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Detroit Pistons: las prisas por ganar de Stan Van Gundy

Los Pistons de Stan Van Gundy ya se han cansado de esperar mejores tiempos y, mezclando jóvenes y veteranos, han hecho una plantilla para ser competitivos.

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Detroit Pistons: las prisas por ganar de Stan Van Gundy
Nick Turchiaro USA Today Sports

Para un equipo que lleva tanto tiempo sin meterse en playoffs, en concreto desde el año 2009, los Pistons viven en una extraña calma. Para un equipo que vive en una extraña calma, las prisas por ganar ya resultan sorprendentes.

El anterior párrafo puede parecer incoherente así que voy a tratar de explicarme. El año pasado comenzó una nueva era en los Pistons. Siempre lo parece cuando se cambia de entrenador, y así sucedió con el fichaje de Stan Van Gundy. Pero en la franquicia los cambios fueron más profundos que eso. Al gran bigotón se le ofrecieron las llaves del reino sin cortapisas. Además de entrenador se le nombró mánager general, con un enorme contrato de siete millones de dólares anuales por un lustro. Eso fue lo que se necesitó para convencer a un hombre famoso por haber dicho que no quería trabajar en el medioeste americano porque él vivía en Orlando y era capaz de leer, con soltura, un parte meteorólogico. Meterle en Detroit, con esa plantilla que había, y con el frío que hace, necesito de ese esfuerzo. Y al aceptar el cargo todo cambió: el equipo era de él para hacer y deshacer. Para lo bueno y para lo malo.

Eso implica que no hay prisa. No puede haberla al apostar tan fuerte y a tan largo plazo. Nadie va a pedir su cabeza si el equipo vuelve a perder muchos partidos.

Y, sin embargo, ha sido el propio Van Gundy, el mánager general y no el entrenador, el que ha decidido que no se puede esperar más y que es hora de poner números debajo de la columna de las victorias aunque sea a costa de no tener ese brillante futuro, esa Arcadia, que espera a los equipos que son muy malos en la NBA y que sueñan con rondas del draft como tú sueñas con Scarlett Johansson. Por ejemplo.

Por eso ha llenado la plantilla de veteranos. Suele pasarse por alto al analizar equipos de NBA su importancia. Ir fichando por un salario medio a jornaleros clásicos de la Liga puede acabar dándote una plantilla de profesionales que en las largas noches de invierno te ganen en ciudades inhóspitas con mitad de entrada en el pabellón y sólo la televisión regional haciéndote caso, esos partidos en los que las jóvenes promesas se aburren de su profesión.

No parece el mejor plan posible para aspirar al anillo, pero es una aproximación diferente al resto y, visto lo visto, en Detroit ya se iba necesitando pasar página de tanta espera. El hecho de perder a Greg Monroe en la agencia libre seguro que ha tenido que ver con esta apuesta porque ¿para qué esperar a que se desarrollen los jugadores drafteados si luego se te acaban marchando?

Juego exterior

El principal problema de la estructura del equipo es que cuenta con dos bases que en teoría parecen incompatibles. Reggie Jackson llegó en la fecha del límite de traspasos del año pasado porque Brandon Jennings estaba lesionado y el equipo andaba desnortado. Pero en esta offseason se le ha renovado por un buen dinero y, ahora ambos conviven y pelearán por la bola. Para el juego que pretende hacer Van Gundy, de uso intensivo de la pintura, es probable que Jackson, en teoría mejor tirador pero menos creativo, pudiera parecer la mejor opción, pero si Jennings sigue en la plantilla es porque tiene opciones. Los puestos de escolta y alero van a depender de como evolucionen dos jóvenes jugadores: Kentavious Caldwell-Pope y el rookie Stanley Johnson, sobre el que se tiene gran fe. Jodie Meeks tendrá el rol de tirador puro por el que tanto suspiraba el entrenador la pasada campaña, cuando la sobredosis de centímetros en el interior ahogaba todo el juego del equipo; de hecho, está por ver cuál es el uso que se le da a Marcus Morris, si como jugador exterior o interior, tras el notable fracaso de otro alto con querencia al tiro lejano como Josh Smith, al que está prohibido nombrar en el estado de Michigan. Otra de las incógnitas es el nivel físico de Danny Granger y saber si le queda algo de valor para la NBA; es muy probable que esté ante su última oportunidad, caso de no aprovecharla.

