Chris Paul rompe su maldición: los Rockets, a la final del Oeste
El base, que jugó un partido antológico, luchará por fin por estar en las Finales de la NBA. Los Jazz, rotos por las lesiones, plantaron cara.
“Hemos hecho la mitad del trabajo” decía Mike D’Antoni en el día de su cumpleaños (cumplió 67) y después de que los Rockets sellaran el billete para la final del Oeste, su segunda en cuatro años y una corrección de su pifia de la temporada pasada ante los Spurs. Dos rondas de cuatro: la mitad del trabajo. El 112-102 final colocó un 4-1 que deja un excelente sabor de boca en Texas después del patinazo del segundo partido, que les envió con el ceño fruncido al cubil de Salt Lake City. Pero los Jazz, en el cierre anunciado de una temporada extraordinaria, cayeron con enorme dignidad. Toda la serie sin Ricky Rubio, en este quinto partido sin Dante Exum y en los minutos decisivos sin Donovan Mitchell, que había anotado 22 de sus 24 puntos en un excelso tercer cuarto. Su última explosión de esta temporada. Quedan muchas. Durante muchos años.
Los Jazz, inventando soluciones en su backcourt (39 puntos entre Burks y O’Neale), llegaron por delante al último cuarto y a un punto (97-96) a cuatro minutos finales. Entonces Chris Paul anotó 12 puntos, 10 casi seguidos con dos triples, y se aseguró de que la eliminatoria no diera más vueltas. Los Jazz ya habían agotado su arsenal de respuestas antes de esa exhibición final de Paul, decisivo para los Rockets ante una defensa sensacional que ha hecho sudar mucho a James Harden (en este partido, 18 puntos en 22 tiros). Paul es, en esencia, la gran diferencia de estos Rockets con los de la temporada pasada. También el banquillo, claro (PJ Tucker, Mbah a Moute…), y la cristalización del trabajo del coordinador defensivo Jeff Bzdelik, pero sobre todo Chris Paul.
Después de 13 años en la NBA y de (con este) diez pasos por los playoffs, Chris Paul va a jugar su primera final de Conferencia. Para uno de los mejores bases de la historia, una barrera increíblemente corta pero hasta ahora inevitablemente tozuda. Nunca llegó con los Hornets ni con los Clippers (las dos únicas franquicias en activo que nunca han jugado esa ronda en el Oeste, además) y por fin ha roto ese techo de cristal, con 33 años y un partido antológico: 41 puntos (20 en el último cuarto), 7 rebotes, 10 asistencias, ninguna pérdida y 8/10 en triples. Sus recursos desde la media distancia hicieron saltar por los aires en los partidos de Utah las cadenas defensivas de Quin Snyder. Nadie había jugado tantos partidos de playoffs (86 ya) sin pisar una final de Conferencia. Y solo Dominique Wilkins fue también nueve veces all star sin haberlo logrado. Pero ahí está, por fin: Chris Paul.
Acaba la temporada de los Jazz, donde la pasada (segunda ronda) pero con sabor a éxito tras la marcha de Gordon Hayward y el descubrimiento de Donovan Mitchell, mucho más que la promesa de un jugador franquicia. Y sigue adelante la de los Rockets, que iniciarán con ventaja de campo la lucha por sus primeras Finales desde 1995. Aquellos eran los años de Hakeem Olajuwon. Estos son los de James Harden… y Chris Paul. A por todas.