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PANATHINAIKOS 82 - REAL MADRID 89 (1-1)

Gesta del Madrid en el OAKA

El Madrid se levantó de la lona en un partido durísimo en el que apabulló en el rebote: 24 a 43. Memorable actuación de Felipe Reyes. Y muy bien Carroll en un tercer cuarto decisivo.

Felipe Reyes.
Felipe Reyes.Panagiotis MoschandreouEB via Getty Images

El Madrid llegó a Atenas con el desafío gigante de arañar un triunfo en el OAKA, en los dos primeros partidos del playoff. Y lo logró en la segunda parte de un segundo duelo agónico después de ser barrido en el primero por 28 tantos. Regresa vivo a casa, ahora con el factor cancha de su lado. Ese por el que tanto luchó durante el curso. Tiene por delante dos asaltos en el Palacio, el miércoles 25 y el viernes 27, para alcanzar su sexta Final Four en ocho años, pero eso son capítulos por escribir de una batalla inconclusa. Lo que sí sabemos es que este jueves se levantó de la lona bajo la sombra amenazante del KO griego.

Firmó la gesta en un tercer cuarto extraordinario, después de haber masticado acero puro en los dos primeros, cual tipo duro. Un tercer periodo que encontró a dos héroes en Felipe Reyes (10 de sus 18 puntos entonces) y en Jaycee Carroll (14 de sus 17). Entre los dos dispararon a su equipo con un parcial de 21-32 para el 61-68. Esa renta fue una pequeña burbuja de oxígeno, un respiro para templar la arremetida final de los Xavi Pascual, de un Mike James que embistió varias veces (11 tantos en ese sprint decisivo), que puso a los verdes con ayuda de Calathes a tiro de uno (70-71). Restaban aún seis minutos y los de Laso no se pararon. Ahora un 2+1 de Taylor, luego una canasta de Thompkins y una puerta atrás de Ayón, a continuación el triple de Trey de rigor desde la esquina… 78-83 a falta de dos minutos, 80-83 a 1:30. El Madrid sujetó el éxito desde la personal, con cinco tiros libres de Doncic y uno de Ayón. El triunfo no se escapó.

Pero antes de levantar el puño al aire, a seis segundos de la bocina, hubo enganchón. Antetokounmpo sacó a empujones de la pista a Rudy, que cayó al suelo y le respondió desde ahí con dos manotazos. Técnica para el griego, antideportiva para el balear (era su quinta falta) y descalificante para Singleton por intervenir en la trifulca. Un final feo en un OAKA que volvió a incumplir varias normas, nada nuevo bajo el sol. Apreciamos otra vez exceso de aforo en un recinto ya de por sí gigante, con más de 18.000 espectadores, donde el humo del tabaco es algo habitual. Tampoco faltó a la cita Giannakopoulos, el dueño del PAO, que se saltó por enésima vez la prohibición que pesa sobre él de acudir al pabellón.

La vieja guardia

La serie vuela ya rumbo a Madrid, pero con 1-1. Los de Laso se levantaron a lo campeón, con mucho orgullo y coraje, agarrados a su vieja guardia, la que simbolizan Reyes y Carroll, pero también Rudy y Ayón (5 asistencias). Thompkins se sumó en el último cuarto mientras Randolph ni asomó en la segunda parte. Todo con Doncic desenfocado por la defensa rival, aunque luchador, más centrado en el desenlace pese a andar alejado de la toma de decisiones en bastantes ataques. Cometió dos faltas rápidas en el primer cuarto y Randle salió al quite como pudo: 13:18 en pista del tirón hasta el descanso. Más minutos que en cualquiera de sus 21 partidos completos de la primera fase, salvo el último ante el Bamberg que ya no servía para nada.

Sin Campazzo (y sin Llull), el Real luchó contra esa laguna en la dirección. Se sobrepuso a todo, al hostigamiento de Antetokounmpo y a la dureza defensiva del Panathinaikos (34 faltas). Y se sobrepuso al peligro de Calathes y James, a los que rebajó el grado de sus actuaciones, de estelares a notables. Lo logró con concentración y unidad, con sus señas de identidad. Y añadió una bravura sobrecogedora en los rebotes, donde se impuso por 24 a 43, 16 de ellos ofensivos. El primero bajo su aro no lo cedió hasta el minuto 25. Un esfuerzo titánico que tuvo premio. Va cojo, pero ya está en pie. El Madrid.