El Bilbao Basket acompaña al Betis en el descenso
Acaba penúltimo. Tras los triunfos de Zaragoza y Joventut, necesitaba ganar al Baskonia. Dos bandejas, un par de tiros libres y un triple fallados reiteraron la crueldad del destino.
El Bilbao Basket acompaña al Betis en el tren del terror hacia al descenso. Como penúltimo ya seguro. Son los dos peores equipos de ACB de largo y una fase regular no suele mentir. El equipo de Lakovic (menudo papelón ha tenido que soportar un hombre que ha sido histórico jugador) cayó al menos con enorme dignidad en el derbi. Pero la crueldad ha pedido refugio en Miribilla: con 73-70, el cuadro vizcaíno falló tres bandejas y un triple de Mumbrú liberado, y luego consintió un 2+1 en alley hoop de Huertas a Poirier y asistió a un tiro lejano de Janning. La sentencia. Un argumento hermano gemelo a lo de Santiago una semana atrás, los milagros no suelen llegar cuando aspiras a un baile entre la nobleza y el traje no te da ni para un guateque. Soportó el cuadro vizcaíno durante 39 minutos y 56 segundos el pulso con un Baskonia mucho más profundo y que dio sensación de no querer hurgar en heridas del vecino. Más bien se disfrazó de buen samaritano. Abusó del regate, del uno contra uno, sin circular el balón, y se fió de su mayor clase, aunque veía enfrente a un enemigo voluntarioso. El equipo que estuvo en la primera huella del Bilbao Basket en la ACB, allá por el 3 de octubre de 2004 (con la inolvidable tarjeta de visita de 57-104 que levantó ampollas) ha echado el telón de esta estupenda aventura por las altas esferas del baloncesto español y continental. Paradojas del destino.
Al inicio del segundo cuarto, el Baskonia metió la directa pero la cabeza de los 'hombres de negro', de la mano del mejor Tabu de los últimos tiempos, aún estaba para soportar embestidas y se levantaron. Aunque el aguante parecía de cartón piedra era algo más. En el duelo de equipos 'apostadores', el envite bueno era poner toda la pasta al visitante. El Baskonia vivía de los cortes a canasta, pick and roll central y alley hoops a los grandes para machacar. Frente a esa producción en la pintura, Lakovic tenía que sobrevivir con su grupo de bajitos. Vio una mala rotación de Gladness. Un 0-10 en el momento oportuno, con el descanso a la vuelta de la esquina, parecía cambiar el rumbo del derbi: 34-42. Para más Inri se combinaba con un +13 en Badalona para la Penya. Si la puesta en marcha de Gladness fue de echarse a temblar, Bentil hizo olvidar esos desperfectos: estuvo el ghanés, famoso por ser el primer jugador de esa nacionalidad que pisó la NBA, solo un minuto y medio en pista y su equipo acumuló un -8.
El segundo tiempo anunciaba una travesía lógica entre dos equipos con una diferencia de potencial abismal, aunque Todorovic se rebeló ante esa situación y enganchó a su equipo. Sin querer hacer sangre el segundo de la ACB, pensaba que iría comiendo la moral al equipo situado en las antípodas solo por inercia y se equivocó. Le dio alas. Miribilla se estaba haciendo a la idea y algo le despertó. Mumbrú forzó una técnica desde el banquillo para elevar un foco de incendio. Pidió el capitán del Bilbao una falta a Todorovic y lanzó la toalla, con 48-54 y 13:36 por jugar. El personal se metió un poco más en faena cuando la suerte parecía echada. El último acto arrancó con 57-60, que pasó a 66-62 (-6:07) después de un tiro libre de Redivo tras técnica a Poirier. Todos los fantasmas aparecieron al final para el Bilbao Basket, con 73-70, pero aún tenía que poner el broche. En un contraataque Todorovic en vez de acabarla por su calle central se la dio en alley hoop imposible a Mumbru, que erró y más tarde hizo lo propio con un triple claro; luego falló dos tiros libres Thomas en una acción que llevaba firma de dos más uno pero el balón se paseó por el hierro; y para colmo de la desgracia, Redivo extravió otra bandeja. Cuando estás de que no... pues eso. A cuatro segundos para acabar Poirier y Janning ya dijeron basta.
Hasta aquí la aventura del Bilbao Basket en la ACB, de un club que fue rico, muy rico y derrochador, pionero por ser el primero descendido en los despachos por parte de la Asociación, que soportó una huelga y que estuvo en parada cardiorrespiratoria mil veces. Un desaprensivo, que estuvo en sus orígenes y, desde luego, hay que darle mérito, lo llevó a la ruina con la complicidad de las instituciones (en especial la Diputación, que le dio dinero a manos llenas sin control ninguno) y los que trataron de salvarlo, verdaderos titanes de inicio, han acabado claudicando y dejándolo a su suerte. Tras la desaparición en 1994 del Caja Bilbao, que no pudo afrontar el pago del canon de ascenso, la capital vizcaína vivió un desierto de 15 años sin un referente en altos vuelos. Aquel proyecto era un empeño de una caja de ahorros y estaba destinado a ir al cementerio. Y este Bilbao Basket es del pueblo, de miles de accionistas y abonados, un proyecto que ha generado hasta uno de los pabellones que más envidia generan en España; por eso, los negros nubarrones que se asoman por el horizonte aún encogen más a la gente. La penúltima plaza está amarrada por average y ya solo queda pensar que haya un ascenso de alguien como Prat que renuncie y la ACB invite a volver a un club que ha ido agonizando hasta este punto tan trágico.