Hornets: el factor cacha y Don Kemba Walker para soñar
Tras dejar los playoffs 2016 en la primera ronda, el objetivo de la franquicia de Charlotte debe ser subir un nuevo peldaño.
Es el momento. Ahora o nunca. Para Charlotte Hornets queda poco margen ya de maniobra en un proyecto que llega a la cuarta temporada de Steve Clifford en el banquillo. Michael Jordan, propietario desde el 17 de marzo de 2006, no pude permitirse que la historia de la franquicia de Carolina del Norte no avance más allá de una irregularidad manifiesta que se explica con sólo 10 apariciones en playoffs en sus 27 temporadas de existencia, con un techo de cuatro semifinales de Conferencia, la última en 2002. Mucho tiempo para no dar con la tecla exacta de un equipo que posee el peor récord de siempre en la NBA: 7 victorias y 59 derrotas en la campaña 2011-12.
Es casi imposible que se dé de nuevo esa experiencia en Charlotte. Las políticas empleadas desde ese día (e incluso en esos momentos) han acertado en una línea ascendente, aunque para muchos lenta, en la consecución de sus objetivos. En 2015, con un equipo más que resultó, la postemporada se cerró a cal y canto antes de llegar. Y el pasado año, con una plantilla más profunda, experimentada y cubierta en sus puntos débiles, la primera ronda fue el límite al cruzarse con unos Heat que ganaron en siete partidos.
A pesar de ese tropiezo, el curso dio motivos de esperanza y esos serán los que Clifford y sus chicos seguirán. Por ejemplo, la efectividad anotadora fue increíblemente positiva. Los Hornets se colaron en el top-10 por cada 100 posesiones (9º) con 105,1 puntos. Kemba Walker, con la camiseta del All Star encargada desde hace tiempo, fue el referente y lo volverá a ser, con Nicolas Batum de escudero y la veteranía de Ramon Sessions para darle minutos de descanso. Pero ahí no queda la cosa porque si la defensa funcionó a un ritmo de 102,3 tantos por cada centenar de posesiones, la vuelta al completo de Michael Kidd-Gilchrist convertirá la retaguardia del conjunto en un campo de minas.
Los Hornets, en definitiva, tienen cada posición armada para una batalla. Será difícil. En el Este la relajación ya no es una opción como en el pasado (sino que se lo pregunten a los Bulls). Ahora, la guerra se anuncia desde el primer partido y el Time Warner Cable Arena deberá ser el mismo fortín que fue la temporada campaña cuando los Hornets acabaron como el sexto equipo con más victorias en su cancha de toda la Liga para llegar con solvencia a los playoffs. No hay más remedio. Las agujas van a marcar las doce.