"Sí, mis hijos de 11 y 14 años beben vino conmigo, son así de maduros ya. Y la próxima semana conducirán", dijo el martes LeBron James tras el entrenamiento de los Lakers y entre las risas de los periodistas de Los Ángeles. "Beben lo que bebemos nosotros. Pero la culpa es mía, no de su madre. Toda mía".

LeBron estaba hablando de cómo le tenían sus hijos (Bronny de 14 y Bryce de 11, también tiene una hija de tres años. Zhuri) al tanto de todo lo que se cocía en cuanto a música, películas o juegos. Una ventaja en el vestuario de los Lakers, lleno de jugadores mucho más jóvenes que el propio LeBron: "Así que así es, todo lo que se escucha o de lo que se habla en el vestuario, son cosas que mis hijos también están viendo y escuchando".

LeBron, hasta ahora, se ha motrado radiante desde su llegada a Los Ángeles, donde está a punto de comenzar su tercera temporada, la primera con la camiseta de los Lakers.