"Con Jasikevicius te preguntas al llegar: '¿Este tío qué hace?"

El Zalgiris regresó en mayo a la Final Four 19 años después de su única presencia. Lo hizo impulsado desde el banco por Jasikevicius. El alma del proyecto continúa y el club ha saldado su deuda. Su presupuesto roza los once millones de euros, un récord en Lituania aunque no sea ni la tercera parte del que manejan los gigantes europeos, entre ellos el Madrid, del que Jasikevicius cree que está “en una situación envidiable”. Y lo explica: “Es un equipo impresionante. Cuando tienes un bloque campeón no necesitas cambios. Doncic se ha ido, pero ahora está el verdadero Llull. Cuento nueve o diez jugadores que podrían jugar en la NBA, que están cerca de aquella Liga o despiertan el interés de sus franquicias. El Madrid es en realidad un equipo NBA”.

Laso, por su parte, habla así del Zalgiris: “Defiende muy fuerte y tiene interiores versátiles e intensos en el rebote. Ha entrado Nate Wolters por ­Kevin Pangos, pero mantiene sus señas de identidad y cuenta con una mayor rotación”.

En esa rotación está Marius Grigonis, un alero de 1,98 y 24 años que es más que un tirador. Y que como reconoce entre risas ya es “un poco español” tras pasar un año en Tenerife, otro en Huesca y dos en Manresa. El pasado curso estuvo en el Alba Berlín con Aíto, donde promedió 12 puntos y 47% en triples. “Soy lituano, pero me gusta un poco más el rollo de España. Aprendí rápido el idioma porque en Huesca solo había un americano y luego fui a clase en Manresa, en los equipos grandes quizá sea más difícil. Sé que otros lituanos históricos como Sabonis, Homicius y Kurtinaitis aprendieron también rápido, querrían disfrutar del país, de alguna fiesta, y para eso hay que saber español”, cuenta Grigonis a As desde Kaunas. El alero se ha formado con un elenco de entrenadores de primer nivel.

“Tengo mucha suerte de haber estado con algunos de los mejores técnicos del momento. En Huesca tuve a Quim Costa, que te hace entrenarte muy duro. Si no, no juegas aunque seas el mejor. En Manresa coincidí con Pedro Martínez y me dejó claro que sin defender, no tendría minutos. Me enseñó a dar los pasos laterales... Siempre tenía un buen plan de partido. Luego llegó Ibon Navarro, que es un poco serbio (se ríe). Grita bastante y transmite energía en los entrenamientos, como Jasikevicius, que si cometes un error se enfada muchísimo, aunque es un gran tipo y prepara muy bien cada partido. Al principio, jugar para Saras es muy difícil. En la primera semana te preguntas ‘¿este tío qué hace?’. Debes aprender su sistema. Se enfada, pasa en seguida de 0 a 100, pero es una buena persona con la que puedes hablar con normalidad. Ya estoy más acostumbrado”.

Grigonis coincidió con Txus Vidorreta en Tenerife, que es “muy inteligente en lo táctico”. “Viví un gran año con él en la ACB y ganamos la Champions. Te echa una mano”. Y por último, Aíto, “el más tranquilo”. “Está atento a cada detalle y siempre te transmite cosas positivas, te ayuda. Por él salí de España (en 2017). Si Aíto te dice que te quiere en su equipo, te vas con él a aprender”.

Ahora ha vuelto a casa, a Kaunas: “Mi familia y mis amigos pueden venir a verme todos los partidos. Jugar aquí era mi sueño”. En un Zalgiris en la cresta de la ola: “Hay presión, algunos piensan que somos los mejores de la Euroliga y quieren que volvamos a la Final Four. Wolters es en este momento nuestro líder y disfruto mucho también con Brandon Davies, aunque el jefe es Jankunas, el favorito de la afición. Un poco como Felipe Reyes. Nos espera un Real Madrid que en este inicio es el mejor”.