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FINALES NBA | CLEVELAND CAVALIERS-GOLDEN STATE WARRIORS (0-3)

Klay y no Love, Iguodala y no Howard: así se forjaron los Warriors

Joe Lacob, Jerry West, Steve Kerr, Bob Myers, Andrew Bogut… esta es una cronología de la formación de estos Warriors desde la llegada de Stephen Curry, en 2009.

Oakland
Kevin Durant y Stephen Curry durante el himno de Estados Unidos en el Oracle Arena.
EZRA SHAWAFP

Durante los últimos diez meses ha resultado obvio que a mucha gente no le ha gustado la formación de estos todopoderosos (así lo han demostrado en estos playoffs que han cerrado con un 16-1 nunca antes visto) Warriors 2016-17. Debates sobre el equilibrio competitivo, sobre lo más o menos reprobable que fue la decisión de Durant, sobre si más allá de lo legal es legítimo llevarse al mejor jugador del que podría haber sido el rival más feroz de su Conferencia… Un equipo que gustaba a casi todo el mundo hace dos años gusta a mucha menos gente ahora. Por la llegada de Durant, porque ya fueron campeones y dos años después han vuelto a hacerlo, por la tiranía feroz que aplicaron noche tras noche (no todo iba a ser diversión, al fin y al cabo) para alcanzar el 73-9… Por la actitud de Draymond Green, porque los primeros 50 triples de Curry desde nueve metros parecían poesía y los siguientes un abuso… Quien quiera ir contra los Warriors, encontrará motivos de sobra. Si es que hacen falta: esto es deporte y en realidad nada es tan importante como para requerir justificaciones muy profundas.

De hecho la trilogía Warriors-Cavaliers ha acabado liberando a LeBron James de su estigma de formador de súper equipos. Uno de los mejores jugadores de la historia con la plantilla más cara (antes de impuesto) de la historia ha pasado a ser el portador de unos supuestos valores que ni él mismo propugna (“si fuera el dueño de un equipo haría exactamente lo mismo que han hecho los Warriors”). De hecho, quien quiera reducirlo a números puede airear que la plantilla de los Warriors cuesta casi 100 millones y la de los Cavaliers más de 126. Todos los miembros del quinteto de los de Ohio cobran individualmente más que Stephen Curry, que va a pegar el (merecidísimo) sartenazo este verano. Y los Warriors hicieron pleno al 15 entre los drafts 2009 y 2012 y añadieron a Kevin Durant a lo que habían sido sus picks 9, 11 y 35. Los Cavs tuvieron el número 1 en tres de los cuatro años sin LeBron (uno por una buena operación con los Clippers: fue Kyrie Irving) pero estuvieron menos acertados con sus elecciones: Anthony Bennett, Dion Waiters… y finalmente añadieron a LeBron James a un pick 1 como Kyrie y a Kevin Love, por entonces tres veces all star y que había costado dos números 1 y una primera ronda.

Muchas cosas extraordinarias (que mezclan buen trabajo, casualidad y lugares exactos en el momento oportuno) han coincidido para que estemos viendo un equipo como estos Warriors, eso es obvio. Pero lo único que han hecho, igual que los Cavaliers con la misma legitimidad, es juntar el mejor equipo posible con las herramientas a su alcance. Lo que han tratado de hacer las franquicias siempre, ni más ni menos. Solo que esta vez les han coincidido muchas cosas de cara y les han salido bien otras tantas. Y han puesto mucho de su parte (trabajo y toma de decisiones) para que sea así. Son otros tiempos y conviene recordar que hasta finales de los 80 los jugadores ni siquiera podían elegir destino en la agencia libre.

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Los Cavaliers tratarán de volver a las Finales el próximo año con más (o más bien mejores) armas. Los Warriors retendrán a Stephen Curry y Kevin Durant y si, de entrada es muy complicado, los Spurs tienen la más mínima opción de contratar a Chris Paul, apretarán el gatillo. Cómo no. El despunte exponencial del salary cap se irá templando, los equipos se reubicarán y la liga, como organismo vivo, reordenará sus equilibrios competitivos. O eso piensa Adam Silver. Mientras, estos Warriors 2016-17 son ante todo el resultado de casi una década de buenas decisiones, algunas arriesgadas y no bien entendidas, y golpes de efecto visionarios y desde luego afortunados. La suerte, aunque te tenga que pillar en perfecto estado de revista, siempre cuenta. Esta, con fechas y nombres, es su cronología:

