La sanción a Green transforma la Final: ¿qué harán los Warriors?
Sin un jugador que estaba en muchas quinielas para el MVP, los Cavs tienen una opción real de asaltar el Oracle y alargar una Final que parecía sentenciada.
La sanción a Draymond Green lo cambió todo, de repente. La Final de la NBA 2016 se daba por sentenciada, de hecho pocos apostaban a que fuera más allá de este quinto partido tras la demostración de competitividad rocosa de los Warriors en el cuarto, el pasado viernes. El debate había virado casi exclusivamente hacia quién sería MVP: otra vez Iguodala, Stephen Curry si firmaba un partido deslumbrante…. o Draymond Green, seguramente el jugador con más influencia en la Final, mano a mano con el propio Iggy. Pero entonces llegaron las noticias y con ellas, una polvareda colosal. Tormenta mediática, polémica en carne viva y hasta un nuevo planteamiento deportivo. De repente, volvía a haber Final. Como cuando parecía muerta con el 2-0 y los Cavs la reanimaron su paliza del tercer partido. Entonces desaprovecharon su oportunidad con la derrota en el cuarto… ¿qué harán ahora?
Cae Green: lío en todos los frentes posibles
Primero la sanción, con todos los ingredientes para formar un lío descomunal: Draymond Green ha ido pasado de revoluciones durante todos los playoffs, el carácter volcánico que siempre le ha impulsado de repente en su contra, descontrolado cuando vinieron mal dadas contra los Thunder. Él solo se ha puesto en la situación en la que está y ni siquiera debió enzarzarse con LeBron con el cuarto partido ya prácticamente resuelto. La NBA le marcó una línea roja tras la Final de Conferencia y él la traspasó. Desde ese punto de vista, la sanción puede ser comprensible.
Pero no es menos cierto que seguramente ni había necesidad de rearbitrar la jugada en cuestión (LeBron pasa innecesariamente por encima de Green y éste le suela un golpe en la entrepierna), y menos después de un final de partido en el que los árbitros permitieron un nivel físico que trascendió de largo el reglamento, que la actitud de los Cavaliers ha dado munición a los amantes de las conspiraciones y que, de esto hay poca duda, Green ha recibido con ligereza la sanción que mereció y no se llevó ante los Thunder. En un caso con 3-1 a favor y en el otro con 1-3 en contra.
Para colmo, la implicación de LeBron ha terminado de sacar de quicio las opiniones, en un sentido y en otro. Mientras, Ayesha Curry (la mujer de Stephen) y Marreese Speights lanzaron dardos a LeBron en Twitter, el ala-pívot con el emoticono de un biberón poco después de que Klay Thompson se sorprendiera ante la prensa de que el cuatro veces MVP tuviera de pronto la piel tan fina: “esta es una liga para tipos mayorcitos”. En el fondo, y Andrew Bogut lo dijo de forma bastante directa, subyace la percepción de que los Cavs maniobraron, en pista y fuera de ella, para sacar del partido a un Draymond que, en todo caso, picó.
A los Cavaliers se les abren nuevas posibilidades
Pero el hecho es que Green no va a jugar. No ha faltado en ninguna de las 88 victorias de su equipo en la temporada (solo se perdió un partido: derrota en Denver) y su trascendencia es descomunal: el mejor +/- de la Regular Season y el segundo mejor de los playoffs por detrás de LeBron (+166 por +153). Nadie en la rotación de los Warriors estaba jugando más en la Final (38,1 minutos por noche) y Curry solo ha metido en la eliminatoria ocho puntos sin él en pista. Porque coinciden casi siempre… y precisamente en ese ajuste tiene el principal problema Steve Kerr: le toca cambiar el guión. En ataque, Green anota, distribuye y amasa bote para liberar al MVP. Y en defensa cuerpea a Tristan Thompson en la lucha por el rebote y, especialmente cuando ejerce de pívot, reduce drásticamente la producción en la zona de LeBron James y Kyrie Irving: físico, protección del aro y ayudas casi coreografiadas. Es, en definitiva, el eje del devastador small ball (death lineup, el quinteto de la muerte) con el que los Warriors controlan casi a cualquier rival, también desde luego a estos Cavs tan cortos de variantes.
