Fue en 1987. Rivales acérrimos, ambos llegaron con los mejores balances de sus respectivas conferencias (65-17 los Lakers y 59-23 los Celtics). Y en temporada regular, dos victorias para los angelinos (110-117 y 106-103). El equipo deMassachussets defendía el título conquistado el año anterior ante los Rockets y los Lakers, querían recuperar el trono que alcanzaron en 1985, precisamente ante los Celtics. Fueron las Finales de Magic Johnson, líder de su equipo en puntos (26,2), rebotes (8,0), asistencias (13,0) y robos (2,3), casi un triple-doble de media ante unLarry Birdtambién imperial (24,2, 10,0, 5,5 y 1,2), pero que terminó rindiéndose a la clase de su archienemigo: "Magic es un gran, gran jugador de baloncesto. El mejor que he visto", dijo el alero. Al margen del papel también estelar de los titulares Kareem Abdul-Jabbar, James Worthy y Byron Scott en los Lakers, y de Dennis Johnson, Kevin McHale y Robert Parish en los Celtics, el factor que inclinó definitivamente la balanza a favor de los californianos fue su banquillo, muy superior. Michael Cooper y Mychal Thompson, padre del escolta de los Warriors Klay Thompson, jugaron muchos minutos y fueron importantes, frente a la muy secundaria nómina de suplentes célticos, con un Bill Walton crepuscular que apenas tuvo trascendencia en el juego.
Fue el comienzo de una larga travesía por el desierto de los Celtics, que no volverían a las Finales hasta 2008, mientras que sus eternos enemigos, aun con altibajos, conquistaron antes de ese año otros cuatro títulos y estuvieron en tres Finales más. Ahora parece complicado que el gran clásico de la NBA renazca a corto plazo.