¿Quién para a Paul George? Ni se acuerda de su horrible lesión
Tras sufrir una fractura abierta de tibia y peroné, el alero vuelve por sus fueros y se coloca entre los más grandes de la competición.
Solo alguien que ha pasado por una lesión así sabe realmente lo que significa y lo difícil que es recuperar tu nivel. El resto hacemos conjeturas. Paul George sufrió una fractura abierta de tibia y peroné hace algo más de 15 meses durante una pachanga con la selección estadounidense. Tras muchos mese de recuperación, el alero volvió para disputar los últimos encuentros de la temporada pasada (seis partidos), pero lo hizo con sumo cuidado, jugando solo 15 minutos cada noche y sin forzar los más mínimo: había todo un verano por delante para seguir trabajando y volver como si nunca se hubiera ido.
Así arrancó este curso, con todo los ojos puestos en los grandes lesionados que volvían a los parqués de la liga (Durant, Carmelo, Love, Irving, Bosh...). Algunos no han vuelto todavía, otros siguen sin dejar sus problemas de lado, los más privilegiados han demostrado que seguirán a un gran nivel y después de todos ellos, volando por encima de las mejores previsiones, está Paul George. Su lesión fue, con diferencia, la más fea y la más difícil de superar, mental y físicamente, pero su ambición no conoce límites. "Estaré bien y volveré mejor que nunca", decía el alero horas después de romperse la pierna. No bromeaba.
Hasta aquel fatídico uno de agosto, el de los Indiana Pacers era uno de los jóvenes con futuro más brillante de toda la NBA. Se le comparaba con los más grandes, coleccionista de halagos por su trabajo tanto en ataque como en defensa ¿El mejor two-way player de toda la liga? George pasó en cuatro años de ser un buen complemento para Danny Granger a jugador franquicia de uno de los mejores equipos de la Conferencia Este (aquellos Pacers que tantos quebraderos de cabeza daban en South Beach). Ganó el premio al Jugador Más Mejorado en su tercer año, un galardón que podría haber levantado sin problemas tres años consecutivos. Entonces, cuando se empezaba a codear con la élite de la liga (dos All Star games seguidos) y los Pacers empezaban a sonar con fuerza como aspirantes al título, llegó la horrible lesión y, posteriormente, la disolución de un equipo que lo había perdido todo sin su líder (David West a San Antonio, Hibbert a los Lakers, Scola a los Raptors y Lance Stephenson a los Clippers). ¿Volvería a ser el mismo? La pregunta del millón...
Pues no. No ha vuelto a ser el mismo. Quizás porque nunca en su carrera ha vuelto de un verano siendo el mismo jugador que se marchó la temporada anterior. Paul George está mejor que nunca. Nadie podía esperar una respuesta tan positiva a una lesión de esas características. Como cada año, el alero ha vuelto más protagonista. Sus números son el reflejo de incontables horas trabajo y, evidentemente, de un talento innato del que muy pocos pueden presumir. Anota más que nunca (24,8 puntos por partido), rebotea más que nunca (8,5), asiste más que nunca (4,8) e incluso lanza desde el triple mejor que nunca (casi 44%). Y además de todo, sus nuevos Pacers están recuperando ese baloncesto que tantas alegrías ha dado en una ciudad en la que el balón naranja es casi religión. Están lejos de los grandes favoritos, pero todo se andará. El Bankers Life Fieldhouse se llena, Frank Vogel vuelve a sonreír y Paul George vuelve a disfrutar. ¡Welcome back PG!