DeMarcus Cousins: ahora mismo, el mejor pívot del mundo
En lo que va de 2016, el pívot de los Kings (de repente en puestos de playoffs), promedia más de 32 puntos y casi 14 rebotes por partido. Nadie suma más partidos de 30+10.
Los Wildcats de Kentucky no fueron campeones de la NCAA en 2010 porque los Mountaineers de West Virginia (y de Da’Sean Butler) les dejaron en la cuneta a las puertas de la Final Four: 73-66 a base de una defensa ultra agresiva que dejó sin espacios a unos bases supersónicos mientras acumulaba hasta tres hombres en ayudas contra un pívot magnético. Son las cosas de la NCAA pero aquel equipo repartió después felicidad en el draft de la NBA e igualó el récord de jugadores de una misma universidad en primera ronda: John Wall (número 1), DeMarcus Cousins (número 5), Patrick Patterson (número 14), Eric Bledsoe (número 18) y Daniel Orton (número 29). Si se repiensa ahora ese draft, resultan dolorosas las reticencias que algunos tenían sobre el (complicado, sí) carácter de Cousins. Aunque, siempre es fácil hablar a toro pasado, también resulta doloroso ver en el número 10 a Paul George. Entre Wall y Cousins se colaron Evan Turner, Derrick Favors y Wesley Johnson. Ninguno de los tres juega en el equipo que le eligió y, mientras que Favors sí ha evolucionado hacia el jugador que prometía ser, Turner y Johnson son dos proyectos frustrantes de lo que podría ser pero nunca termina de ser. El primero ha jugado ya en tres equipos (Sixers, Pacers, Celtics) y el segundo, en cuatro (Wolves, Suns, Lakers y Clippers).Si se repitiera ese draft, se irían para abajo y seguramente el top-3 lo formarían Wall, Cousins y George (que cada uno ponga el orden) seguidos por Favors, Bledsoe, Hayward, Monroe, Bradley, Whiteside…
Desde entonces, DeMarcus Cousins ha luchado contra el sambenito de tipo demasiado complicado en una franquicia con el sambenito de demasiado complicada. Ahora tiene 25 años y lleva al menos dos en pleno (y efectivo) proceso de madurez, dando cada vez menos motivos para la preocupación, con menos salidas de tono (casi ninguna ya) y con un nivel en pista sencillamente delicioso. Queda la duda de verle competir en el gran escenario: los playoffs primero, un equipo de máxima aspiración después. Pero, en una NBA en la que los pívots puros son gigantes en peligro de extinción, Boogie se está marcando en la presente temporada su mejor baile. Por eso Rod Strickland, cuando estaba en el cuerpo técnico de Kentucky, le empezó a llamar Boogie: un siete pies de más de 120 kilos que hacía en pista cosas que ni algunos bases podían imitar. Bailaba. Boooogie.
Esta es su sexta temporada y, ahora mismo, ya no es el jugador con el talento suficiente para ser el mejor pívot de la NBA: ES EL MEJOR PÍVOT DE LA NBA. De este temporada: ahora. Salvo decisión tragicómica, va a jugar su segundo All Star y está sacando provecho de una campaña algo más discreta de lo previsto de Marc Gasol, un all around center que comenzaba curso en la pole position. Su talento deja atrás al bloque de montañas que lidera Andre Drummond y en el que entran DeAndre Jordan y Dwight Howard, a alfiles gigantescos como Gobert y Whiteside, a los puntos muchas veces vacíos de Brook Lopez, a la inteligente productividad de Al Horford y al bocadillo pasado-presente-futuro que preparan entre Tim Duncan, Karl-Anthony Towns y Jahlil Okafor.
Porque, ahora mismo, no hay ningún pívot en el mundo jugando al nivel de Cousins. Y por eso, porque se ha entendido de maravilla con el renacido Rondo (tenía tantas papeletas de ser un desastre que está siendo una bendición, así son las leyes de la química) y porque la clase media del Oeste está de aquella manera, los Kings son Octavos del Oeste y ocupan puesto de playoffs. Habían ganado cinco partidos seguidos y estaban 8-3 en enero antes de perder, tras dos prórrogas, ante los Hornets. En los doce partidos que ha jugado 2016, los promedios de DeMarcus Cousins son estos: 34,4 puntos (con un 52% en tiros) y 13,6 rebotes. Acaba de marcar en dos partidos seguidos el tope anotador de su carrera (48 puntos y 56 puntos) y, en enero, solo tiene un partido de menos de 20 puntos (19) y tres de menos de 30. En toda la temporada, suma doce partidos con al menos 30 puntos y 10 rebotes. El siguiente en toda la NBA lleva seis: Anthony Davis.
Cousins es ahora mismo tercer máximo anotador de la NBA (27,6 puntos) por detrás de Stephen Curry y James Harden. El siguiente pívot puro en la lista (al margen de Anthony Davis) no llega a 20 puntos de media (Brook Lopez, 19,5). También es el cuarto máximo reboteador (11,4) y uno de los nueve jugadores que rebotea en dobles cifras de media. Tiene por delante a Drummond (15,4), Jordan (13,3) y Howard (12,1). Y es quinto en el ranking de eficiencia (26,2) por detrás de Curry, Durant, Westbrook y Davis. Y por delante de LeBron, Green, Harden, Kawhi o Chris Paul.
Finalmente, sus 26 doble-dobles solo están por detrás de los 37 de Drummond y los 29 de Westbrook. Para terminar de aterrorizar a los rivales, ha ampliado su rango de lanzamiento a la línea de tres puntos: mete casi el 35% de los triples que tira. Y tira 3,5 por partido (mete 1,2). En la temporada ha lanzado 127 cuando en las cinco anteriores sumaba 69 totales. Y ha metido 44 por 11 en toda su carrera anterior. Cuando le preguntaron por todo esto, y por el All Star, tras sus 48 puntos a los Pacers, esta fue su respuesta: “Playoffs, playoffs, playoffs, playoffs”. Y supongo que si los playoffs pudieran contestar solo dirían “Boogie, Boogie, Boogie, Boogie”. Así son las leyes de la química…