No es fácil. Sé que esta lista no recoge todas las grandes actuaciones de Michael Jordan en su carrera NBA . Algo lógico por otra parte cuando hablamos de alguien que con su apellido ha hecho que surja un adjetivo (jordanesco ) capaz de calificar lo imposible. Hubo algunos tremendamente buenos antes que él y otros realmente espectaculares tras él, pero ninguno ha alcanzado un consenso mayor que el ‘23’ a la hora de ser designado como el mejor de siempre . Ganó seis anillos, 5 MVP’s, se retiró dos veces para acabar volviendo… pero, sobre todo, dejó una sensación de vacío tras su adiós definitivo con 40 años que ha hecho que no se le hayan dejado de buscar sucesores y herederos (Penny Hardaway, Kobe, LeBron…) desde entonces. Lo que consiguió asusta, pero casi más aún el cómo lo hizo. Para recordarlo (aunque nunca se va a olvidar), y con motivo de su 53 cumpleaños llega el turno de repasar los cinco mejores partidos de Air, de su Majestad .
26/4/1986: El día en el que Dios se disfrazó de Jordan “Creo que Dios se ha disfrazado de Michael Jordan ”. Larry Bird definió en esta frase que es historia del deporte universal el ciclón que torturó a aquellos todopoderosos Celtics en el segundo partido de la primera ronda de los Playoffs de 1986. El vetusto y añejo parqué del Boston Garden tuvo el honor de acoger la mayor anotación jamás vista en un duelo de Playoffs: 63 puntos (sin ningún triple intentado) que más de 29 años después continúa siendo un techo que nadie ha superado. Un encuentro inolvidable resuelto tras dos prórrogas en las que un solo hombre puso en jaque a un equipo formado por Bird, Kevin McHale, Robert Parish, Dennis Johnson, Danny Ainge o Bill Walton y que presumía de tener la mejor defensa de toda la Liga. Es más, los Celtics habían amasado 37 victorias más en Regular Season que aquellos Bulls en los que Jordan había causado baja en 64 encuentros tras una fractura en el pie en su segundo año en la Liga. Finalmente, y pese a que Air retrasó el desenlace forzando el primer tiempo extra con dos tiros libres y el tiempo a 0 en un duelo mano a mano entre él y el rugir del Garden , el triunfo se quedó en casa. Un palo en aquel momento para aquel joven de 22 años. Sin embargo, el paso del tiempo hizo que nos olvidáramos del 135-131 final y únicamente nos quedáramos con que aquella noche, Dios se apareció en una cancha de baloncesto .
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7/5/1989: Un puñal que silenció Cleveland “Defense, defense ”, tronaba el Richfield Coliseum. Sellers saca desde un lateral y le hace llegar el balón a Jordan. Quedan 2 segundos y los Cavs marchan 100-99 arriba en el marcador. MJ se encamina a la línea de tiros libres, donde se frena para ejecutar una de sus características y marcianas suspensiones. Craig Ehlo intenta taponarle en vano. El balón acaba perforando el aro en el que es uno de los lanzamientos más icónicos en la historia del baloncesto. The Shot . Suponía el punto número 44 (más 9 rebotes y 6 asistencias) de Jordan en el quinto y último encuentro de aquella eliminatoria de primera ronda. El sello de una venganza personal iniciada con unos pronósticos muy desfavorables para unos Bulls a los que no se les daba opción alguna de eliminar a Cleveland, señalada por muchos como la franquicia llamada a gobernar en el Este los próximos años. Pero no sólo eso, si no el momento en el que realmente se comenzó a gestar aquel equipo campeón que ganaría seis títulos en la década de los 90. De no haber sido por aquel tiro, la dirección deportiva de los de Illinois se hubiese hartado de la falta de resultados y desmantelado aquel grupo ese mismo verano. The Shot cambió la historia .
