Top-10 jugadores NBA sin anillo: Barkley, Malone, Nash, Iverson…
La gloria es tan efímera como memorable. MVP's, All NBA's, 'hall of famers', miembros del Dream Team... se quedaron sin poder conseguir un solo título de la mejor liga del planeta. Final en vivo: Celtics vs Cavs
Cualquier jugador que aterriza en la NBA sueña con ganar el anillo. Una premio al que todos aspiran, pero reservado sólo para unos pocos privilegiados año tras año. Ahí radica la magia del deporte y de ahí emana el espíritu de superación de los jugadores. La gran mayoría trabajan desde su niñez o adolescencia para alcanzar ese momento de gloria tan efímero como memorable. A lo largo de sus casi 70 temporadas, la NBA ha encumbrado a muchas de sus leyendas, sin las cuales la Liga y el juego no tendrían el mismo sentido. No obstante, pese a su lucha en infinitas batallas sobre un parqué de una cancha de baloncesto, otros se quedaron por el camino. Sirva de prueba que la mitad de los 12 integrantes del original e irrepetible Dream Team (el del 92) se quedaron sin ganar el campeonato. Así arrancamos un repaso a las trayectoria de diez de ellos. No están todos los que debieran, muchos cambiaran en base a su criterio el orden de este ranking, pero nadie dudará que los presentes en la lista hubieran merecido tener al menos un anillo con la leyenda ‘World Champions’ en su mesilla de noche.
1. CHARLES BARKLEY. El ‘Gordo’ Barkley cuenta con una de las personalidades más extraordinarias que jamás haya pisado un parqué de la NBA. Los más jóvenes lo recordarán por sus ya célebres intervenciones televisivas como analista. Pero lenguaraz, controvertido y polémico lo fue también durante toda su carrera. Y pocas veces dio su brazo a torcer como lo hizo en sus únicas Finales, las de 1993. Tras convertirse en uno de los iconos de la Liga despuntando en unos Sixers en los que él era tres cuartas partes del equipo, recaló en Phoenix en el verano del 92 (el mismo en el que formó parte del Dream Team). En los Suns encontró el apoyo de Dan Majerle, Kevin Johnson, Cedric Ceballos… Imprescindible para permitirle retar a Michael Jordan en la batalla decisiva. “Tu padre es el mejor jugador del mundo. Esta noche voy a dominar el partido”, le dijo a su hija antes de la disputa del ‘Game’ 2. No faltó a su palabra, amasó 42 puntos y 13 rebotes que se estrellaron contra el 42-12-9 firmado por ‘Air’. Cuenta que regresó a casa y se encontró a su hija llorando: “Has vuelto a perder”. “Creo que Jordan es mejor que yo”, contestó. La niña de tres años la replicó: “Papá, nunca antes habías dicho eso”. “Jamás me había sentido así hasta ahora”, respondió. Una anécdota que reveló ya retirado muchos años después y que enaltece la grandeza de un jugador irrepetible. Irreprochable en su entrega, admirado por su juego. Decían que era demasiado bajo (1,98 metros, la misma altura que MJ, un escolta) para ser un ala-pívot. Pues compitió y doblegó en el poste a rivales que le sacaban una cabeza. Poco importó que parecería estar pasado de peso: machacaba con ímpetu, masacraba a sus defensores con su característico fadeaway, los volvía locos con su agilidad bajo un aro que le quería como a pocos. El señor de los rebotes no llegaba a los 2 metros.
