ESTUDIANTES 75 - REAL MADRID 92
Tavares asusta al Estu y Llull, Doncic y Thompkins se lucen
El Estudiantes solo resistió hasta mediado el segundo cuarto. El Madrid llegó a ponerse 30 arriba (56-86). Tavares firmó 13 puntos, 13 rebotes y 3 tapones para 29 de valoración.
El Estudiantes llegaba al derbi dando brillo al gancho, el que le había permitido no desacoplarse del vagón que aspira al playoff. En buen momento, vamos, cinco triunfos en las seis jornadas anteriores. Y el Madrid volvía a casa como visitante tras el tremendo subidón de adrenalina del viernes, cuando agarró el billete para su quinta Final Four en seis años. La necesidad clasificatoria urgía a los colegiales y las ganas de tregua, a los blancos tras un enorme desgaste físico y emocional. Pero no hubo partido, casi ni pasión. Derbi edulcorado: comodísimo para el Madrid, al que le sobró con la inercia de la Euroliga y su amplísima rotación (Yusta y Radoncic fueron titulares). Al frente, el demoledor Tavares.
El pívot de 2,20 desbordó al final del segundo cuarto el umbral de resistencia del Movistar Estudiantes. Provocó el pánico en el adversario. Cerró el espacio aéreo, agarró cada balón rechazado y se infló a hacer mates. Al descanso sumaba 9 puntos, 9 rebotes y 22 de valoración en apenas 11:35. El Real ya mandaba por 13 (31-44) con un parcial que en la reanudación se estiró hasta un 0-12 (31-49). El descosido alcanzó los 30 en el último acto (56-86) para dar paso inmediatamente al maquillaje final, ya sin Tavares. El caboverdiano terminó con 13 tantos, 13 capturas (7 ofensivas) y 3 tapones para 29 créditos en 21:08. Inalcanzable.
Llull promedia 11 puntos y 4,7 asistencias
“El Madrid estuvo muy bien, fue muy superior”, diría luego Salva Maldonado. Mientras nadie hacía sombra a Tavares en las alturas, Doncic, Thompkins y Llull se lucían en ataque. Y Yusta anulaba a Landesberg de inicio (solo 6 puntos en dos cuartos). El base menorquín regresaba a la Liga diez meses después y, tras un pequeño susto en una caída, se sintió cómodo. Ha vuelto a un nivel que ni el más optimista esperaba. En tres duelos, los dos ante el Panathinaikos y este, promedia 11 puntos, 4,7 asistencias y 10,7 de valoración en 19 minutos. Un tiempo en cancha que ha calcado en cada una de las citas.
Antes, Doncic se había exhibido en la conducción de la pelota en transición mientras driblaba oponentes (13 tantos en sus 12 primeros minutos). Y Thompkins aprovechó para destilar clase con cada movimiento ofensivo (6 de 7 en el tiro), 6 rebotes, 5 asistencias y 2 tapones. Por ver, vimos a Carroll fallar siete triple y no embocar ninguno. Frótense los ojos.
En el Estu, el mejor tramo llegó en el segundo cuarto con Hakanson y Cvetkovic en pista (25-28). Faltó manita en bloque (11 de 41 de tres), incluso en los tiros libres (10 de 17). Y aunque perdió diez balones menos que el vecino, eso ni siquiera compensó la diferencia reboteadora (30-43).
El Madrid precisa un triunfo en las cinco jornadas que le restan para asegurar matemáticamente el primer puesto, pero si no vuelve a ganar es posible que también acabe líder. El Estu, en cambio, circula ya a dos victorias de la octava plaza y solo le quedan cuatro partidos por disputar. Un derbi desigual, fiel reflejo de una clasificación que traducida a puntos como en el fútbol reflejaría 36 de diferencia.