"Draymond, tráeme la cabeza de LeBron James en una bandeja"
El pastor baptista que orientó la fe de Draymond Green en su infancia en Saginaw le motivó con un mensaje de texto de tintes bíblicos antes del arranque de las Finales.
Saginaw es una de esas ciudades de Michigan que se ha ido fundiendo al negro de la era postindustrial. La caída en picado de las grandes industrias, la crisis de General Motors, el ascenso del desempleo, la violencia y el éxodo… Con un área urbana que no llega en su totalidad a los 200.000 habitantes y a unos 160 kilómetros de Detroit, Saginaw ha dado a la NBA siete jugadores en los últimos 25 años. Uno de ellos es Jason Richardson. Otro define la ciudad como “fea”. Es Draymond Green: “Esa fealdad es la que me hizo ser como soy. Hay que tener algo de eso dentro de ti para triunfar. Saginaw tiene muchas cosas buenas pero nunca las verás a primera vista, tienes que ir más allá, fijar tu atención”. Como hicieron los Warriors para rescatarle cuando caía en picado en el draft de 2012: finalmente número 35, destino la Bahía de San Francisco.
En Saginaw Green, un tipo comunicativo y feliz que jamás pierde una ocasión de montar revuelo mediático, se transforma. Así fue cuando recorrió sus calles ya como campeón de la NBA y se dirigió a los que siguen viviendo en la que fue su ciudad: “Usad esto para impulsar la ciudad. Hay mucho que hacer aunque algunos quieran que creáis que no hay esperanza. No tiréis la toalla”.
En aquel paseo triunfal por los rincones de su infancia, Green nunca tenía demasiado lejos al pastor Willie Hill Jr., encargado de canalizar años antes la relación de la (ahora) estrella de la NBA con Dios. Dray se sentaba en la parte de atrás de iglesia baptista de Mt. Nebo y escuchaba al mismo pastor que también estuvo con él en la noche del draft, mientras sus acciones caían en picado en el stock de la primera ronda: “Era el plan de Dios, que acabara en el equipo en el que acabó. Ahora lo sabe: siempre hay que tener paciencia”. Ese equipo eran los Warriors, que en junio fueron campeones por primera vez en cuatro décadas gracias, entre otras muchas cosas, a la reconversión de ese ala-pívot de Michigan State en estrella emergente de la NBA.
Ahora lo es, con galones: All Star y líder de la nueva temporada en triples-dobles (10). Entonces, antes de las Finales 2015, el pastor Willie Hill tuvo una bastante particular forma de motivar a Green a través de un mensaje de texto de ecos bíblicos: “Necesito que me traigas la cabeza de LeBron James en una bandeja de plata”. Green promedió en la serie 13 puntos, 8,3 rebotes y 5 asistencias, y semanas después volvió a Saginaw. Pero, esta vez, como campeón de la NBA.