la disposición estaba muy por debajo de lo esperado. Con dos retoques están empezando a ser ese rival temible que todos esperaban cuando Paul George, que de nuevo ha completado un partidazo (quizás uno de los más completos estadísticamente en toda su carrera en la NBA), llegó a la franquicia.

En Sacramento se ha impuesto el rodillo, ha ganado quien ha sabido pillar un suspiro para hacer desangrar al oponente. Y han sido los Thunder, que continúan en la segunda posición de la Conferencia Oeste con un redondo 20-10.

Empezaron ambos equipos apostando por la reproducción: si Adams dominaba en los ataques estáticos, Cauley-Stein quería hacer lo mismo en las continuaciones; si Fox sacaba réditos yendo muy rápido, Westbrook también quería anotar pero cambiando marchas a su gusto. Esos primeros compases no vieron defensa alguna, lo que supuso que el espectador pudiera engancharse con facilidad al juego para achuchón de los entrenadores.

Fue el segundo periodo, más tirando hacia el tiempo de descanso, cuando los Thunder pegaron el estacazo. Lo empezó George con dos canastas consecutivas, lo siguieron Westbrook con dos transiciones rápidas y Abrines y Ferguson desde el triple para que George cerrara con otros dos lanzamientos seguidos, esta vez desde la línea exterior. Estaban 20 por encima (43-63, minuto 21).

Buddy Hield, personaje reconocible en Oklahoma por su paso universitario por allí, cogió el timón de cara al aro de los suyos para intentar algo parecido a una remontada. Los Thunder se limitaron a aguantar el chaparrón en dos momentos distintos: antes de que se acabara el tercer periodo, subsanado con un triple y una asistencia de Abrines; al principio del cuarto ídem, arreglado con dos taponazos de Noel. A partir de ahí Grant, Westbrook y George inflaron sus registros, al igual que el mencionado Hield (37 puntos), en un encuentro que ya había muerto.