Juego interior

No existen dudas al respecto: el centro del juego del equipo es Andre Drummond. El año pasado, aún con Greg Monroe en plantilla, ya era muy evidente esta querencia. De hecho, es probable que la misma ayudase a que Monroe ni escuchase la oferta que le preparó Van Gundy y huyese lo antes que pudo de Detroit. Ya sea por este motivo, o porque de verdad el entrenador así lo cree, Drummond ha pasado a ser el punto de inicio y final del grupo. Para ayudarle en su desarrollo, para hacerle la vida más fácil, se le ha rodeado de un montón de gente en la pintura que puede, y debe, hacer lo que él no hace, que no es otra cosa que intentar anotar con mayor facilidad a algunos metros del aro. Ersan Ilyasova, Aaron Baynes y Marcus Morris han llegado con esa clara misión de complementar a la bestia de los rebotes y los tapones, al dominador de la zona en el que quieren convertir a Andre. Un veteranazo como Joel Anthony le servirá como reserva los minutos en los que necesite descansar que, visto lo visto, no van a a ser muchos. Se ha dicho, y tiene pinta de ser verdad, que Van Gundy quiere replicar el éxito que tuvo en los Magic cuando Howard dominaba la Liga; es obvio que Drummond no tiene ese nivel, pero sí el potencial para ser una fuerza diferencial en el Este aunque sólo sea por la diferente aproximación al juego que van a tener estos Pistons con respecto a los equipos más ligeros y tiradores de la actualidad.

Claves

1. El juego centrado en un pívot puro es una rareza en la actual NBA, y más aún si el jugador en cuestión es de corte defensivo. Ver hasta qué punto este modelo puede funcionar es la principal clave para saber si la temporada de los Pistons es exitosa o no pues el balón pasará mucho por sus manos.

2. La coexistencia de Jackson y Jennings. Ambos necesitan el balón para lucirse y para ser la mejor versión de sí mismos. Pero parece ser que se seguirá jugando con una sola pelota por lo que tarde o temprano aparecerán los roces. La gestión de sus egos, clave para una temporada tranquila.

3. La aportación de los buenos profesionales que se han añadido a la plantilla. Los equipos en construcción suelen estar faltos de referencias sensatas y que sepan vivir en el día a día de la NBA. Eso no ocurrirá este año en los Pistons con un roster equilibrado en cuanto a veteranía y juventud.

Entrenador: Stan Van Gundy

Stan Van Gundy tiene muy claro lo que quiere para su equipo: rodear a Andre Drummond de tiradores que espacien el campo y llenar el vestuario de figuras veteranas y profesionales que le aseguren un rendimiento estable cada noche. No ha dudado a la hora de, probablemente, sobrepagar para tener a su disposición a tipos como Aaron Baynes o Ersan Ilyasova, pero eso indica a las claras la dirección que persigue. Tras el mal final de su experiencia en Orlando, así como el mal final de su experiencia en Miami, superado por las figuras de superioridad de Dwight Howard y Pat Riley, respectivamente, se ha metido en esta aventura con los Pistons porque tiene total libertad y la total confianza del organigrama de la franquicia para hacer y deshacer a su gusto. Todo apunta a que estará muchos años en Detroit.

Estrella: Andre Drummond

Primero remarquemos que tiene 22 años y ahora quédense asombrados con su papel la pasada temporada: segundo máximo reboteador del campeonato con 13,5 capturas por noche y plata, también, en dobles-dobles tras Pau Gasol al llegar a los 48. Casi nada.