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Halloween de 1986: 30 años del debut NBA de Fernando Martín

En la noche de Halloween de 1986 el baloncesto español puso su particular pica en Flandes. En Portland, tal día como hoy pero de hace 30 años, 12.666 espectadores asistieron en el Memorial Coliseum de Portland al debut de Fernando Martín Espina en la NBA. Apenas disputó dos minutos en aquella derrota (110-127) ante los míticos SuperSonics de Seattle que hoy la Liga estudia recuperar en una futura expansión. No anotó ningún punto, ni lanzó a canasta. Tampoco cogió ningún rebote. Poco importó. La importancia de aquel hito sobrepasa cualquier estadística. Es cierto que eran tiempos en los que el baloncesto ‘discutía’ la hegemonía al fútbol en nuestro país (existían hasta carruseles de baloncesto en las principales emisoras radiofónicas), pero hablar de la NBA era algo tan misterioso como imaginar qué parajes y gentes nos deparaba el otro lado del Muro de Berlín a los habitantes de Occidente y viceversa. La NBA representaba un territorio tan extraño como fascinante. Y desconocido. Es más, el célebre y recordado ‘Cerca de las Estrellas’ que a tantos españoles conectó y enganchó con la Liga norteamericana tardaría aún más de un año en aterrizar en una parrilla televisiva protagonizada únicamente por dos canales.

Los más jóvenes y aquellos de memoria descuidada o cortoplacista tendrán en mente la actual visión de la NBA como una liga globalizada. De patrimonio universal. Pero hace tres décadas, aquellos 122 segundos en los que Martín se mantuvo en el parqué del Memorial Coliseum supusieron un antes y un después en la historia del baloncesto y el deporte español. El pívot, quien reclamó que se le añadiera la tilde de su apellido Martín en la camiseta con el ‘10’ de los Blazers, ejerció de bisagra entre un mundo hasta entonces inalcanzable y el real. Aparte de su agente, y también periodista, Miguel Ángel Paniagua, tres periodistas españoles (Sixto Miguel Serrano, Manolo Lama y el fotógrafo Fernando Laura) fueron testigos de excepción de un hito sin parangón. Sólo han pasado 30 años desde aquel 31 de octubre de 1986, pero el mundo ha cambiado tanto que parece que han realidad hubiesen trasncurrido dos siglos. Hoy, un único bloque hegemónico ha impuesto su particular visión, Internet domina nuestras vidas y quien así lo desee (y cuente con los recursos económicos para ello) puede viajar al espacio. Pero en los 80, la globalización estaba aún por llegar. El siguiente ejemplo así lo certifica. En un reportaje publicado hoy mismo en ‘El Español’, Sixto Miguel Serrano recuerda que la gente en Portland le paraba por la calle a él y a sus jóvenes compañeros para solicitarles autógrafos. Tener a tres jóvenes reporteros españoles supuso todo un acontecimiento. Menos mal que se encontraban en Oregón (Estados Unidos), y no en un rincón perdido de África o Asia… Otros tiempos.

La aventura de Martín en aquel mundo extraño y repleto de jugadores que deslumbraban tanto por su despampanante físico como por su marciana capacidad para botar, pasar y lanzar el balón a una velocidad dos veces superior al mundo de los mortales duró una sola temporada. La tan estadounidense desconfianza hacia lo desconocido (lo extranjero) en el cortijo que era su baloncesto y la mala suerte en forma de lesiones —codazo incluido—, hicieron que Martín Espina no gozara de la continuidad necesaria para demostrar su valía (o no) en aquel baloncesto. Con 150 minutos disputados repartidos en 24 encuentros (a los que añadir unos segundos escasos en un solo partido en los Playoffs) en los que acumuló 22 puntos, 28 rebotes, 9 asistencias, 7 robos y un tapón, el número 38 del draft de 1985 (fueron los Nets, por entonces en New Jersey, quienes apostaran por él) decidió regresar a Europa, al Real Madrid en el verano del 87. “Creo que les cogió a todos a contrapié. Mike Schuler era un entrenador novato en la NBA, tenía cierta inseguridad y eso hacía que tirase más de determinados jugadores. Pero fue lo que fue y no quiero tampoco darle más vueltas. Sinceramente pienso que tenía el potencial y también las aptitudes ya en aquel momento para haberse consolidado como jugador NBA”, explicaba su hermano Antonio a Ricardo González en una entrevista en AS con motivo del 25 aniversario de la muerte de Fernando.

Pero ese ya es otro debate en el que en un día como hoy no vamos a entrar. El pasado no se puede cambiar y por eso Fernando Martín Espina siempre será ‘El Pionero’. Aquel hombre de una fortaleza mental envidiable que le permitió que ningún muro se le resistiera ha visto desde allá arriba (donde quiera que esté) como hasta 16 compatriotas suyos (tres nacionalizados: Rogers, Ibaka y Mirotic) le precedieron en la NBA. Esta misma temporada recién estrenada, diez españoles la disputan. Un récord impensable cuando en la Noche de Difuntos de 1986 un chaval de 24 años, de Madrid y luciendo ese pelazo tan típico de los 80, debutó en una competición que al ser nombrada (enebea), automáticamente transportaba la mente de quienes la escuchaban hacia parajes exóticos e inexplorados.

Un magnetismo que poco a poco fue perdiendo romanticismo a medida que el baloncesto español acumulaba anillos (dos), Finales (cuatro), un premio a Rookie del Año (Pau Gasol), Mejor Defensor (Marc Gasol), una nominación como mejor pívot de la temporada, participaciones en el concurso de mates (momento que Rudy aprovechó para encumbrar la leyenda de Martín luciendo su camiseta) y millones y millones de dólares obtenidos por nuestros jugadores que contrastan con los 150.000 que Martín percibió en su día. Antes que dos mitos del baloncesto europeo (y mundial) como Petrovic y Sabonis se enfundaran la camiseta de los Blazers, Fernando Martín Espina abrió el camino. Un inconformista como él nos permitió soñar estando despiertos. Y todo empezó tal día como hoy, de hace 30 años.

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