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De tú a tú siempre ganan los Warriors

Intenso desde el salto inicial hasta los últimos tiros libres. Warriors y Cavaliers nos regalaron por fin un partido digno de unas Finales NBA. Y, como no podía ser de otra manera, poder contra poder, de tú a tú, ganaron los de Oakland. ¿Por qué? Porque son mejores. Punto.

No voy a entrar en detalles porque no creo que sea necesario llegado este punto de la temporada. Los de la Bahía son superiores, desde el mejor Curry, que apareció en el partido decisivo (y seguramente definitivo), hasta un Anderson Varejao que fue invitado tan de lujo como inesperado. Kerr cambió las pautas, enseño sus mejores movimientos de cintura y acabó consiguiendo el jaque que buscaba.

Entiendo a Lue: yo también habría muerto con LeBron y Kyrie. Sinceramente, no tiene mucho más. ¿Llegaron destrozados al final? Sí, por su puesto. ¿Fue clave? Desde luego. Pero quizás (y solo quizás) la pregunta importante tendría que ir dirigida bastante más arriba, camino de las oficinas. ¿Cómo es posible que la plantilla más cara de la historia de la NBA no tenga una rotación en condiciones? En condiciones para ganar la NBA, claro.

Si todo acaba como parece y estos Warriors coronan su escandalosa temporada con su segundo anillo el próximo lunes, el verano número 52 en blanco (¡52!) puede ser movidito en Cleveland. Porque LeBron es un jugador histórico, un súper atleta, y casi cualquier adjetivo grandilocuente encajaría con él. Pero se mire como se mire, seas fan, hater o knickerbocker (mi caso), el 2-5 en Finales sería una losa. Tres derrotas consecutivas en el escenario más grande del mundo del baloncesto. LeBron querrá más. Y lo querrá ya.