Los Warriors se quedaron colgados de la nube de nuevo y perdieron en Detroit ante los Pistons por 111-102 en el que era el regreso de Stephen Curry a las canchas tras unas semanas de baja. El base lo hizo bien, terminó con 27 puntos, pero no fue tanta revolución para sus compañeros como venía siendo anteriormente.

El equipo de Steve Kerr se quedó en ese impulso del principio para luego ir a remolque y no probar las mieles del dominio, algo a lo que están muy acostumbrados. El primer triple lo metieron en el minuto 10 tras seis fallos iniciales y fue justo a partir de ahí, paradójicamente, cuando se diluyeron.

Los Pistons estaban muy motivados por la visita del campeón. Sus impulsos en la defensa exterior, su gallardía a la hora de contraatacar y, por qué no decirlo, el saber aprovechar los errores ajenos es lo que valió la pena para ellos, lo que les hizo despegarse en el segundo cuarto. Hasta por 11 puntos llegó a estar por encima el equipo local antes del descanso, con Pachulia ejerciendo de tránsfuga útil.

No hubo nadie, nadie más, en Golden State aparte de Durant (28), Curry (27) y Thompson (21). Nadie. Un solar. Ante un conjunto que está armado con toda la energía del mundo y que está demostrando que, a pesar de lo que muchos decían, sí puede jugar al baloncesto, los Warriors necesitaban más que tres estrellas.

Blake Griffin fue el máximo anotador de los Pistons con 26 puntos. Están ya 13-7, habiendo cedido sólo tres en casa. Los Warriors, por contra, se acercan ya al doble dígito en el casillero de derrotas (15-9).