BILBAO BASKET

Bilbao Basket: la más bella historia en el menor tiempo

Con 18 años tan sólo de recorrido y 14 en la élite, el joven club vizcaíno ha tenido tres sedes y ha sido subcampeón de ACB y Eurocup. Vio a grandes jugadores: Salgado, Banic, Mumbrú... Ahora desciende

0
Bilbao Basket: la más bella historia en el menor tiempo

El destino siempre reserva un par de golpes de esos en los que casi ni te levantas. El Bilbao Basket es uno de los proyectos más jóvenes en ACB (ninguno como el Burgos desde luego). Desciende con el Betis y para hacerse una idea, de momento coge el sitio de ellos un Breogán que casi triplica en edad al club vizcaíno. Fue en 2000 cuando echó a andar y tras la permanencia apurada en la extinta LEB-2 empezó su escalada meteórica. Subió a la LEB ya con Txus Vidorreta al frente y de ahí, tras un primer intento, a la ACB a la segunda oportunidad.

Y su paso por la ACB ha sido una bella historia, emocionante, un idilio que conmueve echando la vista atrás. Y eso que el bautismo fue bien crudo: el 3 de octubre de 2004, en La Casilla, ante 5.000 espectadores el Lagun Aro-TAU Cerámica acabó con un contundente 57-104. Era solo un peaje inicial, un leñazo que iba a curtir a un club modesto al que le acabó condenando los delirios de grandeza de su propietario Gorka Arrinda y los que le permitieron sus desmanes. En casi tres lustros el resumen es pura apoteosis: paso por la Euroliga, con el sueño de alcanzar la Final Four ante el mismísimo CSKA de Moscú, y un subcampeonato de Liga y otro de Eurocup. Años de despilfarro, de no aprovechar para crear una base de futuro. Simplemente se quemaron billetes a ritmo frenético y finalmente han llegado estos lodos.

El club dejó atrás la vetusta La Casilla, un recinto con aroma legendario donde tiempo atrás había desaparecido el Caja Bilbao, y se mudó como transición al BEC. 15.000 personas llegó a reunir en una Feria de Muestras que era más un hangar que un recinto deportivo, pero la espuma crecía y crecía. Se organizó una Copa del Rey y Europa miraba a una franquicia en plena crecida. Pasaron jugadores superlativos como Raúl López, Germán Gabriel, Grimau, Banic, Jackson, D'or Fischer, Vasileiadis, Zisis... Y Mumbrú. Con él empezó todo, con la apuesta por un superclase, un jugador con sello Real Madrid, el club dejó la humildad para pasar a exigir un palacio. Arrastró a Hervelle y empezó una sociedad que condicionó todo.

El club de élite atrajo también una Supercopa; la sede de un Mundial, con Estados Unidos jugando la primera fase; y hasta a los Sixers de la NBA. Definitivamente el club encontró sede eterna: Miribilla, el pabellón de los sueños. 10.000 personas alentando a un equipo que era el orgullo de todo un pueblo. Pero empezó a perder señas de identidad, a expulsar por ejemplo a un Salgado que era santo y seña en la entidad y al que llegó a retirar la camiseta para quedar bien con la gente. Y todo por no acceder a que le representante el voraz dueño de la nave. Los éxitos dejaron de llamar a la puerta cuando el dinero empezó a encontrar reticencias para la buena vida de unos pocos. Los sucesivos escándalos financieros encadenados desde 2014 hacían ver que el castillo se sujetaba sobre pies de barro. Los patrocinadores eran sospechosos, el equipo no cobraba y se organizó una huelga. La ACB se negó a inscribirles y el TAD les permitió continuar. La caída a los infiernos ha culminado hoy con el descenso. Antes tuvo que soportar un año terrible Rafa Pueyo, con mil incendios que no le permitieron entrenar como él sabe. Sito Alonso tomó las riendas, salario de galáctico mediante, con un nuevo grupo de gestión que ha acabado dejando morir el proyecto. El consejo actual, sin dar una a derechas, con resoluciones a destiempo que no debía tomar y una parálisis cuando realmente tenía que hacer algo, quedará para la historia como el que vio la muerte de un viaje bello entre las nubes. El departamento deportivo, con Raúl López al frente, fichó demasiado pronto y contrató medianías pese a que estaba condicionado por a falta de liquidez y desde enero hay retrasos en los pagos. Ahora el futuro, con una deuda que sigue siendo ingente, vuelve a ser negro: desaparición, descenso o mantenimiento en la ACB en los despachos, con índice de probabilidades por ese orden.