25 de junio de 2009: gracias, Minnesota Timberwolves

En el draft de 2009, los Warriors eligen con el número 7 a Stephen Curry. Las cuatro elecciones anteriores (James Harden, Tyreke Evans, Ricky Rubio, Jonny Flynn) son guards. Por entonces no es escandaloso: había dudas entre los expertos en scouting respecto a la adaptación de Curry a la NBA, por físico, capacidad defensiva, la forma en que su juego se trasladaría al baloncesto profesional… Ahora suena irrisorio, pero en aquel momento era así. Pero desde luego los Timberwolves, con el polémico David Kahn a los mandos, pudieron haber asumido el riesgo porque tuvieron las elecciones 5 y 6 y las usaron, precisamente, en dos bases: Ricky y Flynn (que dejó la NBA en 2012). Curry, cayó hasta el 7, fue elegido por los Warriors y siete años después había anotado 402 triples en una temporada y era campeón y dos veces MVP y el primer jugador de la historia en serlo de forma unánime.

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15 de julio de 2010: aterriza Silicon Valley

Un grupo inversor liderado por el multimillonario de Silicon Valley Joe Lacob y el productor de Hollywood Peter Guber (Flashdance, El Color Púrpura, Rain Man, Batman…) se hace con los Warriors por 450 millones y después de una puja con varios interesados. Hoy, la franquicia vale unos 2.500 millones y superará los 3.000, y retará a Lakers y Knicks para ser la más valiosa, cuando se complete el traslado a San Francisco en poco más de dos años. El multimillonario Lacob formaba parte de forma minoritaria del grupo que controlaba los Celtics (lo dejó cuando compro los Warriors) y en 1996 ya había hecho sus pinitos como dueño: perdió 10 millones con San Jose Lasers, equipo de la ABL femenina. Una experiencia de la que sigue hablando maravillas. Es, aunque irritante a veces por sus declaraciones grandilocuentes y no precisamente inmodestas, el generador obvio del cambio de cultura de una franquicia que desde 1994 había visitado una vez los playoffs: la del ‘We Believe’ de 2007. Muy sonada… pero una.

19 de mayo: confía en una leyenda

Joe Lacob se pone en manos de Jerry West, que llega al cuerpo ejecutivo de la franquicia como consejero, con línea directa con los propietarios y un papel fundamental en la toma de decisiones. Jerry West es el logo de la NBA, miembro de uno de los mejores equipos de la historia, los Lakers 1971-72, y arquitecto esencial de la franquicia angelina: general manager desde 1982, imaginó el equipo del showtime de los 80 y construyó después el del threepeat 2000-2002 con la apuesta por Kobe Bryant y el fichaje de Shaquille O’Neal. En los Warriors ha vuelto a demostrar su instinto y una comprensión perfecta (tiene ahora 79 años) de la evolución de la Liga y el juego. Este verano acaba contrato, los Warriors quieren que siga y los Clippers que vuelva a L.A. Camino de los 80 años, sigue siendo una garantía de buenas decisiones.

13 de marzo de 2012: estos ya no son los Warriors que conocías

El último día de mercado invernal de 2012 dejó claro que los Warriors iban a dejar atrás su pasado: Monta Ellis, integrante de la plantilla del We Believe y representante de la dinamita ofensiva que casi nunca faltaba en un equipo con muy poco de todo lo demás, fue enviado a Milwaukee Bucks junto a Kwame Brown y Ekpe Udoh a cambio de Andrew Bogut y Stephen Jackson. Lacob fue abucheado en público por un movimiento muy polémico que implicó al jugador más querido por la grada y que recuperó a Stephen Jackson (otro ídolo del We Believe) para traspasarlo solo dos días después.

Pero habían llegado nuevos tiempos y los Warriors apostaban por, de una vez, tener un ancla en defensa para pensar en ser un equipo verdaderamente competitivo. Andrew Bogut iba a ser (y desde luego lo fue) ese jugador. Pero en la operación había más trasfondo: la salida de Ellis daba inicio a la era de los Splash Brothers con un nuevo espacio de crecimiento para Klay Thompson (número 11 en 2011: detrás de Jimmer Fredette, Jan Vesely, Bismack Biyombo, Derrick Williams, Brandon Knight…). Menos de un mes antes del traspaso, Bogut se había roto un tobillo y era baja para toda la temporada. Así que el movimiento (ni Ellis ni Bogut durante un par de meses) hizo peores a los Warriors en esa recta final de temporada, un asunto importante ante un draft de 2012 en el que tenían claros sus objetivos… pero necesitaban para salvar su primera ronda hacer valer su protección top-7. Acabaron temporada con 22 derrotas en 27 partidos, se llevaron precisamente el pick 7 (a partir del 8 habría sido de Utah Jazz) y se pusieron en disposición de acometer el draft que lo cambió todo.

