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NBA | ANÁLISIS

Marc Gasol: regreso a lo grande en unos Grizzlies con dudas

El pívot español demostró que la lesión en el pie está olvidada y ha vuelto a ser all star. Pero, ¿puede competir por lo máximo en Memphis?

Marc Gasol: regreso a lo grande en unos Grizzlies con dudas
MIKE BROWNEFE

Marc Gasol conectó con Tennessee desde que se mudó a Germantown en 2001 para seguir los pasos de su hermano. Después tuvieron que pasar muchas cosas (el Barcelona, el Akasvayu, el Mundial 2006, el draft 2007…) para que, precisamente como moneda de cambio de Pau, acabara en los Grizzlies. Precisamente. Desde allí emergió, es historia sabida, hasta convertirse en uno de los mejores pívots de la NBA. En algunas cosas, el mejor. Hace casi dos años, como agente libre y con 30 años, tomó una decisión determinante para su carrera al arreglar su continuidad en Memphis por cinco años y más de 110 millones de dólares. Coordenada 1: su familia era feliz en una ciudad a la que muchos agentes libres ni se plantean ir. Coordenada 2: en ese vestuario hay relaciones que van más allá de la simple camaradería deportiva. Una es la de Marc y Mike Conley, otra es la que hizo que Zach Randolph mutara de talento desaliñado a ciudadano modelo. Coordenada 3: los tan cacareados grandes mercados no ofrecían en ese momento óptimas condiciones competitivas. Hay un momento y un lugar para todo y para todos. Y el de Marc, Conley, Randolph y compañía coincidió en estos Grizzlies que llevan siete años seguidos en los playoffs.

Pero la final del oeste 2013, el pico de ese baloncesto de vieja escuela, refriega en las zonas y defensa a ultranza al que se llamó grit and grind, empieza a quedar lejos. Desde entonces, solo una eliminatoria de playoffs superada y tres eliminaciones en primera ronda. Convertir a los Grizzlies en un proyecto sostenible es una tarea ardua que parte de un dueño modernizador como Robert Pera, del trabajo en los despachos de Chris Wallace y, finalmente, de un David Fizdale que sale muy reforzado de los playoffs 2017 y que ha demostrado que es capaz de enhebrar algo de ese estilo que pulió como ayudante de Spoelstra en los Heat de LeBron con la identidad de su equipo (y su tierra)… si se le dan los mimbres adecuados.

Porque los Grizzlies lo tienen muy difícil para ser algo más que competidores/animadores: tienen más de 92 millones (con el cap en 101) comprometidos para la próxima temporada. Tony Allen acaba contrato y tiene 35 años. Zach Randolph acaba contrato y cumplirá 36 en julio. Vince Carter acaba contrato y quiere seguir jugando al menos una temporada: lleva 19, tiene 40 años. Allen y Randolph (llegaron en 2010 y 2009) son parte esencial de un grit and grind que en todo caso tiene fecha de caducidad. Si sigue solo uno, la apuesta más probable es el ala-pívot, que reconvertido a sexto hombre ha hecho una temporada de 14,1+8,2. Pero el eje obvio lo forman Marc, que ha respondido a su grave lesión de pie con una temporada extraordinaria y su tercer all star, y Mike Conley, que sigue sin ser all star pero que juega como tal. Y respondió al mayor contrato de la historia (5 años, 153 millones) con una temporada excelente: 20,5 puntos, 6,3 asistencias, 40% en triples. En la heroica eliminatoria ante los Spurs: 24,7 puntos, 7 asistencias, casi 45% en triples.

Conley tiene 29 años, Marc 32… Y Chandler Parsons 28. Los Grizzlies apostaron por una proyección de lo que podría ser el alero, para Fizdale un forward híper móvil que, salvando las infinitas distancias, le diera el servicio que LeBron daba en los Heat. Eso le costó, a un mercado pequeño que siempre tiene que sobrepagar, 94 millones por cuatro años. 34 partidos con menos de 20 minutos y apenas 6,2 puntos de media con un 27% en triples para un jugador demolido por las lesiones y que lleva demasiado tiempo viviendo de lo que podría haber sido: un punto exacto de su carrera en el salto entre Houston y Dallas. Han pasado tres años. Más problemas: JaMychal Green acaba contrato (menos de un millón esta temporada) y será agente libre restringido con buenas ofertas. Tiene 26 años, la suficiente energía y un buen creciente rango de tiro para sacar recibir buenas propuestas.

Los Grizzlies, por lo tanto, lo tienen muy difícil. Sabían que tenían que modernizar el grit and grind y dejar de ser uno de los peores equipos exteriores de la NBA. Eso Fizdale lo ha conseguido incluso sin los mimbres adecuados y con obras de artesanía como la reconversión de Marc Gasol: 104 triples anotados (había metido 12 en ocho temporadas) con un 39%. De estar siempre en la cola de la liga el equipo pasó a instalarse en la zona templada, que ya ha sido mucho: decimoquinto en triples anotados por partido (9,4), decimocuarto en intentados (26,5) y decimoséptimo en porcentaje (35,4%). La eliminatoria ante los Spurs demostró que los Grizzlies no están tan lejos… pero la cuestión es si tienen la flexibilidad y la capacidad para dar esa última zancada y cambiar una inercia ahora descendente. Chris Wallace tendrá, seguramente, que buscar joyas en la segunda o la tercera ola del mercado, tendrá que rezar para que Parsons sea algo parecido a lo que fue (ni hablamos por ahora de lo que podría haber sido) y poner en manos de Fizdale la maximización del capital propio: James Ennis, Wade Baldwin, Deyonta Davis… Demasiadas monedas tienen que salir cara.

Marc Gasol recuperó su sitio

Marc Gasol eligió jugar donde quería jugar. No hay razón para criticar su decisión porque, además, ¿qué equipos garantizan luchar cada año por lo máximo más allá de Warriors, Cavaliers y unos Spurs que alargan como pueden una era que en realidad ya debería haberse acabado? Marc Gasol, y era un asunto crucial, ha despejado las dudas que sembró una lesión de precedentes ominosos: fractura en un pie para un jugador de su volumen. Extraordinario durante muchas partes de la temporada, quedó en la serie contra los Spurs la sensación de que su equipo necesitaba más de él, un tope de excelencia constante al que no pudo llegar. No ser solo buenísimo en muchas variantes (tangibles e intangibles) sino cargar además, como en los últimos ataques del decisivo sexto partido, con una mayor responsabilidad en ataque. Más egoísmo, liderazgo primario. Antes, en el cuarto, decidió la victoria con la primera canasta en la historia de la franquicia para sellar un triunfo en los últimos diez segundos de un partido de playoffs. Necesitaban eso, pero más.

Marc reconoció después que tiene que rebotear más: 6,2 esta temporada, la primera de su carrera por debajo de 7. En asistencias, sin embargo, se movió en una media extraordinaria: 4,6. Y por primera vez rondó los 20 puntos por partido, casi una barrera psicológica. Marc es uno de los mejores pívots de la NBA, tan bueno que en las últimas instancias de una eliminatoria imposible sentimos que podría estirarse un poco más, ser lo que muchas veces no quiere ser porque eligió ser otro millón de cosas. Pero la cuestión no está en él, ni en Conley, ni siquiera en Fizdale. Está en todo lo demás. Si los Grizzlies dieran con la tecla…