Puede decirse que Sergio Scariolo vivía el Palacio de Deportes Martín Carpena. Apenas en la entrada principal ya tenía un despacho que actuó casi como santuario durante sus años como entrenador del Unicaja. Allí devoraba vídeos, gestó fichajes a través de conversaciones telefónicas y vivió episodios de todo tipo. Muchas mañanas se le podía ver ejercitándose en el gimnasio que hay al lado de la pista auxiliar para mantenerse en forma. Y allí, entre la pista auxiliar que hay en la planta baja del pabellón y la principal pasaron algunos de sus mejores años de baloncesto. Scariolo es un ídolo en Málaga porque subió el último escalón que le faltaba al club: dirigió al equipo campeón de la Copa en Zaragoza en 2005 y la Liga en 2006. Todo con un socio, muy especial, Jorge Garbajosa, al que convenció para que le acompañase en su aventura. Y con un equipo de técnicos al que exprimió al máximo pero que siempre valoraron su honestidad. Por eso dijeron que sí a su llamada para ayudarle en el difícil escenario de las Ventanas: Ángel Cañete, Paco Aurioles y Enri Salinas.

“Es inútil negarlo, jugar en Málaga será especial. Hay una afición que en cualquier sitio, dentro del pabellón y en la calle, me trata de una manera increíble. Obviamente, creo que no es sólo los títulos que se han ganado con Unicaja, sino esa relación especial que nos une. Además, Málaga es una ciudad que siente mucho los colores de la Selección. Va a ser un momento especial para mí y unos cuantos otros que están aquí (por su equipo técnico con Paco Aurioles, Ángel Cañete, Enri Salinas, Carlos Salas) con vinculaciones muy fuertes. Esperemos, sobre todo, ganar. Sería impresionante acabar con 6-0 la primera fase”.