La pesadilla NBA de dos ex ACB: Mario Hezonja y Tiago Splitter
Problemas serios pero muy diferentes: las lesiones no dan tregua al brasileño mientras que el croata cada vez lo tiene peor en Orlando.
Mario Hezonja tiene todavía 21 años (en febrero cumplirá 22). Pero parece que lleva toda la vida en boca de casi todo el mundo: de profesión, joven prodigio del baloncesto europeo que trata de completar correctamente un puzzle que no debería ser difícil con las piezas que hay sobre el tapete: un físico tremendo para jugar de alero en Europa o de escolta en la NBA, una muñeca endiablada y un talento que, por fundamentos y genética, se le cae de los bolsillos. Pero Hezonja no explota, no todavía: no lo hizo en el Barcelona, donde dejó genialidades sin continuidad, no se entendió con Xavi Pascual (que en este tema, parece, no tenía toda la culpa) y dejó pocas amistades en el vestuario. El 25 de junio de 2015 se llevó el número 5 del draft, justo por detrás de Kristaps Porzingis. Muchos se preguntaron si estos dos europeos imberbes habían salido elegido demasiado arriba. Hoy, y mientras el unicornio Porzingis avanza hacia su primer All Star, solo hay dudas con Hezonja. Muchas, demasiadas. Cada vez más.
Hezonja ha caído en picado en su segunda temporada después de un primer curso demasiado frío para un jugador de su capacidad (y ya para siempre con ese top-5 de draft sobre sus hombros para lo bueno… y para lo malo). No solo no avanza sino que retrocede: de 17,9 a 13,8 minutos. De 6,1 a 4,8 puntos, de 2,2 a 1,9 rebotes, de 1,4 a 0,8 asistencias… y las mismas pérdidas de balón: 1,2 (muchas para sus minutos y asistencias). En tiros de campo ha caído del 43% a un terrible 30,9. En triples, de un justo 34,9 a un desastroso 17,2. En ataque ha desaparecido, en defensa tiene exactamente los mismos problemas que tenía.
Y todo en un contexto que cada vez le favorece menos: de un entrenador defensivo como Scott Skiles a otro (aunque algo menos adusto de carácter) como Frank Vogel. Y, he aquí un problema, de un equipo reconstruyéndose y mirando al futuro a un proyecto pensado para el corto plazo. Los Magic cambiaron de rumbo para tratar de ser cuanto antes equipo de playoffs. Vaciaron parte de su talento joven, apostaron por Ibaka y Biyombo y construyeron una plantilla descompensada y que en realidad ni va ni viene: 6-10 por ahora. Es el segundo equipo que menos anota (91,9 por los 91,5 de los Mavericks), tiene el segundo peor rating ofensivo solo por detrás de los Sixers y es también el que peor tira: 40,9% (y el tercero peor en triples, 31,8%).
Un equipo así necesita, y Vogel ya ha empezado con los experimentos, conexiones ofensivas nuevas. En teoría, zona Hezonja. Pero el croata entra en pista cohibido, perdido… y a veces para jugar apenas un par de minutos antes de regresar al banquillo por lagunas demasiado evidentes (concentración, conceptos, confianza...) hasta para el ojo menos entrenado. Incluso sin un Jodie Meeks que ultima su regreso a las pistas, a Hezonja le han rascado minutos (a la espalda de Evan Fournier) CJ Wilcox y los tramos como aleros de Damjan Rudez o Aaron Gordon. Sus porcentajes ajustados de eficiencia en tiros desde fuera de la zona están en baremos de los de jugadores reconocidos por su debilidad en ese apartado: su compañero Elfrid Payton, Ish Smith o el mismísimo Derrick Rose.
Y los Magic se plantean qué hacer, en el debate incluso un paso por la D-League que, en un jugador de su inestable armazón emocional (y, repito, top-5), ni se sabe si sería positivo para su recuperación o desastroso para su ahora mismo mínima confianza. Su gran apoyo sigue siendo el público de una franquicia que incluso coquetea ya con su traspaso baja una premisa obvia: ‘si hemos hecho todo esto para ganar ya, ¿para qué vamos a esperar otro año u otros cuantos a Mario Hezonja?’. El talento, tanto talento, siempre invita a esperar. Pero de momento ni fue en Barcelona ni está siendo en Orlando. Eso sí: en febrero, 22 años…
Las lesiones se tragan a Tiago Splitter
El caso de Tiago Splitter (cumple 32 el 1 de enero) es distinto pero también cada vez más complejo. El pívot brasileño fue campeón con los Spurs en 2014 (más de 22 minutos por noche en playoffs) y fue traspasado en julio de 2015 a Atlanta Hawks a cambio de Giorgos Printezis y uan segunda ronda de draft (2017). Los Spurs soltaban un contrato que se cierra este año en 8,2 millones y los Hawks ganaban un pívot de garantías para la segunda unidad (o para generar nuevas combinaciones a partir de la ya extinta pareja Millsap-Horford) a las órdenes de un entrenador que le conocía bien: Mike Budenholzer trabajó con Splitter en sus últimos años como asistente en los Spurs, antes de marcharse a Georgia.
Pero Splitter, que no había bajado de 52 partidos (2014-15) en ninguna de sus cinco primeras temporadas en la NBA, solo jugó 36 en la pasada, la primera en los Hawks: su último partido oficial fue el 31 de enero, contra los Heat… y no ha vuelto a jugar por una grave lesión de cadera (fue operado el pasado 25 de febrero) a la que han seguido diversos problemas musculares. Justo ahora se acaba de anunciar que un posible regreso se retrasará como mínimo otras seis semanas por otra lesión muscular en la pierna derecha. Eso acercaría al brasileño a la frontera del año natural completo sin pisar las canchas: sería ya con 32 años cumplidos y a menos de medio de acabar contrato.