Los Lakers destrozan a los Suns y siguen escalando en el Oeste
Pese al 8-25 inicial, fue un triunfo muy plácido para unos Lakers que han ganado tres partidos seguidos en el Staples y están ya 14-9.
Los Lakers ganaron. Ya han alcanzado punto de cocción que permite darles más o menos por seguro un triunfo como este, ante unos Suns que juegan con una alarmante falta de energía, que tienen una alarmante falta de plan (no ha arrancado bien la era Kokoskov) y que, para colmo, se quedaron antes del descanso sin Devin Booker, que se marchó con la misma lesión muscular en la pierna izquierda que le lleva dando guerra desde hace un mes. Una ruina que marcha 4-19, el peor balance ahora mismo de toda la NBA.
En horario matinal de L.A., los Suns parecieron más despejados de inicio y firmaron unos primeros minutos brillantes, con Ariza metiendo triples y la defensa aprovechando la catarata de errores de un rival que tardó medio cuarto en empezar a jugar. Literalmente. Por esos primeros seis minutos pasaron los Suns en 8-25. Y ahí se acabó el equipo de Arizona. Totalmente. Dejó que los Lakers arrancaran hasta el final de ese primer cuarto (21-31, las sensaciones virando) y se descompuso absolutamente en el segundo, en el que no planteó ningún tipo de oposición: parcial de 40-15 y 61-46, que era un 92-69 todavía en el tercer cuarto y un 106-76 con más de ocho minutos por jugar en el último.
De los triples de Ariza, la intensidad de Okobo y los detallitos de Ayton no quedó nada. Los Suns eran un recuerdo camino de Phoenix con medio partido por jugar. Una ruina que allanó el camino a unos Lakers que, eso sí, están mejorando. Después de dos derrotas feas han ganado en el Staples a Pacers, Mavericks y Suns. Son un equipo cada vez más serio y estable en defensa y poco a poco están encajando piezas en un ataque que ya no depende solo de jugar a toda velocidad. Y eso a la espera de Rajon Rondo, al que todavía le quedan unas tres semanas para volver, y con Michael Beasley entrando en calor y quitándole el sitio en la rotación a Lance Stephenson. El alero metió 14 puntos en 13 minutos y va cogiendo el ritmo que le puede convertir en lo que es en este momento de su carrera (lo que fue en los Knicks) y lo que le puede venir de maravilla a estos Lakers: un buen anotador para la segunda unidad, un desatascador para tramos de lío.
LeBron James solo pisó el acelerador en el despegue del segundo cuarto. Jugó comodísimo, se sentó todo el último cuarto y acabó en 22+6+8 sin sudar. A su alrededor van encontrando su sitio Hart, un Ingram cada vez más cómodo y un Kuzma (23 puntos, 8 rebotes) que está empezando a hacer las pequeñas cosas que no hacía antes y que le impedían ser un jugar con más dimensión. Empieza a asomar. Como Lonzo, otra vez problemas enormes para anotar que afean el montón de cosas positivas que aporta, sobre todo en defensa. Y los Lakers, en un momento feliz, se permitieron un último cuarto en el que no había más historia que jalear los primeros puntos en la NBA del rookie Mo Wagner (al final 10 con dos triples).
Les sobraron demasiados minutos y habrá que ver cuánta temporada les sobra finalmente a estos Suns cuya reconstrucción imaginábamos no tan terriblemente lejana. Son las derrotas, pero sobre todo son las sensaciones. Los Lakers, por su parte, están 14-9, un 12-4 en 16 partidos que marca un ritmo de victorias que sí vale para asomar con firmeza en la zona playoffs. Veremos pero, más allá de este partido, empiezan a encajar cosas. Y el resto, ya se sabe, es LeBron James.