2. ELGIN BAYLOR. “Fue uno de los tiradores más espectaculares que he visto en mi vida. Pocos pueden compararse con él”. Son palabras del logo de la NBA, Jerry West. Su carrera nos queda tan lejana en el tiempo (se retiró a comienzos de los 70, cuando los Duncan o Garnett aún no habían ni nacido), que a muchos puede que les resulte un completo desconocido. Gran injusticia ante el que probablemente sea uno de los mejores aleros de siempre. No tenía una altura desorbitada (1,96 metros), pero reboteaba como si fuera uno de los pívots más dominantes. Leía el juego con gran facilidad. Pero, sobre todo, era un consumado killer. Un anotador bestial que se crecía ante los grandes retos, no en vano fue durante cuatro temporadas consecutivas el líder en puntos por partido de los Playoffs. Sus suspensiones y tiros a tablero en penetración marca de la casa aún son recordados por los más viejos del lugar tanto en Minneapolis como en Los Ángeles. En unos Lakers junto a Jerry West, Dick Garrett o Rudy LaRusso, llegó a disputar las Finales hasta en ocho ocasiones, pero los mejores Celtics de la historia (los de Bill Russell y Red Auerbach) acabaron amargándole. Para más colmo, se retiró tras sólo poder jugar nueve partidos por unas molestias en la rodilla durante el curso 1971-72. Pocos meses después, los Lakers acabarían conquistando su primera corona en los últimos 18 años. Esa fue la única mancha en una carrea envidiable. Tras su marcha, primero entrenó a los Jazz (por entonces en New Orleans) donde dirigió a Pete Maravich, otro de los integrantes de este top-10, para terminar ejerciendo como vicepresidente de operaciones de baloncesto en los Clippers durante la friolera de 22 años.
3. KARL MALONE. A buen seguro que no estaría en esta lista si no fuera por Michael Jordan y compañía. ‘The Mailman’ (‘el Cartero’) formó junto al base John Stockton (también en este ranking) una de las sociedades más prolíficas, longevas y recordadas de la historia, pero los mejores años de los Jazz coincidieron en el tiempo con la máquina de romper récords que fueron los Bulls de su segundo threepeat. Regular y físico como pocos, su lucha, entrega e intensidad extrema aún son recordadas bajo los aros. No era un asiduo de los highlights, pero nadie puede negar su capacidad para jugar a esto. Uno de los mejores ala-pívots de siempre: puede que no fuera un compendio de virtudes técnicas, aunque sus movimientos para ganar la posición en el poste deberían ser incluidos en cualquier clínic que se precie. Cuando vio que en Salt Lake City se consumía el sueño del anillo, fichó por los Lakers para formar un Fab Four junto a Shaquille, Kobe y Gary Payton que se estrelló ante los Pistons en las Finales de 2004. Esa fue su despedida, luciendo el número 11 a la espalda y no su inseparable 32. Como ocurre en Utah en su honor, dicho dorsal se encuentra retirado en la franquicia angelina. Magic le ofreció recuperarlo, pero declinó la oferta. Fuera de las canchas resulta igual de controvertido: se peleó con Kobe y es miembro de la Asociación Nacional del Rifle (NRA). Es un asiduo donante en las distintas campañas
4. STEVE NASH. Su retirada nos queda muy cercana en el tiempo. Tras un curso en el dique seco, víctima del inexorable paso del tiempo, Nash anunció su adiós definitivo e irrevocable no hace ni tres meses. Así se nos fue uno de los últimos y mejores exponentes del base clásico de toda la vida. Su prioridad siempre era dirigir a su equipo, encontrar al compañero mejor situado. No le gustaba prodigarse mirando al aro, pero cuando la situación lo requería, su excelente muñeca le permitía anotar con una facilidad pasmosa desde la media y larga distancia. Debutó en Phoenix, brilló en Dallas y regresó a la árida capital de Arizona para convertirse en leyenda. Admitámoslo, fue el perfecto ejecutor uno de los estilos de juego que más nos han hecho disfrutar de las últimas décadas: el Run&Gun del hoy malogrado Mike D’Antoni. Como tantos otros grandes hicieron antes, decidió firmar por los Lakers con el único objetivo de enfundarse el anillo. La apuesta salió cruz: primero su pierna izquierda y después su espalda dijeron basta. Nos queda el consuelo de poder deleitarnos con los mil y un vídeos de sus asistencias que inundan la parrilla de Youtube. El baloncesto le dio de comer, pero el fútbol es su gran pasión. Admira al Barça, en donde le hubiera gustado llegar a jugar.