25 de abril de 2012: un relevo espinoso... pero crucial

A caballo entre los dos últimos partidos de la temporada 2011-12, y en pleno tanking, los Warriors ascienden a Bob Myers al cargo de general manager y mandan a su antecesor y mentor durante un año, Larry Riley, a un cargo de director de scouting al que no se fue precisamente contento. Riley ha quedado algo olvidado en la genealogía de estos Warriors pero su firma está en la llegada de Stephen Curry, Klay Thompson y Andrew Bogut.

Myers (ahora tiene 42 años) era un ex campeón de la NCAA con UCLA que llegó a los Warriors tras curtirse como agente a las órdenes de un gurú como Arn Tellem. Durante más de una década movió casi 600 millones de dólares en contratos y fue ascendido por Lacob menos de un año después de su fichaje como teórico ayudante y aprendiz de Riley. Desde entonces ha sido Ejecutivo del Año en 2015, tiene muchas papeletas para repetir premio esta temporada y se trata de una figura sin la que es imposible entender el día a día del equipo: empático, cuidadoso con los detalles, preocupado por la vida personal de cada trabajador de la franquicia, íntimo amigo de Steve Kerr, confidente de los jugadores, pieza maestra en la llegada de Kevin Durant… El arquitecto esencial de uno de los mejores equipos de siempre.

28 de junio de 2012: han cantado bingo

El Prudential Center de Newark acogió el draft 2012 de la NBA, en el que los Warriors sentaron las bases del equipo que en menos de tres años sería campeón y en menos de cuatro ganaría 73 partidos de Regular Season. Después de dejarse ir al final de la temporada 2011-12 para salvar su pick protegido (top 7), lo invirtieron en el jugador que tenían entre ceja y ceja desde meses antes: el alero de North Carolina Harrison Barnes, al que visualizaban como el complemento perfecto para Stephen Curry y Klay Thompson. Pero hubo mucho más: la salida de Stephen Jackson dos días después de su llegada junto a Andrew Bogut les dio un pick de los Spurs que fue un número 30 con el que eligieron a Festus Ezeli. Y con una segunda ronda que le habían sacado a los Nets en febrero de 2011 se llevaron a Draymond Green, al que (criado en Michigan, forjado en Michigan State) esperaban con los brazos abiertos los Pistons (que tenían el pick 39). Barnes, Ezeli y Green en una noche de draft: una de las más exitosas de cualquier franquicia en la historia reciente de la NBA.

1 de noviembre de 2012: los tobillos... de la suerte

Los tobillos de Stephen Curry fueron un tema recurrente en sus tres primeras temporadas en la NBA (2009-2012). Un jugador en permanente riesgo de lesión y con un obvio talón de Aquiles que hacía que muchos se plantearan si era una buena apuesta de futuro para los Warriors, que tenían que decidir si firmarle una extensión antes del cierre de su contrato rookie.

En la temporada 2011-12 solo jugó 26 partidos y promedió 14,7 puntos y 5,3 asistencias. Así que en noviembre la franquicia asumió lo que por entonces parecía un riesgo y le dio al base 44 millones por cuatro años que empezarían a contar en la siguiente temporada, 2013-14. Desde entonces Curry ha jugado 394 de 410 partidos totales de Regular Season. Ya en la temporada 2012-13, la última de su contrato rookie, jugó 78 y pasó de 14,7 de media a 22,9. Después vino la explosión en los cuatro años de un contrato (12,1 millones esta temporada, la última) que derivó en uno de los grandes chollos de la historia de la NBA. Quizá el mayor y una de las razones esenciales por las que los Warriors tuvieron el pasado verano margen salarial para fichar a Kevin Durant. Las piezas iban cayendo de su lado. Todas las piezas.