28/3/1990: 69 puntos, récord personal Duele dejar fuera encuentros como en el que anotó 55 tantos en el Madison en su quinta aparición tras su primer regreso, los 55 que también convirtió contra los Suns en el Game 4 de las Finales del 93 o los 51 que logró con 38 años vistiendo la camiseta de los Wizards… pero ¿cómo no incluir la noche en la que firmó su mejor actuación estadística? Fue un partido de liga regular, alejado del místico aroma de los Playoffs, aunque jugado al límite y al que no le faltó tensión y emoción. No en vano, el rival tenía muchas cuentas pendientes con esos Bulls (ya dirigidos por Phil Jackson ) y en especial su número ‘23’. Desde la eliminación 11 de meses atrás, los Cavs no habían conseguido levantar cabeza y su proyecto comenzaba a sumergirse en las profundidades de un mar de desdichas. Cleveland esperaba vengarse de Jordan, pero acabó convirtiéndose en la víctima de su mayor carnicería ofensiva: 69 puntos (23/37 en tiros de campo), 18 rebotes, 6 asistencias, 4 robos y un tapón .
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11/6/1997: La pizza que causó una 'gripe' Ampliar
Salt Lake City y el Delta Center jamás podrán olvidar el dolor, la impotencia y el daño que Jordan les causó . Dos años consecutivos se enfrentaron los Jazz de Malone, Stockton y el legendario Jerry Sloan contra los Bulls en las Finales dándose el mismo resultado: anillo para los de Chicago. En el quinto partido del primero de estos dos años (1997), los ánimos se desataron en Utah cuando se conoció la intoxicación alimentaria que Jordan padecía tras ingerir una pizza la noche anterior en el hote l. Apenas pudo dormir a causa de la fiebre aunque no se borró y, pese a estar sensiblemente mermado y debilitado en sus condiciones físicas, decidió disputar el decisivo duelo (The Flu Game : el partido de la gripe , en el imaginario popular) de aquella eliminatoria que por entonces marchaba con empate a 2. Por si fuera poco, Scottie Pippen también atravesaba una serie de molestias físicas. Circunstancia que aprovecharon los Jazz para dispararse en el primer cuarto al cosechar una renta de 16 puntos. Pero entonces, en una actuación absolutamente heroica, Air acabó con dicha renta convirtiendo 17 tantos en el segundo acto. Aportaría otros 15 en el último para acabar sumando un total de 38, 7 rebotes, 5 asistencias y 3 robos de balón . Aunque por si fuera poco, volvió a demostrar que era el rey del clutch time anotando un triple frontal a 25 segundos de la conclusión para romper el 85-85 . Vale, puede que numéricamente hablando no fuera su actuación más destacada, pero la importancia de la cita hará que nunca olvidemos semejante muestra de superación y la imagen de un Jordan exhausto abrazado a Pippen tras su enésima hazaña .
14/6/1998: 40 segundos inolvidables "¡Jordan, Jordan, Jordaaan! ¡Canasta, canasta, canasta, canasta! ¡Canasta de Michael! ¡Me llamo Michael, Michael Jordan! ", así narró Andrés Montes junto a Antoni Daimiel el último enceste de Air con los Chicago Bulls , el mismo que le sirvió para ganar su sexto y definitivo anillo en el sexto partido de las Finales del 98. Su despedida de aquel legendario equipo que él se encargó de que el mundo entero conociera no podía tener un mejor final. Acabó con 45 puntos y 4 robos en su haber, pero sobre todo, nos regaló unos últimos 40 segundos vistiendo aquel mítico uniforme rojo de ensueño . Tras un tiempo muerto propiciado tras un triple de Stockton (“la informática a su servicio”, que diría Montes) y con 86-83 para los Jazz, encaró el aro con suma facilidad para apretar con una bandeja el marcador. Luego vendría aquel mágico manotazo para robarle el balón a Malone de las manos antes de ejecutar The final Shot con Byron Russell (sin tobillos y cadera) por los suelos . Una jugada inolvidable para definir a un jugador único. De leyenda.
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