Marc, frustrado con los Grizzlies: "Esta es una liga profesional"
Gasol, tocado por la marcha del equipo (diez derrotas seguidas): "La misión no es desarrollar a los jóvenes, para eso hay otra liga".
Los Grizzlies han perdido diez partidos seguidos y no han ganado fuera de casa en 2018. En 18-41, suman los mismos triunfos que Suns, Kings, Hawks y Magic y uno menos que los Mavericks. Todos, también los Bulls y a su manera los Knicks, piensan ya en el draft de 2018. En Ayton, Bagley, Doncic, Bamba… Es la oportunidad de empezar de cero (o en el caso de Suns, Kings y Magic, seguir haciéndolo hasta el infinito, aparentemente). Y es un hito clave en el futuro a medio plazo de Memphis Grizzlies, que ha enterrado la era del grit and grind y se apresta a descubrir cuál es su nueva naturaleza. Y tiene que hilar fino: apenas tiene margen salarial para ir al mercado, no es Tennessee un destino apetecible para los peces gordos y, para colmo, el rastro que ha dejado la franquicia en el draft en los últimos años es para echarse a temblar.
Vienen de siete temporadas por encima del 50% de victorias y en playoffs. Pero ambas cosas van a terminar ahora: el grit and grind se fue con Tony Allen y Zach Randolph. Mike Conley sigue acosado por las lesiones y Chandler Parsons solo ha jugado 61 partidos con la camiseta de los Grizzlies, un equipo que le firmó un contrato de 94 millones por cuatro temporadas (quedan esta y otras dos) que ha sido uno de los grandes errores del último lustro en la NBA. Así que ahora mismo los Grizzlies, con J.B. Bickerstaff navegando la tormenta como entrenador de entreguerras, son un equipo triste, a la deriva y que solo piensa en terminar la temporada.
Marc Gasol, comprometido pero frustrado
Pero también son el equipo en el que juega Marc Gasol. Con 33 años, Marc está en su décima temporada en la NBA, todas en Memphis. Cuando se comprometió con la franquicia como agente libre en el verano de 2015 y por más de 100 millones, lo hizo porque sentía la ciudad como su casa, y la de su familia, y los Grizzlies como su equipo. Podría haber ganado el mismo dinero en destinos mucho más vistosos. Desde entonces se han ido su íntimo Randolph y el espíritu competitivo de una de las franquicias más estables de la NBA en los últimos años: desde Marc 24 victorias en su primera temporada, 40 en la segunda y después las siete citadas en la planta noble del Oeste. Marc ha dado hasta ahora tres all star, un premio de Defensor del Año, un billete para el Mejor Quinteto de la temporada y la consideración de uno de los grandes pívots de la última era. En total más de 15 puntos, 7 rebotes y 3 asistencias de media en 700 partidos redondos de Regular Season a los que suma 59 de playoffs (la franquicia ha jugado 71 en Memphis).
Esta no es su mejor temporada: está en los peores porcentajes de su carrera (41,5%) y su despunte desde la línea de tres del curso pasado se ha difuminado (de casi un 39% a un 32,6). Sus roces con David Fizdale acabaron en despido de este y desde luego no se le ve plenamente motivado ni satisfecho en partidos intragables en los que juega rodeado de más meritorios de Liga de Desarrollo que de verdadero talento NBA. Con 33 años y después de diez en la NBA, está en un punto idóneo para jugar al máximo nivel competitivo. Así que este trance de los Grizzlies, de mala solución además, le ha pillado en el peor momento. Y él asume que sus niveles de frustración no son saludables: “Están muy altos ahora mismo. Es importante enseñar a los jugadores jóvenes que hay que hacer lo correcto y que eso es lo que te lleva a ganar partidos. Esta liga no es para desarrollar jóvenes, para eso hay otra competición que además tiene equipo aquí en Memphis. Esto es un campeonato profesional; es la NBA, no la G-League”.
Bickerstaff, su entrenador, entiende la situación del pívot español en la que está siendo, sin duda (y sin contar lesiones) la temporada más dura de su carrera NBA: “Es frustrante para un jugador tan competitivo como Marc, alguien que se toma todo tan en serio, sea un entrenamiento, un partidillo… lo que sea. Trata de ganar. Está intentando hacer todo lo que está en su mano para que el equipo dé pasos adelante, le da igual cuánto anota él, nunca ha sido egoísta. Solo le importan las victorias y las derrotas. Apreciamos mucho eso pero para él es muy frustrante lo que está pasando y en algunos momentos se hace muy evidente. Pero una de las cosas que está sabiendo hacer es arropar a los jóvenes. Enseñarles, trabajar con ellos, animarles… Y está intentando mejorar individualemente en casos que le pueden ayudar en sus próximos años de carrera. Es humano, hay momentos en los que acumula mucha frustración… pero está más pendiente del crecimiento del equipo que de su situación personal”.