NewslettersRegístrateAPP
españaESPAÑAchileCHILEcolombiaCOLOMBIAusaUSAméxicoMÉXICOusa latinoUSA LATINOaméricaAMÉRICA

CAVALIERS - WARRIORS | GAME 4

Día clave: del ‘dilema Kevin Love’ al juramento de Klay Thompson

Tras el tremendo vaivén que sufrió la Final en el tercero, llega el determinante cuarto: o resurrección completa de los Cavs o casi puntilla de los Warriors.

Jun 5, 2016; Oakland, CA, USA; Golden State Warriors guard Klay Thompson (11) shoots the ball against Cleveland Cavaliers forward Kevin Love (0) in game two of the NBA Finals at Oracle Arena. Mandatory Credit: Bob Donnan-USA TODAY Sports
Bob DonnanUSA Today Sports

Mañana vamos a responder. Es lo que hemos hecho todo el año. Hay que afrontar este reto y dar la cara”. La frase demuestra que por fin la Final 2016 ha entrado en verdadero calor tras el arranque algo anticlimático que vivió en Oakland y a la espera que de que ambos equipos crucen su mejor versión buena en pista: el +33 a favor de los Warriors en el segundo partido fue +30 para los Cavaliers en el tercero, el mayor giro jamás visto entre dos partidos de las Finales. Hasta ahora cuando un equipo ha llamado a la puerta, el otro no ha estado en casa.

Klay, que como Stephen Curry todavía no ha anotado 20 puntos en un partido de esta serie, mostró confianza en un equipo que, pese a la paliza encajada, sigue por delante (2-1). Y que con un triunfo hoy dejaría la Final casi vista para sentencia: 3-1 con el quinto partido en el Oracle... y un hipotético séptimo también. Pero otra derrota, y el 2-2, confirmarían la rebelión de estos Cavaliers que la prensa de Ohio ha vendido como la lucha del “Lago contra la Bahía”. Desde luego los Warriors no fueron ni una sombra de sí mismos lejos de la soleada California y a la ventosa orilla del Lago Erie, donde los Cavs en playoffs están 8-0 con 22 puntos de diferencia media en esas ocho victorias.

La Final, por fin, ha entrado en calor, al menos durante estas 48 horas entre partidos, un lapso escaso que seguramente habrán agradecido todos: los Cavaliers porque habrían jugado el cuarto nada más acabar el tercero si hubieran podido, y los Warriors porque tienen una oportunidad exprés de responder, esa es la palabra que usó Klay, a su desconexión del miércoles. En realidad, será el partido en el que sabremos ante qué tipo de eliminatoria estamos realmente después de que los Cavs borraran de un plumazo en el regreso a su pista algunas de las cosas que empezábamos a dar por seguras: LeBron firmó un 4/8 en tiros fuera de la pintura tras su 3/12 en los dos duelos de Oakland. JR Smith llevaba 8 puntos en la Final y metió 20, y Kyrie pasó de 5 asistencias totales a 8 en The Q. Esa versión de los Cavaliers es la que puede ganar a cualquiera, también a los Warriors, contra los que acumulaban siete derrotas seguidas y nueve partidos sin llegar a 100 puntos. Siempre es bueno recordar.

En pleno proceso de recuperación de confianza, el nombre clave para los Cavs en Kevin Love. El ala-pívot tiene todas las papeletas para que la NBA le permita volver a jugar tras perderse el tercer partido por la conmoción que le provocó el codazo fortuito de Harrison Barnes en el segundo. El quinteto inicial con él tiene un +/- de -3 en la Final. Con Richard Jefferson el miércoles, +17. No todo es culpa de uno o mérito del otro, pero resultó obvio que esa combinación de jugadores se adapta mejor a lo que proponen los Warriors, simplifica las cosas en ataque y defensa y permite a LeBron ocupar casi desde el principio la posición de falso ala-pívot. Más inteligente (35 años, ya jugaba Finales hace catorce…), Jefferson hizo todas las pequeñas cosas en ataque y defensa que debería hacer Love. El regreso del tres veces All Star (casi 20 millones de sueldo este año) nunca debería ser un problema para Tyronn Lue, pero quizá sí su encaje: aunque no está claro, parece ser que el técnico se inclina por hacerle salir desde el banquillo y mantener intacto, de inicio, lo que tan bien le salió en el tercer partido.

Parece lo más sensato y Steve Kerr, que ya borró del mapa a un número 1 del draft como Andrew Bogut hace un año, lo tiene claro: “aquí todos somos mayorcitos”. No valen las quejas ni las atenciones especiales a un máximo de cuatro partidos de que se decida el campeón de la NBA. Un Kerr que, por cierto, tiene sus propios problemas, en parte similares a los de hace un año. El quinteto titular tiene un -33 acumulado en los tres partidos. Su quinteto de la muerte (Curry, Klay, Iguodala, Barnes, Green) solo ha coincidido 12 minutos en pista en la Final pero acumula un +14. Con Bogut y sin Iguodala, los Warriors jugaron minutos horrendos en el último partido, así que la titularidad del alero en lugar del pívot puede ser cuestión de muy poco tiempo. Quizá ya, quizá en el quinto partido si se llega 2-2 a Oakland.

Además, los Warriors tienen que encontrar formas de liberar a Curry y Klay Thompson. En los dos primeros partidos bastó con que ejercieran de cebo para la defensa de los Cavs. Pero si su rival va a jugar al nivel del tercer partido, los Warriors necesitan más de su artillería. Más puntos, mejor selección, más concentración y menos pérdidas. Visto desde el lado del campeón, sigue al mando (2-1) y, aunque estrepitoso, lo del miércoles pudo no ser más que un patinazo tras su evidente superioridad en el arranque de la Final. Parece evidente que los Warriors recuperarán la intensidad desde el salto inicial, que saben dónde y cómo se equivocaron y que ya han demostrado (Oklahoma, esta misma pista hace un año...) que saben recomponerse por la vía rápida. Lo necesitan porque quizá, y más allá de la derrota, permitieron que los Cavs se reencontraran con demasiadas cosas: las suspensiones de LeBron, el tiro de JR, los crossover de Kyrie, los rebotes de ataque de Tristan Thompson… Los Cavaliers, aunque tarde, llegaron a la Final. Hoy sabremos si es para quedarse en ella o no.