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ANÁLISIS

Utah Jazz y la NBA: el 'boom' justo de los infravalorados

La franquicia de Salt Lake City se encontrará ahora con la prueba más difícil: ganar cuando todos esperan que lo hagas.

Utah Jazz y la NBA: el 'boom' justo de los infravalorados
Getty Images

Vamos directos al grano: no hay boom (o hype) más merecido que el de los Utah Jazz. Lo curioso, lo diferente, ha sido la manera de conseguirlo. Un proceso largo, con capítulos que obligaron a dar un paso hacia atrás en más de una ocasión, pero siempre con con la mirada al frente. Un objetivo distinto al que marcan las tendencias. Un objetivo que no está a la orden del día. Lejos de los focos, de la acción. Lejos del show de la NBA. Lejos hasta que se han ganado un sitio por méritos propios. Ahora llega la hora de la verdad. Ese pase extra tan difícil que convierte a los buenos en ganadores. Ya no hay vuelta atrás. El gran ojo, que marca lo que muchos ven o dejan de ver y por lo que se paga o se deja de pagar, se ha fijado en ellos. Toca dar el Do de pecho. Y están preparados.

Terceros de la conferencia Oeste, dice Kevin Pelton (ESPN), utilizando como guía el Real Plus Minus. Hasta las 47 victorias se lleva a unos Jazz que cumplen tres años en negativo (40-42 la temporada pasada) y seis sin pasar una ronda de playoffs. Son, como muchos otros, datos engañosos sobre un equipo que, siempre que se le acabe la mala suerte (lesiones...), no tardará en subir escalones a un ritmo vertiginoso.

Otra manera de hacer las cosas

Las estrellas no fichan por los Jazz o los Jazz no fichan estrellas. Lo pueden decir en cualquier dirección, simplemente no ocurre. Stockton, Malone, Kirilenko, Deron Williams, Paul Millsap... Todos fueron elegidos en la ceremonia del Draft por la franquicia de Salt Lake City. De hecho, hay que remontarse a sus años en Nueva Orleans para encontrar el traspaso de Pistol Pete Maravich en 1974. Ha llovido...

Mientras la NBA no deja de crecer a base de traspasos, súper equipos y fichajes galácticos, los Jazz se dedican a otra cosa. A lo suyo; a lo de siempre. Construir desde la cuna, que en este caso sería el Draft. Gordon Hayward, Rodney Hood, Rudy Gobert (movimiento de noche de Draft), Derrick Favors (llegó con cuatro meses de experiencia en el traspaso de Deron), Alec Burks, Trey Lyles, Dante Exum... Alguno todavía creerá que han llegado aquí por casualidad, pero el trabajo que hay detrás de un equipo creado a base de sudor, cabeza (mucha) y tiempo, lo imagino inhumano.

Ninguno de los jugadores que formaron parte de la platilla de los Jazz la temporada pasada contaba con más de cinco años de experiencia. Un equipo joven. Siempre infravalorado. Un grupo que aprendió a perder y que ahora tiene que aprender a ganar. Para eso han llegado también Boris Diaw y Joe Johnson. Dos veteranísimos de la Liga que, con la actitud necesaria, podrían ser un gran pie de apoyo para el gran salto que han de consumar los Jazz. Y, por supuesto, George Hill. Discípulo de Popovich al que Vogel dio forma y que llega a Utah para enseñar y sumar.

Sin egoísmos, sin grandes estrellas. Han crecido sin focos, sin expectativas. Con el proceso como fin y el tiempo como gran aliado. Ahora, el mundo espera que compitan con los Clippers del Paul, Griffin y Jordan, con los Thunder de Westbrook y con los Spurs de los cinco anillos. Y lo harán a su manera. Con los 100 puntos como barrera (la temporada pasada se quedaron en 97,4, el tercer peor equipo de la Liga). Ni ellos ni nosotros. Lejos de los estándares actuales. Lo harán como los Utah Jazz. Eso sí, ahora, con hype. Y muy merecido.