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“Hoy hace calorcito por aquí”, sugería Pau Gasol a las 09:30 horas de ayer en Toronto, antes de irse al entrenamiento de la Conferencia Este en el Air Canada Centre. Gasol acompañaba la frase en su cuenta de Twitter con un pantallazo de la temperatura que reinaba a esa hora en la ciudad, convertida en una tundra: 23 grados bajo cero.

Pero el aire ártico de Toronto traía a la memoria la tempestad de nieve que descargaba sobre Cleveland, en febrero de 1997: cuando un mozalbete de 18 años, Kobe Bean Bryant, recién llegado en 1996 a los Lakers, alzaba el título de campeón de ‘matadores’, el ‘Slam Dunk Contest’ que vio triunfar a Julius Erving y Michael Jordan. Y en cada palabra de Bryant, esos días glaciales de Cleveland, sonaban el eco y el reto de escalar las alturas aéreas del ‘Doctor’ Erving, de un tal ‘Air’ Jordan, del mago Magic Johnson y del celestial Kareem Abdul-Jabbar.

Y, a los 20 años contados de su aparición en la NBA (como un personaje de Dumas), el chico descarado de Cleveland dice adiós a las estrellas de la NBA: en el All-Star Game número 65, a las 02:00 horas de la madrugada del lunes en el Air Canada Centre. En 2017, en el ‘All Star Weekend’ de Charlotte, Kobe Bryant no será más que espectador. En Toronto, Bryant cierra (salvo que LeBron James lo impida: está a dos puntos) como máximo anotador total en el ‘All-Star Game’ y con plusmarca de nombramientos MVP: cuatro. Siempre con el Oeste y con los Lakers, el equipo que compartió con Pau Gasol entre 2008/14. Pau Gasol: seis veces ‘All Star’. La sexta, hoy, con los Bulls y con ese grupo del Este que lidera 'King' James, portentoso amasijo humano de metralla muscular.

Stephen Curry

En el Oeste, Kobe abdica en otro portento: ese maravilloso ‘warrior’ Steph Curry de quien Gasol observa: “Es lo nunca visto”. Dos décadas después, Kobe Bryant se nos va. ”Al fin, fue un placer y un orgullo poder disfrutar de un jugador como Kobe”, coinciden LeBron, Barkley… y hasta Shaquille O’Neal. “Creí en mí hasta el final”, sentencia Kobe Bryant. El final: que vuela a pasos agigantados tras la brisa ártica de Toronto.