5. ALLEN IVERSON. “Es el hombrecillo (1,83 metros) más dominante en la historia la NBA”. La frase es de Lang Whitaker, reputado periodista y escritor estadounidense. Acababa de presenciar la exhibición de Iverson (48 puntos, 6 asistencias, 5 rebotes, 5 robos) en el Staples Center de Los Ángeles ante unos Lakers invictos en Playoffs hasta entonces. Exacto, se habían plantado en las Finales tras cosechar un 11-0. Aquel partido se lo acabaron llevando en la prórroga unos Sixers que caerían en los cuatro siguientes. ‘The Answer’ no volvería a tener en su carrera una oportunidad tan cercana para enfundarse el anillo. Ese loco bajito que iba camino de convertirse en un pandillero (la cárcel no es territorio extraño para él) pero que gracias a sus toneladas de innato talento se convirtió en el jugador de menor estatura en ser elegido número uno del draft. Si no fuera por él, la franquicia de Philadelphia hubiera sido un mero desierto a lo largo de los últimos 30 años. Pero gracias a ‘The Answer’ (siempre tenía una respuesta para cada ataque y defensa del equipo rival), en ‘Philly’ habitaron durante algunos memorables y excéntricos cursos en un oasis. Salvaje e incontrolable (que le pregunten a Larry Brown o al anterior comisionado David Stern), así es el espíritu de este gran pequeño hombre e icono de la cultura hip-hop, pero que sobre todo tantos y tan buenos momentos de baloncesto nos regaló.
6. JOHN STOCKTON. Junto al ya mencionado Karl Malone formó una de las parejas más recordadas y legendarias de la liga. Mediáticamente puede que no resulte tan atractivo como la mayoría de sus compañeros en esta lista, pero en lo que se refiere a conocer el juego pocos lo entendían como él. Sirva el ejemplo de que nadie en la historia ha repartido tantas asistencias como él (15.806 pases de canasta a lo largo de 19 campañas). Sólo un tal Magic Johnson le supera en el promedio por partido (11,19 por 10,51). Stockton representa el prototipo del chico bueno, ese al que no se le conocen problemas con el alcohol o alguna noche de desenfreno, sexo y drogas. Él era ese base atlético que jugaba con unos pantalones tan cortos como contrapuestos a la cultura ancha que predomina hoy en día en la NBA. Pero si hay una palabra que le defina (mejor dicho, dos) esas son consistencia y lealtad. Consistente porque sólo su ética de trabajo y profesionalidad, amén del factor suerte, pueden explicar que apenas se perdiera 22 de 1.526 partidos posibles. Y leal porque se mantuvo fiel a una sola camiseta (la de los Jazz) pese a que ofertas suculentas no le faltaron. Su compromiso era admirable, tanto que su afán por ganar le llevara a defender (su otra gran especialidad) tan al extremo que en una encuesta entre los jugadores le eligieron en 1997 como el más sucio únicamente por detrás de Dennis Rodman. Puede que fuera así, pero esta agresividad la compensó con creces con su maravillosa visión de juego y su perfecta lectura del pick&roll.
8. DOMINIQUE WILKINS. Nació en París, la ciudad en la que estaba destinado su padre, militar. Y en la 'Ciudad de la Luz 'consiguió poner el broche a su carrera conquistando con el Panathinaikos la Euroliga de 1996. Pero antes de eso, ‘The Human Highlight Film’ marcó una época en la NBA con sus Atlanta Hawks. Pese a su calidad, talento y sobre todo espectacularidad (junto a Jordan protagonizó uno de los mejores concursos de mates de todos los tiempos), nunca tuvo cerca el anillo. De hecho, nunca jugó una final de Conferencia a la que se quedó muy cerca de acceder en 1988. En el séptimo partido de la final del Este cayó ante los Celtics de un Larry Bird que clavó la friolera de 20 puntos en el último cuarto. ‘Nique’ le ganó en su duelo personal (se disparó hasta los 47), pero Atlanta acabó cayendo por un ajustado 118-116. “No podía fallar y él tampoco. Ese es el mejor partido que haya jugado o haya visto jugar. Se trataba de dos chicos que únicamente no querían perder”, recuerda. Fue un prolífico anotador (durante 11 temporadas consecutivas superó con holgura los 21 tantos de media) cuyo nombre ha quedado ligado al de los Hawks para la eternidad. La estatua que desde hace unos meses preside el Philips Arena así lo certifica.
