Auerbach, Russell, Bird, Pierce... leyendas de los 17 anillos
Los Celtics han formado parte de la NBA desde sus inicios. La franquicia más laureada de la historia encadenó 11 campeonatos en 13 años.
Los Boston Celtics son una de las tres franquicias (junto a Knicks y Warriors) que aún hoy perduran de las 11 que en la temporada 1946-47 iniciaron una aventura llamada BAA (Basketball Association of America), competición que años más tarde alumbraría a la NBA. No es tarea fácil resumir tantos años de historia en unas pocas líneas. Portar el nombre de las dos ciudades con más lustre de Estados Unidos (Nueva York y Los Ángeles) puede que convierta a los Knicks y Lakers en más mediáticos, pero lo cierto es que ningún equipo ha conseguido más anillos que los verdes.
Los 17 estandartes de campeón que presiden el TD Garden, sucesor del mítico Boston Garden, resumen lo que significa el celtic pride (orgullo celtic). Prácticamente uno de cada cuatro campeonatos (24,28%) disputados fue a parar a sus manos. Todo un récord en las cuatro grandes ligas del deporte profesional estadounidense (NFL, MLB, NBA y NHL). Un porcentaje que podría ser mucho mayor si en las tres últimas décadas no hubieran conquistado un único anillo (el de 2008). Tras el adiós de Larry Bird, Robert Parish y Kevin McHale, Boston atravesó un doloroso peregrinar por el desierto. La elección de Paul Pierce en el draft de 1998 supuso la aparición de los primeros halos de luz. Aunque el verdadero renacer no se produjo hasta el verano de 2007. El aterrizaje de Kevin Garnett y Ray Allen transportó a su afición atrás en el tiempo, a las viejas noches de gloria y celebración que les han llevado a retirar 21 camisetas (cifra récord del deporte norteamericano) y a que un total de 42 personalidades —con distintos lazos con la franquicia— formen parte del Salón de la Fama de Springfield (Massachusetts). Una cantidad a la que no llega ningún otro equipo de la Liga.
Nos referimos, por supuesto, a las dos eras icónicas por excelencia del club de Massachusetts. Una en blanco y negro, resumidas en un par de fotografías: la de Red Auerbach fumándose su cigar (puro) de la victoria y una segunda con Bill Russell posando junto a once anillos. La segunda, ya en color, en los 80. La NBA vivía sus horas más bajas, pero la rivalidad Lakers-Celtics, Magic-Bird, inició el despegue de la Liga hacia la admirada competición que hoy es seguida en cada rincón del planeta. Aquellas batallas apuntalaron por los siglos de los siglos la mayor rivalidad en la historia de la NBA y dejaron episodios para el recuerdo. Algunos tan curiosos como legendarios: en efecto, me refiero a aquel quinto partido de las Finales del 84 disputado en el Garden. No es que no funcionara el circuito de aire acondicionado del pabellón, es que se alcanzaron temperaturas superiores a los 35 grados que nos dejaron la imborrable imagen de Kareem Abdul-Jabbar inhalando oxígeno con una mascarilla en el vestuario visitante. Dicen las malas lenguas que Auerbach ordenó encender la calefacción. Historia del deporte.
El propietario: Wyc Grousbeck (Boston Basketball Partners)
Al igual que su padre H. Irving Grousbeck, Wyc es uno de los rostros del conglomerado de inversores (Boston Basketball Partners L.L.C.) que gestiona la franquicia desde 2002. Actualmente ejerce en calidad de director ejecutivo, pero al contrario que otros propietarios, su intromisión en los asuntos del equipo resulta prácticamente nula. Grousbeck, muy ligado a Boston (capital de Masachusetts, estado que le vio nacer), es un empresario de gran éxito en la zona y está involucrado en la gestión de varios centros hospitalarios. Dirigir a los Celtics no es su única vinculación con el mundo del deporte, ya que que también forma parte de la junta de gobierno de la Fórmula E.
El general manager: Danny Ainge
Pocos conocen como Ainge las entrañas de los verdes. Como jugador ganó tres anillos junto a Larry Bird y compañía hasta que en 2003 pasó a formar parte del organigrama directivo del equipo. No comenzó con buen pie (hasta Paul Pierce llegó a pedir ser traspasado), pero en el verano de 2007 se convirtió en el artífice del regreso del equipo a la élite. Fue él quien orquestó las llegadas a Boston de Kevin Garnett y Ray Allen. Meses después recibiría el premio al Mejor Ejecutivo de la temporada y celebraría su primer título como directivo. Tras el cierre de la última etapa gloriosa de los Celtics en 2013, apostó por Stevens como capitán del barco. Hasta la fecha, el proyecto actual marcha en la dirección correcta.
Estrella histórica: Bill Russell
Larry Bird podría ocupar perfectamente esta condición. El legado del '33' en Boston es imborrable y glorioso a partes iguales. Pero, en su contra juegan los apenas tres títulos que consiguió. Una comparativa en la que sale completamente mal parado ante Bill Russell. Nadie ha igualado (y probablemente nunca lo haga) su palmarés como jugador: 11 anillos, 5 MVP's 12 presencias en el all star... Todo ello, en 13 temporadas (1956-1969) en las que desde sus 2,08 dominó como un cerrojo en defensa y deslumbró en ataque con su inteligencia. Tanto que, cuando el célebre Auerbach dio un paso atrás, acabó ejerciendo como entrenador-jugador (no fue la primera opción de Red, pero sí quien aceptó el encargo) durante sus tres últimos cursos. Desde entonces, cuando nos referimos a Bill hablamos del primer head coach afroamericano en la historia. Don Nelson le definió a la percepción: "Ese tipo de estrella que hace a cada jugador al lado suyo mejor de lo que es".
Momento histórico: la dinastía eterna
Red Auerbach llegó en 1950 a Boston, el mismo año en el que aterrizó Bob Cousy. Sin embargo, los Celtics no llegaron a sus primeras Finales hasta 1957, la primera temporada de Russell en el equipo. Con Bill a bordo, los verdes originaron la mayor dinastía en la historia de la NBA: 13 temporadas, 12 Finales y 11 anillos. Durante semejante cascada continuada de éxito, únicamente se midieron a tres equipos distintos: en cuatro ocasiones con los Hawks (los únicos capaces de amargarles, en 1958), en una con los Warriors y las siete restantes a los Lakers. Con el triunfo en el séptimo partido de la batalla final de 1969 ante los angelinos se puso fin a un dominio demoledor. Lo nunca visto en el deporte profesional norteamericano.