10 de agosto de 2013: Dwight Howard era un señuelo

El verano de 2013 fue el verano en el que Dwight Howard agitó el mercado tras el desastre de su paso por los Lakers. Los Warriors, que buscaban un gran golpe de efecto, habían estado liberando masa salarial para, en teoría, tratar de atraer al pívot, todavía considerado una de las grandes fuerzas interiores de la NBA. Pero Howard se comprometió con los Rockets y los Warriors, que no parecían tener plan B, cerraron con agilidad a un acuerdo con Andre Iguodala, que después reveló Myers que siempre había sido su gran objetivo.

Iguodala, deslumbrado por lo que intuyó que podrían ser los Warriors en su duelo de segunda ronda en aquellos playoffs 2013 (derrotaron 2-4 a sus Nuggets), se comprometió casi un mes antes de su firma oficial, en agosto, con el equipo de La Bahía, con el que se vincularía por cuatro años y 48 millones (otro excelente contrato para el MVP de las Finales 2015) una vez que las franquicias se pusieran de acuerdo en una operación compleja en la que finalmente los Jazz echaron el cable definitivo: absorbieron los contratos de Biedrins, Brandon Rush y Richard Jefferson a cambio de varias rondas de draft, entre ellas la primera de 2014 (Rodney Hood) y la primera de 2017. Los Nuggets aceptaron la operación al ver que no podrían convencer a Iguodala ni con el año extra que podían ofrecerle: su propuesta llegó hasta los 60 millones (52 garantizados) por cinco temporadas.

14 de mayo de 2014: una nueva filosofía

En la temporada 2013-14, los Warriors ganaron 51 partidos pero cayeron en siete contra los Clippers, en primera ronda de playoffs. Un año después habían ganado 67 (el mayor salto hacia delante de un equipo que partía de más de 50 victorias la temporada anterior) y fueron campeones de la NBA por primera vez en cuarenta años. Steve Kerr emergió como factor fundamental y maestro creador de los actuales Warriors, que despidieron a Mark Jackson a pesar de los buenos resultados y de que contaba con el apoyo explícito del vestuario. Jackson, del que se valora que comenzó a convertir a los Warriors en el excelente equipo defensivo que han sido desde entonces, chocaba por sus métodos y su estilo de vida (recio, profundamente religioso) con los integrantes de los despachos, donde Bob Myers había puesto ya el ojo en Steve Kerr: sin experiencia en los banquillos pero cinco veces campeón como jugador a las órdenes de, nada menos, Phil Jackson y Gregg Popovich.

Tras pasar por la gerencia de los Suns, donde también se impregnó de los métodos de Mike D’Antoni, y convertirse en un comentarista de referencia de TNT, Kerr fue interceptado casi literalmente por Myers cuando iba a firmar con los Knicks. La oportunidad de trabajar con la base que habían formado ya los Warriors y con la cultura que se había instalado en la franquicia pesó más, en el último momento, que la insistencia de Phil Jackson. El tiempo, está claro, ha demostrado que acertó al cambiar la Gran Manzana por La Bahía.

23 de agosto de 2014: ¿Kevin Love, a los Cavaliers? Estupendo

En el verano de 2014 los Warriors, un año más, buscaban golpes mediáticos y, sobre todo, fórmulas para dar el salto de calidad definitivo. Y la relación entre Kevin Love y los Timberwolves ya no era sostenible. Wolves y Warriors se sentaron a la mesa y avanzaron rápidamente en un traspaso centrado en el intercambio de Love por Klay Thompson. Estuvo cerca el acuerdo pero dos factores primero lo frenaron y luego lo abortaron: Bob Myers dudaba realmente sobre si sería un acierto o no desprenderse de Klay Thompson y no quería pagar un precio tan alto porque Kevin Love llegaría con la player option que incluía su contrato para el siguiente verano de 2015.

Esas dudas se alargaron lo suficiente para que le diera tiempo a irrumpir a Jerry West, que vetó de forma rotunda la salida de Klay Thompson. Entonces llegó a Minneapolis el ofertón de los Cavs con sus dos números 1 de draft, Andrew Wiggins y Anthony Bennett. El siguiente verano y después de una temporada muy complicada en lo personal, Love alargó su contrato con los Cavs. Para entonces los Warriors habían sido campeones entre otras cosas porque se quedó Klay Thompson y porque la no llegada de Love le abrió de par en par la puerta del juego interior a Draymond Green.

