Que nadie se olvide de la temporada de Paul George
Los Pacers cerraron ayer la carpeta de la campaña 2015-16, con un balance más que positivo por razones obvias. El escolta, mejor que nunca.
El uno de agosto de 2014, todo el mundo del deporte se llevó las manos a la cabeza: Paul George, uno de los jóvenes más prometedores de la NBA, se había destrozado la pierna (fractura abierta de tibia y peroné). "Estaré bien y volveré mejor que nunca. Os quiero a todos", escribió el escolta de los Indiana Pacers en su cuenta de Twitter.
Muchos pensaron que no volvería a ser el mismo: ese jugador eléctrico, con un físico privilegiado que iba de la mano de su enorme talento. Y no lo fue. El ahora '13' (se cambió de dorsal) regresó a las canchas entre vítores y aplausos cuando solo quedaban seis partidos para el final de la temporada 2014-15. Aquel año que George se pasó en el gimnasio, tirando a canasta sin saltar, los Pacers no entraron en playoffs después de disputar dos finales consecutivas de la conferencia este y se desintegraron en verano: Scola se marchó a Toronto, David West renunció a casi 10 millones de dólares para jugar con los Spurs y Hibbert se vistió de oro y púrpura. El escolta, solo contra el mundo para empezar desde cero ¿Miedo? Ninguno.
Estoy seguro de que un alto porcentaje de los jugadores de la NBA se dejan los cuernos trabajando en verano para volver mejor la siguiente temporada. Más resistencia, más explosivos, un nuevo arma, mejorar el tiro... Vemos de todo. Pues bien, imagínense lo que debió trabajar Paul George para volver de aquella horrible temporada como lo hizo a finales del mes de octubre. Cuatro partidos de toma de contacto y boom: 26, 36, 32, 27, 26, 29, 26, 34, 20, 40, 33, 39, 31, 11, 48, 33... Sumando en el rebote, acertado desde el triple (rondó el 44%) y sin egoísmos. En definitiva, el mejor Paul George de siempre y uno de los mejores jugadores de esta NBA repleta de súper talentos. Poco más de un año después de sufrir una de las peores lesiones que se recuerdan en el mundo del baloncesto, el escolta de los Pacers se codeaba con la élite de la Liga y aparecía entre los hipotéticos candidatos a MVP en una competición paralela en la que Curry no existiera. Sobra decir que no hay palabras para describir el mérito.
El bajón llegó, como no podía ser de otra manera. Malos porcentajes de tiro y una serie de 8 de 10 partidos sin pasar de los 20 puntos. Después del All Star (en el que fue titular), combinó auténticos partidazos (35, 38 y 45 puntos) con otros no tan buenos. Las piernas pesaban y el hierro aparecía demasiado ligado a su nombre. Cogió alguna buena racha, pero los Pacers pagaron la irregularidad del escolta con un séptimo puesto que les costó sangre, sudor y lágrimas. Lo había conseguido: volvían a playoffs.
Ahora ya podemos decir que no han pasado de la primera ronda (era lo normal), pero también que no ha sido porque Young Trece no lo haya intentado todo. De hecho, sus 191 puntos ante los Raptors (+27 por partido) son un nuevo récord de la franquicia en la NBA, superando los 181 que anotó Reggie Miller en las finales de conferencia de 1995 ante los Magic de O'Neal, Penny Hardaway, Horace Grant, Nick Anderson y Dennis Scott (ESPNStats&Info). Además, el escolta es, hasta el momento, el jugador que más cuartos de dobles dígitos ha logrado en los playoffs (10).
Cerró la temporada con un 360, sin miedo. Con la misma mentalidad con la que inició su recuperación hace casi dos años. Paul George ha hecho, a sus 26 años (cumplidos hoy), la mejor temporada de su carrera. No olvidemos lo que ha conseguido. Talento por los cuatro costados y en los dos lados de la cancha. Sin límites.
"Ha sido un viaje largo. Estoy orgulloso, muy orgulloso. Ha sido una gran temporada para nosotros", aseguró el escolta al que algunos, como Dwane Casey, comparan con un joven Kobe Bryant. Que nadie se olvide de Paul George.