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Ayer era el día: LeBron James tenía que morir

Un ruido ensordecedor como canción de fondo mientras los guerreros se dejan la piel sobre el parqué. El Oracle Arena no descansó hasta que su equipo salió de traje y corbata con el 1-0. Y es que Oakland es un fortín. En esa cancha solo ganan los valientes, los que aguantan contra viento y marea. Y hoy era ese día para los Cavaliers, ese en el que hay que sudar tinta para intercambiar derechas (la izquierda para defender el rostro). Pero Tyronn Lue no se enteró de nada... Estamos en las Finales de la NBA, Coach.

Los Cavs reaccionaron en el tercer cuarto y, con los Splash Brothers perdidos por las callejuelas de Oakland, Kerr se cargó la pizarra. Estaba metido en el partido, sabía perfectamente lo que se estaba jugando (todo, como en los tres últimos ante OKC).

Llegó el momento de la verdad. Los visitantes culminaron la remontada y congelaron a la grada. Solo era un +1, pero... ¿no era eso todo lo que necesitaban? ¿O es que esperaban ganar de 20 en el Oracle? Lue sentó a Kyrie uno abajo y a LeBron con menos tres (por el propio Kyrie)... Lo dicho: no se enteró de nada.

Da igual si juega cojo, ciego o manco. Con dolor de cabeza o deshidratado porque se rompe el aire acondicionado. Ayer era una prueba para valientes: el día que había que morir sobre el parqué. Era el día que no les salía nada a los 'asesinos de la Bahía' (Klay y Curry) y el día que a 14 minutos del final estabas uno arriba. ¿Cuántas veces creéis que puede pasar algo así en Oakland?

Ahí se acabó el partido. Cuando James volvió a cambiar el banco por la madera, solo tres minutos después, los de Ohio iban 14 abajo y el viento soplaba tan fuerte a favor de Golden State que no había muralla tras la que esconderse. Maravilloso Livingston.

Cierto es que sale Iguodala y a LeBron se le acaba la fiesta. Empiezan las malas decisiones, las pérdidas y los tiros fallados. Y ayer ocurrió más que nunca. Pero LeBron es LeBron, y sin él los Cavs no llegan a Raptors. ¿Y si en vez de 40 juega 43? O 46... Morir en el primero para ganar y perder de 20 en el segundo para descansar. ¿Quién no hubiera firmado volver a casa con 1-1? Como si no juega el segundo, vamos. El tren no suele pasar dos veces.