LeBron nunca será Jordan. Y el culpable es Stephen Curry
NiKobe Bryant. Ni tampoco Tim Duncan. Ni, por supuesto, Kareem Abdul-Jabbar. Lejísimos quedan las leyendas de los Celtics. Evidentemente, hablo de anillos; de campeonatos. Aquellas paranoias que tanto comentaban hace unos meses en Estados Unidos tenían y tienen todo el fundamento del mundo: se va a quedar corto. Lo sabe y lo odia.
Golpe tras golpe
De 23 a 67 victorias en solo tres años, un crecimiento brutal el que han experimentado los Warriors alrededor de Curry. El primer gran enfrentamiento entre los dos MVPs de Akron tuvo lugar en las pasadas Finales: 4-2 para los de La Bahía y otro anillo que se le escapaba a un James que no pudo poner más de su parte. Hasta 35,8 puntos, 13,3 rebotes, 8,8 asistencias llevaron su firma durante la batalla, pero no hubo manera. Lo bueno, que tenía excusa: Kyrie Irving se lesionó (miembro estrella de su nuevo Big Three) y los Cavs nunca fueron los mismos.
Tras aquellas Finales y el gran inicio de temporada de los de Oakland (24-0) llegaron las paranoias. "Tienen más hambre que nosotros", decía El Rey. Y no le faltaba razón, tenían que despertar. El día de Navidad estaba marcado en rojo. Partido duro, no demasiado vistoso (lo que querían), pero otra vez para casa con derrota. No pasa nada, también había excusa: Irving no estaba rodado (el equipo tampoco) y el choque se disputó en el Oracle Arena. Calma.
La cara de LeBron tras el robo de Curry fue un poema. Y no sorprende, la verdad. Al fin y al cabo, el point guard con cara de niño es el culpable de todo (en los ojos del '23'). Qué bien estaba yo solo contra los Spurs, debe pensar (tres finales, un anillo). Más joven que ellos y con un esquema que llevaba años estudiando. Los Warriors no solo han roto el baloncesto, como han llegado a decir algunos analistas americanos. También han hecho añicos los sueños de King James, que ya vive pendiente de su espalda, a cuatro anillos de aquella sombra que se hace grande en cualquier pared. Y no por la edad (con 31, MJ tenía tres anillos), sino porque a la enorme carga de minutos se ha sumado un muchacho de buena familia, al que no aceptan como 'uno de los suyos', que está convirtiendo la mejor liga del mundo en el jardín de su propia casa (allí también vuelan los triples, claro). LeBron nunca será Jordan. Y el culpable es Stephen Curry.