Octubre de 2014: preparaos, va a llover dinero

Aunque tardaría en ser oficial, en octubre de 2014 se supo que la NBA renovaría sus contratos televisivos con Disney y Turner por cantidades poco antes inimaginables: 24.000 millones de dólares por nueve años, efectivos entre 2016 y 2025. El efecto vía convenio en el margen salarial de los equipos provocó un ascenso geométrico y anonadante: de 70 millones en la temporada 2015-16 a 94 en la actual y unos 101 para la próxima con 108 estimados para la siguiente, 2018-19. Los contratos firmados pasaban a valer mucho menos, el dinero se abarataba para todos los equipos y, en esencia, una revolución económica había quedado anticipada menos de dos años antes de que Kevin Durant decidiera dejar Oklahoma City y esa nueva dimensión del cap le fuera a permitir firmar con los Warriors sin que estos tuvieran que renunciar a Curry, Klay y Draymond Green.

1 de julio de 2015: un jugador distinto a los demás

Ya como campeones, los Warriors dieron 85 millones por cinco años a Draymond Green y, visto con perspectiva, el timing fue una vez más perfecto para ellos: el ala-pívot habría sacado mucho más dinero simplemente un año después, en plena locura inversora de los equipos con los nuevos contratos televisivos y cuando, por otra parte, él había dado una nueva zancada en su evolución como jugador, a la que ha seguido otra más en esta temporada 2016-17 en la que muy probablemente será nombrado Defensor del Año.

Drafteado muy abajo porque las franquicias dudaban de su falta de centímetros para liderar una defensa NBA, Green trabajó duro en los Warriors: primero desbancó a David Lee del quinteto titular y luego se fue estableciendo como un jugador esencial, de millonario de analytics cuando firmó su contrato a máquina incuestionable de producir en ataque y, sobre todo, defensa. Green es la navaja suiza que hace posibles muchos de los milagros que entretejen el juego de los Warriors. Y fue, no hay que olvidarlo, un número 35 del draft que firmó después una extensión que ahora mismo resulta absolutamente manejable dado su nivel como jugador y la situación contractual de la NBA: acabará en la temporada 2019-20 con 18,5 millones.

4 de julio de 2016: el siguiente capítulo

Con una carta titulada ‘My Next Chapter', Kevin Durant anunció en The Player’s Tribune que firmaría como agente libre con los Warriors, el equipo que había roto el corazón de sus Thunder tras remontarles un 1-3 en la final del Oeste. En una mansión de los lujosos Hamptons, KD recibió a sus pretendientes y deshojó una margarita que en realidad estaba trucada: en el momento que había decidido cambiar de equipo, no había oferta deportiva que pudiera acercarse a la de los Warriors. Pero la intrahistoria también contó: Draymond Green, con el que ya tenía una excelente relación, le llamó desde el parking del Oracle Arena cuando los Cavaliers les derrotaron en el séptimo partido de las Finales 2016 para convencerlo de que se uniera a ellos.

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Las dudas del alero sobre cómo le recibiría Stephen Curry, hasta entonces el obvio jugador franquicia, se disiparon cuando el base lideró la comitiva de los Hamptons y le ofreció colaboración, sacrificio y entendimiento. Y Bob Myers no trató de empalagarlo con promesas sino que le hizo ver que ambos, Warriors y Durant, podrían ganar anillos por separado pero que solo juntos podrían hacer algo verdaderamente especial. Después de esa reunión, la suerte estaba echada: la NBA estaba a punto de cambiar para siempre.

17 de enero de 2017: con vistas a La Bahía

Recién empezado 2017, los Warriors pusieron la primera piedra en la construcción del Chase Center, el lujoso pabellón de 1.000 millones de financiación totalmente privada en Mission Bay, asomado a las aguas de la Bahía y al lado del downtown de San Francisco. Los Warriors dejarán atrás el romanticismo del Oracle Arena y el simbolismo de Oakland en una operación que estaba en la agenda (pública) de Lacob y Guber desde que compraron la franquicia.

Una que, si se mira solo desde su punto de vista, traslada al equipo a un hogar futurista en el corazón de una de las grandes ciudades del mundo y convierte a su proyecto en un destino todavía más atractivo para los jugadores y a la franquicia en aspirante a ser la más valiosa de la NBA cuando arranque la temporada 2019-20 y se haya consumado la mudanza. El futuro, garantizado.