Desde el pasado mes de febrero, cuando Indiana se negó a traspasar a Paul George, corren los rumores de que el destino del alero serán los Lakers. Los alimentaron, primero, desde el entorno del jugador, que filtró que su deseo era jugar en L.A.: es californiano de nacimiento y creció admirando a los Lakers y con Kobe Bryant como ídolo. Ayer, George se quedó fuera de los All-NBA Teams, lo que dejó a los Pacers sin poder hacer a su estrella una oferta que se iría 74 millones de dólares por encima de lo que podría firmar con los Lakers una vez que acabe su contrato, en el verano de 2018.

Adrian Wojnarowski ha señalado que Magic Johnson y Rob Pelinka, que ahora dirigen los despachos angelinos, tienen tanta confianza en que George irá a los Lakers que se plantean no ir a por él vía traspaso y esperar al próximo verano para poder firmarle como agente libre y, por lo tanto, sin dar nada a cambio. Los Pacers tampoco se movieron en febrero y no reforzaron un equipo que cayó 4-0 en playoffs ante los Cavaliers. Eso desde luego no ayudó a reducir el distanciamiento del jugador con respecto al equipo en el que juega desde 2010.

El riesgo de esperar al próximo verano es obvio: otra franquicia podría buscar un traspaso antes del cierre del mercado invernal, si bien desde el bando de George se deja claro a todo el que llama que en principio no firmaría después un nuevo contrato. Quien arriesgue, por lo tanto, tendría que dar muchísimo a cambio para, tal vez, tener solo a George unos meses y a préstamo. Eso aterra a Danny Ainge, que tiene el número 1 del draft (los Lakers el 2) pero que piensa en una opción que no pasa ni por George ni por Jimmy Butler vía traspaso: Gordon Hayward acaba contrato y el 1 de julio podría firmar como agente libre por los verdes, donde se reencontraría con su entrenador en Butler, Brad Stevens.