9. PETE MARAVICH. ‘Pistol Pete’ fue lo más parecido a una estrella del rock que el baloncesto haya conocido. Desde niño deslumbró a sus familiares y amigos con su clase innata para manejar el balón y tras su trágica muerte con apenas 40 años (tenía que ser en una cancha de baloncesto, mientras jugaba), el mismísimo Bob Dylan se inspiró en él para componer ‘Dignity’. En la NCAA maravilló desde el primer día, no en vano nadie ha vuelto a anotar tanto como él. Normal, su promedio de 44,2 puntos parece más propio de una película de ciencia ficción. En su debut con LSU (Universidad de Louisiana State) firmó 50 puntos, 14 rebotes y 11 asistencias. Pero por increíble que parezca no fue elegido hasta el número tres del draft de 1970. Desde su aterrizaje en Atlanta enamoró a los seguidores de la NBA con sus increíbles pases y su conducción de balón de otro planeta. Era un mago capaz de hacer desaparecer y aparecer a su antojo una esfera naranja, pero que sin embargo nunca tuvo una posibilidad real de conseguir el anillo. Además, no fueron pocos los problemas de salud y personales que tuvo que afrontar durante su carrera. Así que tras su décimo curso y vistiendo la camiseta de unos Celtics en los que acababa de aterrizar Larry Bird, vio que sus rodillas no le dejarían nunca de molestar. El retiro fue su decisión. Poco después dejó de tener cualquier contacto con la sociedad, se convirtió en un ermitaño. Practicó el yoga, se convirtió al hinduismo para acabar abrazando la fe de los cristianos evangélicos. “Quiero ser recordado como un cristiano, como una persona que sire a Jesús y no como un jugador de baloncesto”, llegó a decir. No resultó convincente. Sus shows sobre el parqué quedaron para el recuerdo. Además, se fue en paz. Muy pocos pueden pronunciar “me siento genial”, como sus últimas palabras. Eso fue lo que dijo menos de un minuto antes de morir en 1988.
10. REGGIE MILLER. Hay muy pocos jugadores capaces de convertir 8 puntos en 18 segundos (8,9 para ser más exactos). Sobre todo si hablamos de un partido de Playoffs. Pues ese fue el sello que dejó el inolvidable ‘The Killer’ (era un asesino desde más allá del arco) en el ‘Game 1’ de las semis del Este ante los Knicks en 1995. Los Pacers iban 6 abajo (105-99), pero entonces Miller entró en trance para acabar dando el triunfo a los de Indianápolis. Acabaron pasando dicha ronda, pero no pudieron alcanzar unas Finales a las que sí llegaron en el 2.000. Entonces midieron fuerzas con los Lakers, pero pese al gran rendimiento mostrado por este excepcional tirador, el particular 'Big Three' formado por Kobe, Shaq y Phil Jackson acabó llevándose el anillo. Reggie, ahora comentarista televisivo, seguiría intentándolo pero los Pistons (esos mismos con los que los Pacers protagonizaron la bochornosa pelea del Palace de Auburn Hills) se convirtieron en su bestia negra particular arrancado el siglo XXI. Nació con problemas en una cadera, lo que le obligó a llevar una prótesis para conseguir caminar correctamente. A partir de ahí, y desde las pachangas caseras con su hermana Cheryl, se inició el camino de uno de los tiradores más estéticos y certeros de todos los tiempos. Cuando llegaban los minutos finales en duelos apretados, los rivales comenzaban a temblar: no diga clutch time, sino ‘Miller Time’.
Muchos otros se han quedado fuera sin merecerlo. Estos son algunos de ellos: Bernard King, Chris Webber, Alex English, Adrian Dantley, George Gervin, Tracy McGrady, Walt Bellamy, Charles Oakley…
Y aquí otra serie de nombres de grandes jugadores aún en activo que siguen persiguiendo su primer anillo: Kevin Durant, Chris Paul, Carmelo Anthony, Dwight Howard, James Harden, Russell Westbrook, LaMarcus Aldridge…