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La picadura mortal de Kyrie

Con Draymond Green sobre el parqué todo habría sido diferente. Es obvio. Los Warriors pierden buena parte de sus súper poderes sin el '23' en la madera, pero eso ya lo sabíamos todos. Con lo que no contábamos, quizás, era con la picadura de Kyrie Irving. El base venía de hacer dos partidos de 30 puntos (30 y 34 para ser exactos), pero lo de ayer fue otra película: lo metió todo.

LeBron habló de "la calma" para ejecutar del ex de Duke, y puede que eso fuera lo más impresionante. Contamos con que se trata de un auténtico jugón, un talento de esos que llegan una vez cada muchos años en lo que a anotar se refiere. Pero no contábamos con la versión Mamba que se paseó anoche por el abarrotado y ruidoso Oracle Arena.

Kyrie fue sigiloso y mortal. No gastó demasiados tiros, no cometió errores y no buscó su momento. Éste se presentó y él, con esos movimientos tan naturales como indefendibles que siempre asociaremos con Uncle Drew, picó una y otra vez a unos Warriors vulnerables en defensa que no encontraron respuesta. La orquesta tocaba al son de LeBron, pero fue Irving quien ganó el partido. Una exhibición digna de cualquier monstruo de los que llenan las páginas los libros de historia: imparable, incansable, insaciable.

Plástico en todos sus movimientos, sin cambiar el semblante, pero consciente de que tenía a uno de los mejores equipos de la historia bailando sobre sus talones. La baja de Green facilitó el trabajo de LeBron, y también el de Lue, pero Irving se midió a los mejores exteriores del mundo, cara a cara, de tú a tú. Y ganó el duelo. Retó al MVP y al Splash Brother con más fuego. Y arrasó. Una de las mejores actuaciones que he visto jamás. Que no lo digo yo, que lo dice un tal LeBron.