Dray es insustituible y los Cavaliers deberían percibir una subida brusca de sus acciones, al menos para este cuarto partido. LeBron y Kyrie podrán ser más agresivos, Kevin Love quizá encuentre un sitio en la Final (solo quizá…) y la defensa, con una preocupación menos, tratará de hacer otra vez efectivos los cepos que Curry y Klay Thompson burlaron el pasado viernes. Tal y como estaban las cosas, pueden darse por satisfechos. Pero lo que no ha cambiado es que tienen que ganar tres partidos seguidos a un rival que no los ha concedido en toda la era Kerr y que tienen que robar dos triunfos de un Oracle donde los Warriors han perdido solo tres veces en toda la temporada, playoffs incluidos. Todo eso, que acumulan ocho derrotas en nueve partidos contra los de la Bahía y que serían el primer equipo que consigue remontar un 3-1 en toda la historia de las Finales. Y finalmente, las tareas de Lue, que su banquillo sigue siendo un agujero negro y su rotación interior un problema casi irresoluble: si juegan Love y Frye, los Warriors anotan con continuidad. Si no lo hacen, solo JR Smith abre la pista y no hay espacios para LeBron y Kyrie.
Los Warriors: el 32-0, el Oracle y los Splash Brothers
Del 32-0 acumulado en Finales que se colocan 3-1, solo en 17 se cerró el anillo en el quinto partido. En quince no: 13 en el sexto y dos en el séptimo. Es otro buen dato para los Cavs pero tiene trampa ya que antes la Final se disputaba en formato 2-3-2 (ahora 2-2-1-1-1) y el quinto partido se jugaba todavía en pista del equipo con el factor cancha en contra. Pero hoy se juega en Oakland, de donde los Cavs salieron hace una semana 2-0 y con un devastador -48 en diferencia de puntos.
¿Y los Warriors? Es obvio que de entrada necesitan, todavía más, un gran partido de Thompson y de un Curry que se verá más exigido también como playmaker. Necesitan su mejor versión defensiva, cerrar el rebote y evitar las pérdidas: 34 puntos tras ellas de los Cavs en el tercer partido, solo 9 en el cuarto. Cuentan con un Oracle que promete mucho ruido, muchísimo, y donde nunca han ganado un título: el último como local llegó todavía en Philadelphia (1956) y los de 1975 y 2015 los sellaron a domicilio. Cuentan con la motivación extra de una situación que les ha hecho sentir damnificados y cuentan, son los Warriors, con alternativas fiables pero que seguramente tengan que pasar por más minutos con un pívot puro, sea Bogut o Ezeli.
Para el quinteto titular, Kerr tiene varias opciones: Iguodala es la obvia, con Harrison Barnes de cuatro, pero quizá el técnico prefiera no cambiar la forma en la que está utilizando al perro de presa de LeBron. Livingston ayudaría a Curry a manejar las posesiones y echaría una buena mano en defensa, McAdoo permitiría ganar tiempo y tocar lo menos posible el plan inicial… y hasta Brandon Rush, que a priori no cuenta como posibilidad, fue titular en 25 partidos en Regular Season. Sea como fuere, el meollo del asunto no es con quién empieza Kerr el partido sino con quién lo acaba, y ahí pueden los Warriors volver a necesitar a un Bogut en buena sintonía. Y necesitarán desde luego mucha producción de Barnes, que por lo demás y sin hacer mucho ruido está jugando una excelente serie.
De repente vuelve a haber Final, veremos si solo por un día más. Para Golden State Warriors, cerrar el anillo sin Green no solo pondría el colofón a (seguramente) la mejor temporada de la historia de cualquier equipo, sino que también refrendaría unos playoffs en combate contra quienes les cuestionaba porque siempre parecían tener todo a favor: la lesión de Curry, el 1-3 ante los Thunder, la sanción a Green. Si ganan los Cavs, podrán soñar de regreso a Cleveland, todavía con todas las matemáticas en contra, con forzar el séptimo partido. Así que unos claman su enfado y los otros rumian su recuperada esperanza. Y todo el mundo, de repente, tiene ganas de quinto partido. Sin Dray Green pero con todo lo demás: primer match ball para los Warriors.